La NFL solo lleva dos temporadas de era pos Tom Brady, el indiscutible GOAT (Greatest of all time), el mejor de todos los tiempos de la historia de la NFL, el quarterback que se eleva a una distancia sideral sobre el resto de la humanidad al conquistar siete ediciones de la Super Bowl siendo el mascarón de proa de unos New England Patriots que alargaron su dinastía durante casi dos décadas y conquistando su último momento de gloria a los 43 años y 188 días con el título cosechado a los mandos de los hasta su llegada insulsos Tampa Bay Buccaneers. Cuando dos años después, el 1 de febrero de 2003, Brady anunció su retirada definitiva, no se vislumbraba ni un atisbo de posibilidad de que alguien pudiera opositar a acompañarle en la cúspide de las leyendas del fútbol americano. Parecía que su figura iba a ser inalcanzable por los siglos de los siglos. Al menos, durante un largo periodo de tiempo. Solo por eso, porque después de únicamente dos temporadas de orfandad de Thomas Edward Patrick Brady jr. haya ya otro jugador que haya abierto de manera legítima, en absoluto disparatada ni banal, el debate sobre su derecho a colocarse a su costado en el Olimpo de las deidades con casco y hombreras, la figura de Patrick Mahomes, y lo que puede conquistar en la Super Bowl de mañana en New Orleans a los mandos de sus Kansas City Chiefs contra los Philadelphia Eagles, se sitúa en una dimensión extraordinaria.
A sus 29 años, Mahomes aspira a comandar a sus Chiefs a su tercer título consecutivo, algo jamás visto en la era Super Bowl en la NFL, una competición que por su brutal capacidad de castigo físico y lo férreo de su sistema salarial tritura aspirantes a conjuntos dominadores como si fuesen de plastilina. Pero los Chiefs están hechos de titanio. Y Mahomes también. Mañana disputará su quinta Super Bowl en las últimas seis temporadas (desde que es titular, tras un año de rookie en 2017 sentado en el banquillo aprendiendo el oficio, siempre ha alcanzado, al menos, la final de la Conferencia Americana) y cuenta ya con tres anillos en su poder (el del ejercicio 2019 y los de los dos últimos cursos). Brady acumuló ese botín con un año de antelación, cuando solo tenía 27, pero tuvo que esperar diez temporadas más para conquistar su cuarto título, algo que Mahomes puede lograr este domingo. Lo verdaderamente diferencial de la carrera de la leyenda de los Patriots fue el hecho de prolongar tanto en el tiempo su dominio en una competición tan exigente, logrando cuatro de sus siete coronas a partir de los 37 años, siendo además el MVP en tres de esas finales.
Pero con el QB de los Chiefs la NFL ha encontrado una figura que puede ser mucho más que un simple heredero. Porque Mahomes aúna liderazgo, brazo, cerebro, capacidad de gestión pero también de improvisación, magia para realizar pases nunca vistos, piernas para correr cuando hace falta, resistencia para jugar con dolor en los momentos de la verdad y sobre todo, disposición a hacer todo lo que haga falta para ganar, adaptando su función sobre el césped a las necesidades del colectivo. Hijo del jugador de béisbol Pat Mahomes, fue elegido en el décimo puesto del draft de 2017 y tras un curso inicial de aprendizaje en el que solo jugó el intrascendente partido final de la temporada regular demostró su calidad en el ejercicio de 2018, en su estreno bajo los grandes focos: MVP de la NFL con 50 pases de touchdown, el segundo mejor registro de toda la historia, y más de 5.000 yardas aéreas conquistadas. Desde entonces, con otro galardón de mejor jugador de la temporada conquistado en 2022, su rendimiento ha seguido siendo extraordinario.
De hecho, la presente campaña ha sido numéricamente la más terrenal de su carrera, tras un arranque de curso áspero con más intercepciones que pases de anotación. Los Chiefs parecían más vulnerables que nunca. Ganaban, pero no arrollaban. Lo hacían con lo justo, pero si algo caracteriza al colectivo de Andy Reid es la capacidad de elevar el listón de su rendimiento en consonancia de la resistencia que va encontrando ante sí. Así, completaron una campaña regular de 15-2 de balance, la mejor de la NFL junto a los Detroit Lions, batieron con autoridad a Houston en semifinales de conferencia (23-14) y en la final salieron triunfantes (32-29) de una preciosa batalla ante los Buffalo Bills de Josh Allen, convertida ya en una rivalidad clásica de la liga. Así se ganaron el derecho a luchar por el título contra los Philadelphia Eagles reeditando la Super Bowl de hace dos ejercicios.
EL FACTOR BARKLEY
Y los de Nick Sirianni no les pondrán nada fácil su pasaporte para la gloria. Con una plantilla completísima tanto en defensa como en ataque, cuentan con argumentos sobrados como para opositar a la revancha. De hecho, si los Chiefs parten como favoritos es por su acreditada experiencia en choques de esta trascendencia, por el factor Mahomes, por la sabiduría de Andy Reid desde la banda y por lo que pueda tramar esa mente defensiva privilegiada llamada Steve Spagnuolo para frenar el potencial ofensivo rival, porque sobre el césped no es descabellado decir que Philadelphia cuenta con la mejor y más equilibrada plantilla de la liga, con una magnífica defensa que tendrá como objetivo hacerle la vida lo más agobiada posible a Mahomes y un ataque con piezas de lujo, con un QB como Jalen Hurts que viene de hacer su mejor partido de la temporada en la final de conferencia contra Washington, receptores capaces de marcar diferencias como A. J. Brown y Devonta Smith y, sobre todo, un arma de destrucción masiva como Saquon Barkley, que ha protagonizado la que es probablemente la mejor temporada de un corredor en la historia de la NFL, con 2.005 yardas terrestres y 13 touchdowns.
Si Philadelphia es capaz de asentar su juego de carrera de la mano de Barkley, efectivo en todo tipo de acarreos y con capacidad brutal para protagonizar larguísimas cabalgadas, y el propio Hurts, tendrá mucho ganado. Si Kansas City puede activar las conexiones de Mahomes con Xavier Worthy y Travis Kelce, el threepeat estará más cerca. De la lucha entre las estrategias defensivas de Spagnuolo y Vic Fangio saldrán muchas de las línea maestras de una confrontación que se prevé que sea un auténtico choque de mercancías en el que los Chiefs y Mahomes tienen una cita con la historia.