esde hace una semana la actividad cinegética de la media veda está abierta en diferentes comunidades en las que los cazadores pueden practicar su afición favorita en compañía de sus perros. De estos se espera un gran trabajo y por ello es necesario proporcionar a los canes la atención y los cuidados propios de un auténtico atleta.

Los aficionados que ya han dado por iniciado el período estival de caza habrán cumplimentado el proceso de adaptación de sus compañeros en el que la preparación física y la ejercitación previa, así como los cuidados imprescindibles y alimenticios y las pertinentes revisiones sanitarias para preservar su salud. Además, la veterinaria Yurema Arbaizar, de la gasteiztarra Clínica Veterinaria Ariñez, y el adiestrador Víctor Esandi, del Coto Valdorba de Nafarroa, recuerdan otros consejos que deben tenerse muy presentes durante las jornadas de caza.

Con el reinicio de la actividad física tras un período en el que la actividad física y el ejercicio se han reducido al mínimo, los cazadores han dedicado las semanas previas a la apertura de la media veda a preparar a sus perros, aunque la actividad cinegética como tal resultará aún más exigente.

Por eso es probable que las almohadillas de manos y pies se vean afectadas ya que “ellos van descalzos y el terreno en esta época del año es muy seco, lo que les puede producir grietas y heridas que les harán cojear”, sostienen Arbaizar y Esandi. Para prevenir o mitigar el efecto de esas lesiones resulta altamente recomendable el uso de cremas o de productos específicos que tienen como finalidad reforzar esa parte de la anatomía canina.

El cuidado de pies y manos debe completarse con el corte de los pelos que tienen entre los dedos de ambas extremidades como la finalidad de “evitar que las espigas se enreden y entren en el cuerpo del perro, creando problemas muy graves”.

Lo mismo debe hacerse con los pelos de las orejas, ya que tanto las espigas como la paja pueden “provocar problemas en el oído externo al romper la membrana timpánica, lo que puede detectarse si se observa que el perro cabecea o estornuda”. Además, puede generar importantes lesiones que incluso pueden tener consecuencias fatales. “Una inspección de las orejas y de los dedos es imprescindible al finalizar la jornada de caza”, subrayan.

La hidratación de los perros es un aspecto fundamental para evitar disgustos, por lo que el aporte de agua resulta fundamental, sobre todo durante la primera media hora de actividad. “Esperar a que el perro empiece a jadear y buscar sombras es un síntoma de deshidratación y proporcionarle agua a partir de ese momento solo sirve para que se remoje”.

Antes de llegar a ese extremo y para recuperarse del desgaste que produce el ejercicio físico resulta imprescindible “aportar con frecuencia agua con azúcares o glucosa y sales minerales específicas para el perro, porque tampoco sirven las bebidas isotónicas destinadas al consumo humano”, subraya Esandi. Es conveniente también refrescarles el vientre, las almohadillas, las axilas, las ingles y el morro con el objetivo de evitar los golpes de calor y hacer descender la temperatura corporal.

A los posibles contratiempos generados por el ejercicio, durante la actividad cinegética pueden surgir otros imponderables con el ataque de jabalíes o las picaduras de víboras e insectos. Para estos últimos casos puede resultar de utilidad el uso de collares protectores o pipetas para evitar reacciones alérgicas, infecciones o enfermedades como la leishmaniosis o la filarosis, aunque si el perro se ve afectado por situaciones más graves una visita al veterinario puede resultar vital”, sostiene Arbaizar.

Además de recordar que en determinadas zonas la vacunación contra la rabia o la desparasitación pueden ser obligatorias, los expertos recomiendan llevar durante la jornada de caza un botiquín que contenga productos para actuar de forma rápida como desinfectante, algún antiséptico de polividona yodada tipo Betadine, además de gasas y vendas. Arbaizar también recomienda “llevar algún corticoide como el Urbason para ser inyectado si se ha producido la picadura de una víbora, lo que pueden resultar de gran ayuda durante esos primeros momentos, antes de acudir al veterinario”.

La jornada de caza debe concluir cuando “el perro lo ha dado todo”, porque a partir de ese momento “no tiene sentido obsesionarse con una codorniz. Ese es el momento de recoger y que disfrute del descanso que se ha ganado merecidamente”, subraya Esandi.