El Lointek Gernika Bizkaia estuvo en el peor sitio en el peor momento y tuvo que finalizar su aventura de esta temporada en la Eurocup en la que nada de lo que ha ocurrido ha premiado los méritos contraídos en anteriores campañas. Eliminar al CBK Mersin, el gran favorito al título, ya se veía muy difícil hace un mes, pero el resultado del choque de ida en Maloste dejó ilusión y orgullo que se transformaron en indignación y también orgullo ayer en la ciudad turca. Tras veinte días sin competir, solo cinco puntos separaron de la siguiente ronda a las gernikarras, que se batieron el cobre y estuvieron a apenas un tiro de protagonizar una hazaña.

La eliminatoria nació desequilibrada por la normativa de la FIBA y tras el primer partido podría entrar en la crónica de sucesos y cuyo desenlace remitió a tiempos pretéritos y que se creían olvidados. El covid alteró el calendario y complicó las cosas al Lointek Gernika, pero desde que las vizcainas pisaron suelo turco se vivió lo más parecido a una encerrona ante la que la FIBA hará la vista gorda una vez más. Después del confinamiento por covid, la plantilla gernikarra y el cuerpo técnico se sometieron a los controles exigidos antes de un viaje de 17 horas hacia Mersin y todos dieron negativo. A la llegada a Estambul, se repitieron las pruebas PCR y dieron negativo.

El último trayecto entre Adana y Mersin, de una hora, dobló su duración porque la policía decidió hacer un control a la expedición gernikarra. A la llegada a destino, a las dos de la madrugada turca, esperaban más sorpresas. El Lointek Gernika fue alojado en un hotel a 45 minutos del pabellón, que tampoco era el habitual del CBK Mersin, sino uno más pequeño, una ratonera de manual. Las jugadoras no pudieron hacer el entrenamiento previo al partido, pero además el grupo conoció por la mañana que Belén Arrojo dio positivo en las anteúltimas pruebas, lo que dejaba a la capitana fuera del partido.

Con ocho jugadoras tuvo que afrontar el partido en un ambiente que intimidaba al más valiente. Un pabellón repleto, con las gradas muy cerca de la pista y mucha gente sin mascarilla, fue el escenario de una experiencia que el Lointek Gernika habría deseado no vivir. Casi lo de menos era el resultado, se trataba de salir de allí sin más daños. Con un ruido incesante e insano, durante muchos ataques de las de Mario López por megafonía sonaba el himno turco e, incluso, alertas antiaéreas. El técnico tuvo que manejar los tiempos muertos alejado del banquillo para proteger la integridad física de su equipo y ayudantes.

Obviamente, las jugadoras acusaron este ambiente y en un primer tiempo de desaciertos se les fue la eliminatoria ante un equipo que formó con siete extranjeras y una turca y que salió con la agresividad esperada, amparada en la aquiescencia arbitral, y que en doce minutos, tras un parcial de 21-0, había limado ya los 24 puntos de desventaja. A partir de ahí, el partido fue pura supervivencia del Lointek Gernika que no encontró la manera de producir en ataque. Sin embargo, logró agarrarse al partido tras verse 37 puntos abajo. Poco a poco, su defensa colapsó a las estrellas del Mersin y hubo un rato para soñar con la épica. Paula Ginzo igualó la eliminatoria a 1.30 del final, una decidida Rosó Buch falló un tiro para recuperar la delantera y Roselis Silva fue sancionada con una antideportiva dudosa.

Con 65-40 y 40 segundos, quedaban una defensa y un ataque para el milagro, pero ahí apareció la calidad de Jasmine Thomas que con un triple puso la sentencia. El CBK Mersin celebró como si fuese la final y tras el partido, se supo que en las pruebas realizadas a mediodía, Arrojo fue negativo, lo que da pie a todo tipo de suspicacias. Y la granadina tenía que dar otro negativo para que la dejaran salir de Turquía.

Al término del choque, el equipo turco publicó el siguiente vídeo en sus redes sociales, en las que le dice al conjunto vizcaino cómo "fue un dulce sueño, pero corto".

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