a sociedad moderna es víctima de la tiranía del tiempo. Jamás se tardó menos en hacer tantas cosas; sin embargo, el tiempo siempre apremia. La sensación es de escasez temporal, de urgencia. Esta velocidad en la vida apenas concede margen para la reflexión.

Garazi Sánchez (Algorta, 1992) es una de las surfistas más prestigiosas del panorama. Doble campeona de España, subcampeona de Europa y miembro del circuito mundial que acoge a las 64 mejores practicantes del planeta, su vida discurre a caballo entre aeropuertos, maletas, envidiables parajes y tablas de surf. Apenas goza de un par de meses para permanecer en su Getxo natal. Vive deprisa y, como admite, hay una factura mental, un estrés que afecta al estado de ánimo y que a su vez impide meditar, pensar más allá de las obligaciones del día a día.

El maldito 18 de julio de 2018, durante un baño en Hossegor, la vida se detuvo para Garazi. Sufrió una grave lesión de columna que puso en riesgo su movilidad de cintura para abajo. De hecho, acabó tendida en la orilla de la costa francesa sin sentir media parte de su cuerpo. Llegó el miedo, la incertidumbre, pero también el tiempo para reflexionar. Por fortuna, fue un impasse.

Diez meses de convalecencia la empujaron a "meditar, a plantearme la posibilidad de no volver a surfear". "Aprendí a valorar, a darme cuenta de que era una afortunada por poder experimentar las sensaciones del surf y de todo lo que lo rodea", relata. Gracias a una desgracia, comenzó a considerar sus hábitos: "Soy una persona que cojo más aviones que la media de los ciudadanos. Para mí es obligatorio. Entonces me planteé cómo podía compensarlo haciendo otras cosas".

Nació la motivación de retribuir a la naturaleza, la que tanto le ha brindado como motor que impulsa sus tablas, como paisaje que la arropa sobre las olas.

Garazi se empeñó en aportar su granito de arena en el camino del cambio hacia la sostenibilidad, la persecución del ideario de un mundo mejor. "Reflexioné sobre cómo nos comportamos. No queremos destruir el mundo pero sin embargo lo hacemos. Entonces sentí inquietudes, ganas de entender por qué actuamos como lo hacemos", cuenta. Nació así el documental Vergüenza, fruto de la ambición de "entender", de "comprender por qué hacemos lo que hacemos".

Insatisfecha parcialmente, aquella introducción al medio audiovisual no colmó sus aspiraciones. Por eso, bajo su dirección, producción y financiación ahora nace Quitando la vergüenza, que se estrenó ayer con motivo del Día Mundial de los Océanos. Es la prolongación de la producción anterior. "Una vez hecha la reflexión sobre cómo nos comportamos, echaba en falta la parte de: ¿Y ahora qué podemos hacer para salvar al planeta? ¿Por dónde podemos empezar?". Este segundo documental pretende ser el paso de la reflexión a la acción.

Garazi meditó sobre cómo encontrar el efecto. Entonces llegó a la conclusión de que los "datos negativos abruman", además, "por sí solos son fríos". Buscaba algo diferente, una perspectiva que no fuera la habitual. "Esos documentales de cifras y datos ya existen. Yo me he centrado en qué se puede hacer, en tratar de ofrecer alternativas, soluciones, basándome en personas que pueden inspirar al cambio", explica. "Siempre he creído que entre los ciudadanos y los científicos hay un vacío. La gente necesita emocionarse para implicarse", añade.

"Más que alarmar trato de ofrecer esperanza. No he querido enfocar el documental desde la responsabilidad y el sentimiento de culpa, no pretendo señalar a individuos ni instituciones, sino ofrecer una ayuda para la toma de decisiones acorde a unos valores", desgrana. La obra aspira a ser una herramienta que ofrece alternativas al "cómo vestimos, cómo nos alimentamos, cómo nos movemos y cómo trabajamos, ofreciendo modelos sostenibles".

Si bien, la getxotarra advierte que "yo no soy experta, pero hago preguntas a expertos". Lo hace desde su condición de altavoz como deportista de elite para dar voz a mensajes de personas que demuestran que una vida más saludable es posible, y también necesaria.

La surfista observa que "cambiar la situación de la noche a la mañana es inviable", pero sí apremia a comenzar con el aprendizaje para después pasar a la acción, un viaje hacia una transición como otras que ha vivido la sociedad, porque "aunque es triste convencer desde un enfoque económico", como dice, "resulta más rentable evitar la contaminación ahora que poner remedios en el futuro".

Garazi apela como ejemplo al espejo del movimiento feminista, que "ha propiciado cambios". "Desde que yo era pequeña hasta ahora, la situación de la mujer ha cambiado, es diferente. El cambio es real y el ruido ha servido para ello. En este campo también es posible hacer cambios", declara ilusionada.

Los documentales, según apunta, son para Garazi Sánchez un modo de reconciliarse consigo misma, de enriquecer a nivel personal partiendo de la autocrítica, pero además de ser un ejercicio particular puede influir en las mentes dispuestas a escuchar. Quitando la vergüenza, editado como una miniserie de seis capítulos, es el resultado de la otra faceta de una persona inquieta, que mira concienciada y con mimo hacia su alrededor, hacia unos océanos y un planeta que buscan quien los mime. l

El documental producido, dirigido y financiado por Garazi Sánchez se estrenó ayer, con motivo del Día Mundial de los Océanos

La surfista ofrece ejemplos que pueden resultar inspiradores para cambiar la sociedad hacia unos hábitos más sostenibles