- Presentó su dimisión el pasado jueves. ¿Por qué deja su cargo como presidente de la Federación Vasca?

-Es un año electoral y yo ya había anunciado que no me iba a presentar. La Junta Directiva me propuso cerrar el ejercicio contable, se cerró, y lo siguiente era hacer la asamblea y concretar la dimisión. A todo esto se sumó que lo que en un principio iba a ser un traslado temporal a Dublín se convirtió en casi definitivo. Vinimos a la Federación entendiendo que el rugby merecía otra gestión, y que era posible otra gestión -y ahí están los datos-, y con unos determinados objetivos, como la visualización por parte de la sociedad y del conjunto del País Vasco de que el rugby va más allá de una actividad física y deportiva, que era una herramienta para articular el país y que era bueno para nuestro país, con todo lo que puede aportar desde el punto de vista de visualización de país, generación de recursos económicos, y promoción de los valores del rugby, tales como solidaridad, trabajo en grupo, etcétera, que coinciden mucho con los valores de la sociedad vasca. Una vez que se concretó el proyecto de la Eurorregión, ya pensé quelos grandes objetivos ya estaban cumplidos. Coincidió todo: que era año electoral, que estoy fuera y que habíamos conseguido nuestros objetivos. De inicio ya dije que no veníamos a estar, sino para conseguir cosas, y que como máximo estaría dos legislaturas. Sí que es verdad que en dos legislaturas te puede dar tiempo a hacer cosas o no, porque tú no manejas todos los tiempos.

¿Está satisfecho con la labor que ha realizado desde que accedió al cargo, en 2013?

-Sí, porque los grandes objetivos se han cumplido. Elaboramos un Plan Estratégico (2016-2020) para el rugby vasco y casi el 90% de las iniciativas se han completado. Me gustaría que los clubes estuvieran como les apetezca estar, y que el que quiera estar en División de Honor lo esté.

¿El rugby vasco está mejor ahora que cuando tomó posesión del cargo por primera vez, en 2013?

-Creo que sí. Entonces había cuatro equipos en la División de Honor A masculina, pero eso no quiere decir que la salud del rugby sea buena o mala. Yo entiendo que la salud del rugby es buena cuando sus agentes disponen de lo que quieren disponer -instalaciones, jugadores, técnicos, proyección social...- y cuando están asentados en sus pueblos y comarcas. Puede ser con cuatro equipos en División de Honor A o con uno. Pero ahí están los datos. Hemos crecido. Entre deporte escolar y federado, hemos crecido en casi mil personas. Es una cifra importante, porque el deporte de competición en sí tiene una tendencia a la baja porque hay una mayor oferta deportiva y de ocio, y la cuestión de ir a entrenar y de comprometerse no está en su momento más glorioso. Y este es un territorio con una natalidad muy baja y con una gran tradición deportiva. No perder ya es un éxito.

¿Cuál es la fotografía actual del rugby vasco?

-Estamos muy atomizados, y estamos sufriendo una cierta invasión de jugadores foráneos promovida por nosotros mismos. Seguimos estando solo en un 7% u 8% de los municipios del país. Y si vemos los 48 equipos de División de Honor A y B, solo hay seis clubes en poblaciones de menos de 30.000 habitantes, y todos son vascos. Eso limita su expansión. Tenemos que competir con el rugby y con otros deportes, y creo que se podría hacer con jugadores propios. Quizás haya que importar jugadores, pero de calidad. En algunos casos traemos extranjeros tan solo para completar plantillas. Hay competiciones que exigen tener cierto número de jugadores, y nuestros núcleos poblacionales son los que son, y hay otros deportes de gran tradición. Igual deberíamos dibujar otro escenario y sacar un equipo potente por cada territorio, y los demás dedicarnos a sacar jugadores para esos equipos y a estar en nuestras ligas regionales. En definitiva, vivir cómodos, porque estamos forzando la máquina. Luego decimos que no hay recursos para la captación, pero lo que pasa es que los recursos tienen otros destinos.

