barcelona’92 fue el cenit del olimpismo vasco. Nunca antes hubo, ni nunca después ha habido, tanta representación euskaldun en unos Juegos. Ni tantas medallas. Martín Fiz, Mateo Garralda, Iñaki Urdangarin, Maite Zuñiga, Teresa Motos, Mikel Lasa, Xabier Etxaniz... son solo algunos de los nombres más destacados de la delegación vasca que dejó el pabellón muy alto en la ciudad condal. Sin embargo, si por algo se singularizó la cita olímpica del 92 fue porque la inclusión de la pelota como deporte de exhibición aumentó hasta los 80 los deportistas vascos con billete para Barcelona y reportó un saldo de 30 medallas. Catorce fueron de oro, ocho de plata y cuatro de bronce. Sin embargo, el Comité Olímpico Internacional (COI) no tiene en cuenta estas preseas a la hora de contabilizar el medallero total estatal puesto que fueron conseguidas en un deporte que no entra dentro del programa oficial. Con todo, la pelota no fue la única especialidad de exhibición que en estos Juegos acarreó éxitos euskaldunes, ya que el taekwondo también dejó una merecidísima plata en el cuello del basauritarra Juan Solís, ganada en la categoría de -83 kilos.

Y es que el hecho de que Barcelona organizara los Juegos del 92 favoreció el regreso de la pelota a una cita olímpica. Porque realmente fue México quien hizo debutar a este deporte como modalidad de exhibición en 1968. Así que la ciudad condal solo procuró que regresara al programa olímpico 24 años después. Con todo, cabe destacar que, como es lógico, todos los pelotaris que compitieron bajo la bandera estatal fueron vascos; e incluso países como Francia o Venezuela contaron en sus filas con deportistas euskaldunes para intentar cosechar éxitos en el frontón. De esta forma, aunque los profesionales no acudieron a Barcelona, los mejores aficionados vascos demostraron su natural superioridad tanto en cesta punta -Atain y Konpa se llevaron el oro-, como en mano individual -Beloki y Bazeta se subieron a lo más alto del podio- y en parejas -Balerdi y Fernández fueron los ganadores-. Además de en paleta cuero, donde Insausti, Juan Pablo y Txiki se llevaron los laureles.

En cuanto a la inclusión del taekwondo en los Juegos de Barcelona, esta fue muy bien aprovechada por Juan Solís. Cierto es que este deporte ya estuvo presente en la anterior cita olímpica, esa de Seúl en el 88, pero en esa ocasión el cupo para los estatales era menor que cuando ejercieron de anfitriones en la ciudad condal, por lo que el basauritarra tuvo que esperar hasta el 92 para estrenarse. Pero fue debutar y ganar. Porque Solís se plantó en el Palau Blaugrana el 3 de agosto y de allí no salió hasta que, dos días después, consiguió la medalla de plata. El taekwondista vizcaino, que compitió en la categoría de -83 kilos, tan solo perdió un combate, el de la final; pero con su segundo puesto no solo cumplió su sueño olímpico, sino también el de toda su familia. Porque Solís creció entre tatamis por culpa de su hermano Guillermo y tuvo en su hermana Rosario un magnífico referente -fue campeona de la Copa del Mundo con 19 años, bronce mundial en el 91 y oro en el Campeonato Europeo en el 92-.

Asimismo, Solís se siente orgulloso de que su paso por Barcelona, junto a la exhibición que realizaron todos los taekwondistas en los Juegos del 92 favoreciera que hoy en día y a partir de Sidney 2000, este deporte sea ya una disciplina olímpica oficial por derecho. Además, la plata del basauritarra puso al taekwondo en un lugar destacado del mapa vasco y aún hoy Solís trabaja para dejar su deporte mejor que lo encontró. De hecho, tras su paso por Barcelona 92, se convirtió en seleccionador estatal hasta 2004 y ahora conduce uno de los clubes más laureados de España: The Masters en Basauri.