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El extraordinario caso de Iker Lecuona

El piloto vasco-valenciano, de 19 años, se convertirá hoy en el tercer debutante más joven de la historia de la categoría de motogp, donde correrá la próxima temporada

El extraordinario caso de Iker Lecuona

Estas palabras son la humilde descripción del presente que disfruta el protagonista de esta historia. También ilustran su meteórica trayectoria. Al sujeto se le reconoce por su precocidad. Es una excepción. Un marciano en el mundo de las carreras. Es la salvedad en la categoría reina del motociclismo. Aterriza en MotoGP con 19 años y 11 meses: el tercer debutante más joven de la historia. Es, además, el piloto español con menor edad en el estreno en la máxima cilindrada. John Hopkins (debutó en 2002; 18 años y 11 meses) y Michel Fabrizio (2004; 19 años y 7 meses) son los únicos que le baten. La juventud es una de las facetas de su excepcionalidad.

Su palmarés en el Campeonato del Mundo es interesante pero nada rimbombante. Como resultados destacados atesora dos podios y la 11ª posición en el Mundial de Moto2 de 2019. La ascensión es extraordinaria por atípica en éxitos. “Nadie ha hecho mi trayectoria y no sé si habrá otro”. No es soberbia. Es realidad. ¿Cuál es su aval? La fe de quienes captan talento. Iker Lecuona (6-I-2000) encandila.

Nació en Valencia. Sus raíces son vascas, de Irun, por parte de ambos progenitores. Fragmenta sus orígenes en mitad y mitad: “Soy valenciano, pero me siento valenciano y vasco por igual”. Corazón partío. La ikurriña y la senyera decoran las mitades del casco de este vasco-valenciano.

Lecuona comenzó a correr en supermotard. “Era más económico”. El dinero es la brújula para el destino de un piloto. Allí estaba en 2015, a lomos de máquinas que fusionan motociclismo y motocross, cuando se interesaron por sus servicios para competir en el Campeonato de Europa de Moto2, donde recaló en 2016. Inició su trayectoria en la velocidad.

Con 16 años fue sexto en el Europeo. Sin resultados de relumbrón. A destacar, una quinta plaza. Aunque causó impacto. Inmerso en el certamen de Moto2 del Viejo Continente, para compaginar, fue reclamado desde el Mundial de Moto2 a fin de disputar el último tercio de la temporada, seis carreras. Los hados fueron caprichosos. La lesión de Dominique Aegerter dejó una vacante. El círculo de amistades de Iker -¡qué para eso están los amigos, leñe!- contactó con el jefe del equipo. Hubo convicción. Lecuona despegó hacia territorio mundialista.

A sus 16 años, era el menor del Mundial de Moto2. La edad mínima para acceder a la categoría menor del Mundial, Moto3, era la que vestía y calzaba entonces. El resultado más acentuado fue la 19ª plaza, en su debut, en Silverstone. Asimismo, sumó dos caídas. Pero gustó. Escaló a la cúspide de Moto2 para quedarse.

En 2017 corrió casi dos tercios de la temporada: 13 carreras; causó bajas por fracturas de clavícula, radio, cubito y de nuevo clavícula. Sumó dos puntos. Fue 35º en la clasificación general. Ganó un puesto con respecto al curso anterior habiendo competido en siete carreras más. Sin embargo, el entorno siguió creyendo en las facultades de Iker.

En 2018 alcanzó los 80 puntos y el 12º puesto del campeonato. Progresión. En 2019, a falta de una prueba que no correrá, es 11º con 90 puntos. Da por concluido el año de Moto2 porque hace días recibió una propuesta de KTM: una oferta que no podía rechazar. “Me lo tuve que pensar un poco, aunque en cinco minutos ya había dicho que sí”. Gran dilema. Se muda. Aceptó la llamada de MotoGP.

debuta en casa Lecuona se estrena en la élite hoy, en la prueba que cerrará el curso, el G.P. de la Comunitat Valenciana. La Fashion Week de los pilotos. El escenario donde se baja el telón, y se alza para la siguiente campaña con los primeros test de pretemporada. Para mayor regocijo, su casa. Precisamente en Cheste, en 2018, logró su mejor resultado en el Mundial. Fue segundo. Su otro podio, un tercer puesto, lo firmó este año en Tailandia.

“Es el tercer año y el que viene ya voy a MotoGP. En realidad, con motos de velocidad es el tercer año”, dice, como principal asombrado. Tras debutar en Valencia, afrontará 2020 en el Tech3, el equipo satélite del Red Bull KTM, clasificado actualmente en la penúltima posición entre las estructuras independientes en una lista de seis; o sea, es el penúltimo de los diez formaciones que concursan en MotoGP. Los pilotos del equipo de fábrica de KTM serán Pol Espargaró y Brad Binder. En el filial estarán Miguel Oliveira y Lecuona. “He visto vídeos de Pol y veo que es una moto muy agresiva; considero que soy de este estilo. Junto con Binder, que también sube a MotoGP -el sudafricano desembarca con un título, 14 victorias y 34 podios mundiales-, somos de los más agresivos en Moto2: vamos todo el día cruzados y pegándonos con la moto y al final siempre estamos delante”, analiza.

Lecuona tenía contrato para permanecer dos años más en Moto2 con KTM, a lomos de la máquina que en Cheste puede sellar el subcampeonato de pilotos con Binder. De cara a 2020 se le intuía candidato a pisar los podios. Pero MotoGP es la sirena de las Bermudas. Es el paraíso del piloto. “Creo que puedo hacerlo bien”, estima Lecuona, una excepción que, por precocidad y currículo, suscita dudas. Marc Márquez, buscando ensalzar la figura de su hermano, Álex, vigente campeón de Moto2 y que seguirá un año más en la categoría, dictamina: “Me sorprende ver que hay prisa por llegar a MotoGP. Llegan muchos pilotos sin un título; creo que es mejor hacerlo poco a poco”. El vasco-valenciano correrá contra la lógica. “Hay que tener suerte”, dice, “pero también he trabajado mucho”. Nadie regala una plaza de MotoGP, aunque Iker Lecuona es un caso extraordinario.