Donostia. Es la actuación estrella en Donostia del Fondo de Inversión Local, conocido también como primer Plan Zapatero. La más cara, por lo menos, entre las 48 emprendidas. Cuenta con un presupuesto de 2,7 millones y tendrá un campo de rugby -el tercero de la ciudad- que también servirá para jugar a fútbol. Dispondrá de un graderío cubierto con capacidad para 120 personas, además de cuatro vestuarios, aseos, cafetería, gimnasio y tres locales que servirán como oficinas.

El pasado 25 de enero se abrió el plazo de presentación de candidaturas para hacerse con la gestión de este recinto. Por el momento, no existe ninguna propuesta sobre la mesa, pero dos de los clubes deportivos más importantes de la ciudad, el Bera Bera y el Atlético San Sebastián, han puesto sus ojos en él. La batalla se centra entre ambos.

Según ha podido saber este periódico, el primero de ellos sí presentará un proyecto, mientras que el segundo se ha interesado por las condiciones fijadas para el concurso y estaría planteándose la opción de concurrir al mismo. El plazo finaliza el día 15 de este mes.

Ni el Vasconia, un pequeño club deportivo de Amara que ya había mostrado su interés en estas instalaciones, ni otras entidades modestas que podrían ser usuarias de este campo se lanzarán al concurso. Las "exigentes condiciones" que ha impuesto el Patronato Municipal de Deportes a su gestor han espantado a posibles licitadores.

El recinto debería haberse rematado en enero, pero acumula un retraso que le llevará, como pronto, a ponerse en marcha en marzo, coincidiendo, probablemente, con las fechas en las que se resolverá el concurso para la gestión del mismo.

Los operarios de Altuna y Uría, la empresa encargada de ejecutar las obras, trabajan estos días con gran intensidad. Actualmente, sigue sin colocarse el césped de hierba artificial sobre la explanada. Los operarios esperan a que cesen las lluvias para ejecutar esta operación y las labores, entre tanto, se concentran en el edificio de vestuarios e instalaciones y las zonas aledañas.

El encargado de gestionar estas instalaciones percibirá una compensación económica anual máxima de 16.473,30 euros y la concesión durará cinco años. El Bera Bera es el único club que, por el momento, ha confirmado su intención de presentarse. Sobre él están puestas todas las miradas, ya que el campo se ha diseñado pensando especialmente en el rugby y en detrimento del hockey, que contaba desde el año 2000 con la promesa de disponer de un nuevo campo en Puio.

Según explicó ayer a este periódico el gerente del Bera Bera, Igor Etxeberria, "el futuro de nuestro club pasa por tener un campo de este tipo, porque en Anoeta hay muchos usuarios y no cabemos. Tuvimos nuestras dudas de presentarnos a la gestión o no, pero al final hemos decidido seguir adelante, aunque requiere de una inversión muy fuerte que hay que amortizar en los cinco años que dura la concesión. Más que clubes deportivos, parece que lo que buscan son empresas", apunta.

Las bases exigen a los licitantes un proyecto que contemple la gestión del bar, de la publicidad estática, del alquiler de dos locales que podrían ser utilizados por otras entidades y la equipación del gimnasio, que requiere de una inversión de 30.000 euros para obtener la máxima puntuación en ese apartado.

el derrumbe de juanistegi Las obras de las instalaciones deportivas de Puio Lanberri estuvieron a finales del pasado mes de octubre en el centro de la polémica, al producirse un derrumbe de un muro de contención y la posterior caída del jardín de una villa situada a 50 metros de estas instalaciones, en el camino de Juanistegi, en Aiete. Los vecinos de la villa afectada y la anexa achacaron en un principio el derrumbe a las "fuertes vibraciones" que provocaban las máquinas en las obras de Puio Lanberri.

Técnicos del Ayuntamiento y de la empresa constructora, Altuna y Uría, descartaron su responsabilidad en este desprendimiento y lo atribuyeron al mal mantenimiento del muro por parte de su propietaria, que recibió el apoyo de algunos vecinos de la zona que corroboraban su versión sobre la intensidad de las vibraciones que sufrían.

Según la versión ofrecida por distintas partes a este periódico, la propietaria de la villa acometerá la reparación del muro y desiste de pedir explicaciones a la constructora y al Ayuntamiento.