- La decisión de la Federación Española de Fútbol de apartar a San Mamés de la Eurocopa en favor de La Cartuja ante la posibilidad de introducir público en las gradas va camino de derivar en un problema para el combinado estatal. El estreno en la competición ante Suecia, resuelto con un frío empate sin goles, estuvo acompañado no en vano por una serie de condicionantes que ponen en tela de juicio la apuesta por el estadio sevillano. Si bien la Junta de Andalucía prometió un “gran ambiente” en favor de la selección comandada por Luis Enrique, lo cierto es que los futbolistas solo sintieron el calor en forma de elevada temperatura.

Desde las gradas, sin ir más lejos, volaron incluso los silbidos hacia un equipo en el que Álvaro Morata se convirtió en el blanco de las críticas. A diferencia del ambiente festivo y entregado a la causa vivido en el resto de sedes del torneo, La Cartuja no tardó en reflejar el pesimismo que reina en torno a España al quedarse lejos de lo prometido en términos ambientales y pitar desde la primera mitad al delantero de la Juventus por su falta de acierto de cara a gol. La cuestionable reacción del público, de hecho, impulsó a Luis Enrique a dirigirse directamente a los aficionados con el partido en juego para pedir un apoyo hacia el jugador que llegó a cuentagotas.

Al ser sustituido por Pablo Sarabia en el minuto 65, la música de viento volvió a acompañar a Morata como colofón a una actitud que no gustó en absoluto dentro del vestuario estatal como reflejó tras el encuentro Aymeric Laporte, quien al igual que compañeros como Pedri González y Dani Olmo salió en defensa del ariete afirmando que “en el próximo partido igual mete tres goles y calla la boca a todos”. Las quejas dentro de la caseta, sin embargo, no se quedaron ahí. Tampoco convenció lo más mínimo el estado del terreno de juego. Luis Enrique fue el encargado de poner el foco en ello al advertir minutos después de la finalización del choque frente a Suecia que “es difícil jugar en un campo así. Los jugadores se han quejado en el vestuario y necesitamos que el césped esté mejor”.

El mensaje fue tan directo como contundente con destino a la Federación Española (RFEF), que se ha visto cuestionada en las últimas horas por su maniobra sobre la bocina en favor de Sevilla debido también a una agobiante sensación de calor que amenaza con repetirse el sábado contra Polonia a partir de las 21.00 horas y con intensificarse en la tercera jornada de la fase de grupos al albergar el envite de España ante Eslovaquia el miércoles 23 a las 18.00 horas.

el aforo

Por último, el lío con las entradas. La guinda al primer partido del equipo de Luis Enrique en la Eurocopa la puso la ausencia de hasta 3.500 aficionados en las gradas respecto al plan previsto y anunciado de antemano. A pesar de que el aforo para La Cartuja era de 16.000 espectadores, finalmente fueron 12.517 los seguidores que accedieron al estadio, lo cual causó una desagradable sorpresa en el entorno español. La RFEF, no obstante, dio a conocer a última hora que el aforo había sido reducido por Sanidad y que solo se pusieron a la venta 12.500 entradas, por lo que “técnicamente, todo vendido”.

Esa fue la respuesta que emitió de puertas hacia dentro el órgano presidido por Luis Rubiales, quien observa cómo su apuesta por La Cartuja como sede en la Eurocopa asoma en cuestión después de un controvertido estreno que ha multiplicado las dudas en torno a la capacidad de reinventarse de la selección española, envuelta en un creciente pesimismo.