¿Qué destacaría de su gestión en estos siete años?

-Hemos optimizado los recursos de la Federación y han revertido en el propio rugby. Hemos invertido medio millón de euros en las actividades de las selecciones, y casi otro medio millón en actividades de promoción, como la financiación de licencias, rugby de inclusión, subvención de inscripciones, compra de material deportivo para clubes, derechos de arbitraje€ Reducimos el gasto de oficina y de los directivos en más de un 50%. Todos los balances han sido positivos, apesar de que llegamos teniendo una subvención un 20% menor que el año anterior o un 50% menos que en 2010. En cuanto a los seguros, nuestro modelo de control de siniestralidad también ha sido una referencia para otras federaciones deportivas, con aplicaciones bonus-malus. Además, recientemente, la Escuela Vasca del Deporte expuso como modelo de formación de jugadores el plan a largo plazo de la Federación Vasca.

¿Está el rugby vasco mejor ahora que hace siete años?

-Creo que sí, siempre y cuando tengamos claro que no hablamos de resultados de competición, que también está la salud de los clubes. El problema del rugby vasco es que no sacamos árbitros, y hay que hacer una reflexión sobre los motivos, porque se ha dado cierta futbolización entre los espectadores.

En este periodo, el rugby femenino y el rugby a siete han crecido mucho.

-El rugby a siete era una opción que había que aprovechar pensando en que iba a ser un deporte olímpico. El plan de tecnificación para jugadoras de rugby a siete que firmamos con el Gobierno Vasco fue una innovación; en el resto de federaciones autonómicas no hay nada así. De ahí han salido nueve jugadoras internacionales a diferentes niveles.

El conjunto del número de licencias también ha crecido...

-Pasamos de 1.630 en 2013 a 1.985, de las que más de 300 son de jugadoras en un contexto demográfico como el del País Vasco, que no facilita la captación. Era algo que había que hacer que la gente descubriera, y nos volcamos en eso. Después de los Juegos Olímpicos, durante varios años, financiamos las licencias de las jugadoras y nos gastamos unas decenas de miles de euros ahí. Las categorías sub-16 y femenina y el arbitraje han sido categorías estratégicas.

También han crecido las competiciones vascas, con la consolidación de la presencia de equipos navarros y la llegada de sendos clubes de La Rioja y de Iparralde...

-Hemos sido atractivos para los clubes y las federaciones de territorios de alrededor, y participando junto a nosotros han crecido. La Rioja tiene ahora un equipo femenino, las licencias de la Federación Navarra, por ejemplo, han pasado de 600 a 1.000, y sus equipos han encontrado un entorno adecuado para competir. El Sarako Izarra también está encantado con lo que se ha encontrado.

Durante su mandato ha habido un acercamiento a Iparralde para mejorar la formación de jugadores, técnicos y árbitros...

-Ha sido muy positivo. Para la propia Eurorregión, somos un proyecto estratégico. Era uno de nuestros proyectos estratégicos iniciales, compartido por los clubes. Tenemos una proximidad física a un territorio donde el rugby es una referencia mundial. Teníamos la ventaja de tener relaciones personales y estructuras administrativas que permitían ese acercamiento. Hemos explotado lo que ya existía y le hemos dado solidez. La nueva configuración territorial de Francia nos trastocó bastante. En lugar de con el Comité Vasco-Landas, hubo que tratar con el Comité de Nueva Aquitania. Los centros de decisión de trasladaron fuera del País Vasco, y eso ralentizó bastante la toma de decisiones. Hubo que empezar de cero. Hay que perseverar en esto y seguir adelante.

Fue usted una parte importante a la hora de traer a Bilbao las finales de Challenge Cup y de Champions Cup en 2018.

