En Suiza, el país de los paisajes bucólicos, de los Alpes y otros puntos de fuga maravillosos e hipnóticos, eligieron un aeródromo de la periferia y el rodeo a un campo de fútbol además de un montón de curvas, para iniciar con un prólogo el Tour de Romandía. Al menos tenía sentido que en la cuna de la precisión relojera el disparo inicial de la carrera, tan corto, -apenas 5,12 kilómetros laberínticos y visualmente alejados de los cánones de belleza- las diferencias se midieran en las migas del segundero.

No había otra opción en un recorrido burlón y revirado donde hasta las gasolineras y sus precios, el litro por encima de los dos euros, servían para distraer la mirada de una gymcana. La crono era una sucesión de curvas. Se trataba de trazar más que de apretar los pedales salvo en el aeródromo, donde se instaló la meta. Un buen lugar para mezclarse con los aviones cuando los corredores vuelan vestidos con monos pegados y cascos de astronauta.

Ethan Hayter no tuvo tiempo de fijarse en los parajes ni en el coste del combustible en Lausana. Concentrado y veloz fue el mejor en resolver el prólogo, ese concepto tan evocador y literario. El inglés, que se adaptó de fábula al trazado juguetón y nervioso, marcó un registro por debajo de los 6 minutos. 5:52. Rodó por encima de los 52 kilómetros por hora Hayter en su primera victoria en el WorldTour.

THOMAS, EL MEJOR DE LOS FAVORITOS

Rohan Dennis fue el que más se acercó, pero no le alcanzó. Demasiadas curvas para él. Aún así estuvo muy cerca. Entre los que piensan en la general, Thomas, campeón de la pasada edición, se impuso. Suyo fue el mejor registro entre los favoritos. Logró un pellizco de segundos. Juan Ayuso obtuvo la décima plaza, a cuatro segundos. McNulty se quedó a siete y Urán, a una docena. O’Connor fluctuó en ese tiempo. Ion Izagirre, que ladeó la cabeza al llegar a la meta del aeródromo, aterrizó a 15 segundos de Thomas. Un buen registro para poner en hora la carrera. Nadie pudo con Hayter, que dio cuerda al Tour de Romandía.