A Pogacar, tan superior, exuberante e intimidante, varios cuerpos por encima del resto, le define un gesto además de un currículo exorbitante. El giro de cuello. Cuando Pogacar gira el cuello y mira para atrás, todo se acaba. En esa mirada, el esloveno mágico, suele ver el vacío porque nadie es capaz de seguirle. Los que le miran, a distancia, se instalan en la tortura. En la impotencia.

Cada vez que vuelve la mirada Pogacar significa que no hay más futuro para el resto, anclados en el pasado para siempre. El porvenir le pertenece y corre con tanta urgencia y ansiedad, lanzándole un pulso a la historia, que suyo es el presente porque aprieta el futuro con semejante fuerza que lo arrastra al ahora.

Con Pogacar, el líder de la carrera, solo resistió Majka, su escudero fiel. El esloveno cuida de los amigos. Le regaló la cima de Velika Planina. El campeón del Tour pudo destrozar a todos en el la montaña que cerraba la jornada, pero quiso mimar a Majka, uno de los mayordomos que se sacrificará por el esloveno en la Grande Boucle.

Al igual que en días precedentes, Majka y Pogacar compartieron palmo a palmo la ascensión a la montaña que remataba la cuarta etapa, que enfatizó el dominio insultante de Pogacar y Majka. Completaron otro doblete. Inalcanzables. Inaccesibles al resto. Subieron charlando, bromeando, sonriendo, contándose cosas. Para eso están los amigos. Confianza. Se repartieron el botín jugando a piedra, papel y tijera.

POGACAR, SOBRADO

Pogacar eligió la piedra y Majka contraatacó con el papel. El papel envuelve a la piedra. Punto para Majka. La mano que empleó para el juego, Pogacar también la usó para chocar la mano con un aficionado mientras subía. El esloveno está a otro nivel. Le da tiempo a todo porque es más rápido que cualquiera. Con Majka ralentizó su marcha y compartieron la dicha en la foto de recuerdo. Un recado para la orla de Roglic y Vingegaard en el Dauphiné.

La charla entre Pogacar y Majka era jadeo entre quienes les perseguían, sufridores. En la persecución destacó la tercera plaza de Fernando Barceló. El ciclismo de varias velocidades no hace prisioneros. Pogacar posee un par de marchas más que el resto. Un botón de ignición. No tuvo que apretarlo. Le bastó con las bajas revoluciones. Pogacar al ralentí es muy superior a la mayoría.

Compite contra sí mismo el esloveno, que evidenció otra vez su enorme talento después de casi dos meses sin prensarse un dorsal. No le afecta a Pogacar, que aplastó a sus rivales y sublimó su estado de forma de cara al Tour. Otro mensaje para sus rivales. El UAE posa con Pogacar y Majka. La respuesta al fotomatón del Jumbo con Roglic y Vingegaard. El esloveno buscará su tercera victoria consecutiva en la carrera francesa. Allí tendrá a su lado al leal Majka, dispuesto a ayudarle en su misión. Ambos lo saben. Agradecido, Pogacar regaló la etapa a Majka.