donostia - La longevidad de Jesús Ángel García Bragado, marchador que ha disputado a lo largo de su carrera trece Mundiales -en el último, el de Doha, fue octavo con 49 años- y que en Tokio 2020 competirá en sus octavos Juegos Olímpicos, es de todo menos casualidad. El atleta madrileño es un caso único que ha ido haciendo historia gracias a su trabajo y capacidad de sacrificio. Bien lo sabe un oiartzuarra, Xabier Leibar, un doctor muy reconocido entre los deportistas y que es el médico personal de Bragado “desde hace 25 años”. “Somos como una pareja de hecho”, bromea.

“Tengo muchos años de ejercicio y he tenido suerte de estar en proyectos bonitos. Lo que tiene de distintivo Chuso es su perseverancia y su capacidad para preparar de forma minuciosa los objetivos. Además, es capaz de entrenar muy duro y luego recuperarse”, dice el doctor Leibar a modo de resumen, para añadir: “Es muy exigente con todo el mundo, pero sobre todo con él mismo, por eso a veces se mosquea un poco con la gente que no se dedica como se dedica él. Entrena muy duro. Un tipo como él que va a hacer ocho Juegos Olímpicos... es único. Ahora ha dedicado unos días a recuperarse y empieza a preparar la marca mínima que teóricamente le van a exigir para estar en los Juegos”.

García Bragado no dejó nada al azar de cara a los Mundiales de Doha, que se disputaron en condiciones límite debido al calor y a la humedad, tal y como cuenta el doctor Leibar: “Llegó quince días antes para aclimatarse. Siguió el plan de entrenamientos. A su edad, es capaz de innovar. Por ejemplo, se bañaba en agua caliente después de entrenar, y usó glicerol, una sustancia que retiene agua en el organismo y viene bien para no deshidratarte. En su momento se consideró dopaje, pero desde el año pasado se permite. Siempre que tu cuerpo lo resista, claro. Le hicimos pruebas, se vio que resistía y lo ha utilizado. También llevó unas zapatillas especiales con unas plantillas perforadas para permitir una mejor sudoración, la camiseta era de un tipo de fibra adecuado...”.

El marchador tiene fama de manejar bien los esfuerzos en carrera, lo cual confirmó en Doha, consiguiendo ir de menos a más para acabar en la citada octava plaza: “Él sabía a qué ritmo podía ir. Hay un momento que va con el alemán y este aprieta, pero Chuso prefiere ir a su ritmo. Quedaban catorce kilómetros. Eso hay que saber, hay que determinar, hacer muchas pruebas. Igual ha hecho este año 20 controles que llamamos de campo, y alguno de laboratorio”.

García Bragado ha ido rodeándose de un buen equipo de trabajo, otra de las claves de su rendimiento: “Su pareja, Montse Pastor, es una buena entrenadora, de mucho nivel técnico, y ha conseguido que vaya marchando mejor, sin problemas. Montse es una pieza muy importante. Su fisioterapeuta es Miquel Cos, una persona que rompe el paradigma en Catalunya. Él va montando su equipo alrededor. Por ejemplo, ha tenido dos intervenciones sobre la cabeza del fémur, una zona donde tenía problemas. Pues la persona que le operó es un cirujano italiano que es de los mejores, un médico brillante. Chuso es un tío espabilado en ese sentido”.

Xabier Leibar, en la actualidad con Basque Team entre otros proyectos, reconoce “disfrutar” en el trabajo con el marchador madrileño: “Sabes que, hagas lo que hagas tú, él va a hacer más. No se escaquea de nada, es muy exigente y siempre te está planteando proyectos. Pero tampoco es un tío ascético. Se puede tomar una caña y cuando viene a Euskadi a hacer alguna prueba, lo que hace a menudo, le gusta comer bien”. Una anécdota revela la unión entre el doctor Leibar y García Bragado: “Cuando Chuso quedó cuarto en los Juegos Olímpicos de Pekín (2008), al llegar a meta pidió un móvil, porque él no lleva teléfono a las competiciones para aislarse, y me llamó para darme las gracias. Imagínate la satisfacción cuando un deportista hace eso”.