-Fuimos una parte bastante activa. Yo tuve bastantes reuniones con la Federación Irlandesa aquí en Dublín, que era la que decantaba con su voto dónde iba a ser la final. Fue todo bastante complejo. Durante un fin de semana Bilbao se vistió de rugby y fue todo un impacto. Lo mejor de todo es que más del 50% de las entradas se vendieron en Euskadi.

¿Que le ha faltado conseguir?

-Queríamos que el rugby entrara en el Instituto Vasco de Educación Física. Es importante para que la gente que se va a dedicar a la docencia de la actividad física conozca el rugby, para aumentar la difusión y la calidad de la captación. A veces somos la cuarta o quinta opción deportiva y la capacitación física de estos chicos no siempre es la mejor mirando a parámetros de rendimiento. Además, también creo que el camino correcto en cuanto a la competición es que haya un equipo de referencia por territorio, aprovechando las identidades que ya existen. Que queramos sacrificar algo a beneficio de los demás ya es otra cuestión, pero, tanto que hablamos de los valores del rugby, igual toca poner de su parte a todos.

Una de las propuesta del Plan Estratégico era impulsar un equipo de referencia en Hegoalde.

-Esa propuesta se aprobó durante la elaboración del Plan Estratégico de la Federación, pero hemos palpado que cada club tiene su propia meta. Recientemente se han visto casos como el del Atlético, que se ha unido con el Hernani. Creo que el futuro puede ir por ese sentido.

El año que viene solo habrá tres clubes vascos en la máxima categoría: El Ordizia y el Getxo, en la competición masculina, y el Eibar, en la femenina. ¿Le preocupa la situación del rugby vasco en la elite?

-La pérdida de potencia del rugby vasco ha coincidido con la llegada de extranjeros a otros equipos. Y en División de Honor B hay dos mundos. Gernika y Getxo han ganado partidos por 80-0. ¿Cuál es el objetivo de muchos equipos de División de Honor B? ¿Estar en esa categoría, con el gasto que conlleva? Yo creo que hace falta una categoría intermedia entre la División de Honor A y la B, como el modelo que hay en Francia con la Liga Federal 1. Hay un organismo que garantiza quién puede estar arriba económicamente y, si los méritos deportivos te acompañan, tienes opciones de subir al rugby profesional. No solo tenemos que competir entre nosotros, repito, también con otros deportes. ¿Queremos hablar de profesionalismo de verdad o del amateurismo remunerado que tenemos ahora?

Tras su marcha, ¿cómo ha quedado la Junta Directiva de la Federación?

-Igual, con la salvedad de que yo no estoy. En teoría, el presidente en funciones sería el vicepresidente, Tomás Epalza, y la Junta Deportiva seguiría en funciones hasta que se puedan convocar elecciones. Ahora no se pueden celebrar por el estado de alarma.

¿Qué retos deja a sus sucesores?

-Que sigan mejorando el rugby y su gestión y, quizás, una expansión en otros municipios. Es difícil. Sería importante entrar en el sistema educativo para que los chavales tengan nociones del juego desde críos. Y también hay que perseverar y potenciar las relaciones con Iparralde, porque nuestro futuro está en el norte y no en el sur; lo tengo muy claro. Si fuera fútbol sería al revés, pero nos ha tocado vivir donde vivimos y lo bueno lo tenemos ahí arriba. De cara a la temporada que viene, creo que hasta que haya una vacuna contra el COVID -19 no nos van a permitir jugar al rugby que tenemos ahora, e igual hay que adaptarlo.

"Hemos optimizado los recursos de la Federación y han revertido en el propio rugby. Todos los balances han sido positivos"

"Vinimos a la Federación entendiendo que el rugby merecía otra gestión, y que era posible otra gestión. Y ahí están los datos"

"El camino correcto en cuanto a la competición es que haya un equipo de referencia por cada territorio"

"Hay que perseverar y potenciar las relaciones con Iparralde, porque nuestro futuro está en el norte. Lo tengo muy claro"