Bidasoa-Irun27
Tatran Presov27
BIDASOA-IRUN Luan, Cavero (2, 1p), Crowley (1), R. Salinas (3), Tesoriere, Da Silva, Seri (1) -equipo inicial-; Ledo (1,ps); Orbovic, Zabala (1), Odriozola (5, 1p), Serrano, E. Salinas (4), De la Salud (2), Renaud-David (6, 2p) y Azkue (1).
TATRAN PRESOV Chupryna, Rabek (6, 2p), Javi Muñoz (1), Urban (6), Vucko (2), Stranovksy (5), Afanou Gatine (5) -equipo inicial-; Cvitkovic (ps), Djeric, Lapajne (2), Fodorean, Michalka, Grzentic y Tsarapkin.
Parciales 2-3, 3-4, 5-6, 7-8, 9-11, 12-15 -descanso-; 14-17, 16-19, 17-22, 20-25, 23-26 y 27-27.
Árbitros Simone y Monitillo (Italia). Excluyeron a Tesoriere (2); y a Vucko, Rabek, Afanou Gatine y Stranovsky (2). Cinco de la exclusiones correspondieron al segundo tiempo.
Incidencias Artaleku, ante 1.914 espectadores.
Irun - El Bidasoa-Irun sumó ayer un punto en Artaleku ante el Tatran Presov cuando parecía imposible que lo hiciera. Restaban seis minutos para la conclusión del encuentro y los eslovacos llevaban una clara venta (22-26) que no hacía presagiar nada bueno para los locales. A falta de diez (20-25) la sensación era de que los de Jacobo Cuétara no daban la vuelta a la situación.
Xoan Ledo saltó a la cancha para intentar detener un siete metros que Rabek no logró colar en su meta. Fue el momento en el que la grada se revolucionó, abrió la puerta de sus emociones y la fuerza llegó a la pista por contagio. Los amarillos sacaron lo que llevan dentro y convirtieron entonces el encuentro en un ir y venir sin tregua. Kauldi Odriozola defendió en el 5-1 y trató de evitar que los lanzamientos desde los nueve metros siguieran haciendo daño en su portería. Cuando quedaban cinco minutos (23-26), la grada empujó haciendo retumbar los muros de la instalación y dos goles seguidos de Crowley al contraataque y un latigazo de Leo Renaud apretaron el marcador hasta el máximo (25-26).
El técnico visitante, Slavko Goluza, dio las últimas instrucciones en un tiempo muerto efervescente. Cuando estaban a punto de perder el balón, el gigantón Rabek, desde el extremo, metió un gol que concedió un colchón a su equipo (25-27). Restaban tres minutos y el nerviosismo se instaló en todo el pabellón. Gradas, banquillos, jugadores y técnicos se desfogaron. Rodrigo Salinas, jugando de central, mandó un pepinazo a la portería de Chupryna, que no lo vio pasar. En el siguiente ataque, los eslovacos perdieron el esférico y de nuevo Rodrigo Salinas no desaprovechó la oportunidad de nivelar la contienda (27-27), a falta de cuarenta segundos para el final. Desde el 3-3 no se había producido ningún empate y todas las ventajas fueron visitantes.
Solo quedaba defender con todo y evitar un lanzamiento que pudiera ser decisivo en la suerte del partido. El Bidasoa se multiplicó en el flanco izquierdo de su defensa, que era por donde el Tatran Presov trataba de encontrar el espacio. Tras dos intentos de lanzamiento y un maremágnum de brazos, piernas, agarrones y lo que fuera menester, el encuentro concluyó en tablas porque el lanzamiento de Lukas Urban se fue por encima del travesaño de la meta local. Esas tablas le sirven al Bidasoa para sumar un punto más y ganar el goal-average particular, ya que en la primera vuelta los irundarras ganaron por dos tantos de diferencia.
Después de dos goles consecutivos de Stranovsky (19-25), Cuétara agotó el último tiempo muerto del que disponía. Desde ahí hasta el final un parcial de 8-2 impensable tal y como iban las cosas hasta entonces. El Tatran Presov se comportó como un equipo con oficio.
Muy fornido en el centro de la defensa, complicaba mucho la habitual conexión con los pivotes, del mismo modo que los blocajes en esa posición les otorgaban muchos balones que sabían jugar en ataque. Procesos lentos, rozando muchas veces la pasividad, cayendo en ella, hasta encontrar el espacio por el que penetrar sin oposición. Esa era su elección de juego. Casi sin mover el banquillo, los de Goluza fueron haciendo el camino con eficacia. 19 de los 27 tantos llegaron desde la distancia.
cuesta arriba El Bidasoa, por su parte, no jugó bien. Le costó defender con fortaleza para evitar precisamente la piedra filosofal del juego eslovaco. Cuétara cambió varias veces de portero, modificó el plan defensivo y los hombres que lo interpretaban. Tampoco en ataque las cosas fueron mejor. Las pérdidas, los errores en el pase y la mala selección en los lanzamientos impedían que los goles llegaran como acostumbran. Añadamos a esto, las buenas paradas del ucraniano Chupryna y será fácil entender que el 12-15 del descanso no era fruto de la casualidad.
Para que no faltara de nada, en una acción del primer tiempo Jon Azkue se lesionó en una rodilla y ya no pudo volver al terreno de juego en todo el encuentro, por lo que a Sergio de la Salud le correspondió la mayor parte de la dirección del ataque. El segundo de sus goles llegó en un desdoblamiento al pivote.
En medio de la lucha de ambos equipos, los colegiados italianos trataron de poner orden con exclusiones y pasivos. De hecho, en el gol del empate final, los árbitros levantaron la mano antes de que Rodrigo Salinas terminara la acción.
El punto sabe a gloria en el bando local y debe ser decepcionante en el visitante, que, con el partido en la mano, no consiguió un triunfo que le hacía falta. Una vez más, Artaleku vibró con los suyos, que lo celebraron como si de una victoria se tratara. Siguen liderando el grupo. La próxima cita será en Finlandia en la cancha del Cocks.