El BBK Mendi Film Bilbao-Bizkaia regresa con 57 películas que podrán verse desde hoy hasta el próximo día 17 en el Palacio Euskalduna, la Sala BBK y los cines Golem Alhóndiga. El director del certamen, Jabier Baraiazarra, destaca el premio WOP que recibirá Edurne Pasaban, la primera mujer en hollar los 14 ochomiles; y los 17 estrenos internacionales. Pero como Baraiazarra es un apasionado de la montaña, la conversación termina centrándose en “la excelencia que se mueve entre los 6.000 y 7.000 metros” y que también podrá verse en el Mendi Film.

¿Por qué hace referencia a la calidad de los trabajos que se están realizando debajo de los ‘ochomiles’?—

Porque se ha equivocado altitud con dificultad. Las condiciones climáticas a 8.000 metros son extremas, pero tan extremas como pueden ser en el Polo Sur. Entonces, la altitud no da medida de la dificultad técnica de una escalada, tan solo es una dificultad paralela. Además, en los últimos años está habiendo gran cantidad de actividad de máximo nivel alpinístico entre los 6.000 y los 7.000 que pasa desapercibida por los medios generalistas porque no tienen la publicidad de un ochomil.

O sea que los medios nos centramos en los ‘ochomiles’ cuando las historias están más abajo.—

Sin ninguna duda. Están más abajo en altitud, pero muchísimo más arriba en excelencia, calidad y dificultad. Lo que pasa es que es mucho más fácil comunicar un ochomil porque no hay nada más alto. Pero las dificultades están en otras altitudes.

¿Quizá también por las expediciones comerciales que están copando el Himalaya?—

Sí, pero las expediciones comerciales no nacen solas. Todo esto tiene una larga explicación y necesita de mucha reflexión porque ahora parece que todo lo que sucede en el Himalaya es malo y no es así. También se piensa que cualquiera puede ir al Everest, pero lo cierto es que al Everest puede ir cualquiera que esté dispuesto y pueda gastarse de 60.000 a 150.000 dólares. Entonces creo que en ese sentido ha habido un vacío de comunicación.

¿En qué sentido se refiere?—

Nunca ha resultado fácil explicar qué es el alpinismo. Y menos cuál es el alpinismo de calidad. Y como no es fácil, no hay tiempo, no hay páginas, no hay minutos de radio.

¿Por qué cree que sucede eso?

Pues porque no ha interesado, simplemente. Pero todo eso ha existido desde hace tiempo. Las expediciones comerciales al Himalaya empiezan a finales de los 80, cuando un guía norteamericano sube al primer cliente a la cima del Everest. Entonces empiezan a crearse las primeras agencias que, por aquel entonces, todavía tenían tintes románticos. Al Everest tan solo podía ir una expedición. Ahora ves la fotografía del campo base y es como una urbanización: con pasillos, calles, alfombradas con hierba artificial… Cada agencia con las tiendas de su color, cada una con su wifi… Lo cual no quiere decir que no se hagan cosas buenas en el Everest.

¿Ese es uno de los objetivos del Mendi Film? ¿Explicar el alpinismo desde esa visión romántica?—

En el Mendi somos románticos, pero también muy realistas. De hecho, creo que la programación del festival lo ha dejado claro. Este año tenemos una película, Everest Invaders, que trata precisamente del turismo en el Everest y sus consecuencias. No me gusta hablar tampoco de purismo, pero quien quiera distinguir todo esto del alpinismo real, la mejor oportunidad que tiene es en el Mendi Film.

En la presentación dijo que esta edición tiene el máximo nivel que se puede encontrar en el circuito de festivales de cine de montaña. ¿Es el mejor año?—

Globalmente diría que sí. En cuanto a la calidad de las películas, sí. Sin duda el nivel de las producciones ha aumentado muchísimo y eso se nota en el nivel general del festival.

El cartel consta de 57 películas y muchas se han quedado fuera. ¿Cómo las escogen?—

Muchas se han quedado fuera y muchas muy buenas. Pero hay que conformar una programación. Es decir, si hubiera 57 películas buenísimas de alpinismo, no meteríamos las 57 porque buscamos tener diferentes temáticas. Al público general del Mendi Film le gusta la montaña, pero es que el Mendi va más allá de la montaña porque hay otras miradas que también hay que tener en cuenta.

¿Y qué vamos a ver en esta edición?

A gente corriendo, a gente saltando, a gente volando o escalando… mucha adrenalina; pero también habrá momentos de sosiego y tranquilidad. De historias con trasfondo que no son sólo puro deporte.

Este año el Premio WOP va para Edurne Pasaban. ¿Qué le parece?—

Merecidísimo, pero no sólo por su trayectoria, sino porque su testimonio es muy importante. En el mundo de la montaña hay mucha gente que no sabe parar, que no sabe poner fin a una etapa. Edurne lo ha sabido hacer muy bien y ahora tiene una vida profesional y de docencia muy importante. Además en su día fue un ejemplo y una motivación pero no por lo que hizo, sino por cómo lo hizo. Por lo que tuvo que luchar.

Destaca los 17 estrenos internacionales. Abren con uno: ‘Body of a Line’ y cierra con otro ‘Icerwaterfalls’. Redondo.

No hay más de tres festivales en todo el mundo que puedan decir que tiene 17 estrenos internacionales. Además, quiero remarcar que los que vienen de fuera son gente de renombre; pero los de casa, también. Y eso es importante porque el Mendi Film siempre se ha esforzado en cuidar a los productores y a los creadores de casa.

Es la 16ª edición del festival, ¿cómo se mantiene la ilusión tantos años?—

El día que no la tengamos, no habrá siguiente edición.