Al templo de la pelota, el Astelena, La Catedral, el hogar de Miguel Gallastegi, mito de la mano, se le puso un nudo en la garganta recordando a su héroe; la leyenda de los 100 años que falleció el viernes. Enmudeció el frontón en su honor, con el corazón palpitando solemnidad. El réquiem de los pueblos que lloran a los suyos desde el alma, desde la sinceridad y la sobriedad. Solo el silencio, abrumador, y un ramo de flores en el lugar donde Gallastegi dejaba que descansara su chaqueta bajo la chapa, llenaron el Astelena en un misa pagana. Nada de sonido de piel contra la piedra. Solo recuerdo, el eco infinito del respeto y la memoria. Una preciosa ovación en su recuerdo. Para siempre Don Miguel.

A un viaje lunar del halo que iluminó a Gallastegi creció el duelo que midió a Olaizola II y Albisu contra Irribarria y Zabaleta, donde se debatía el liderato del Parejas, un campeonato que en el meridiano tiene reservadas tres de las cuatro plazas para las semifinales. El espectáculo del Astelena fue un mayúsculo contenedor de errores. Los diez primeros tantos fueron fallos. Contabilizó el primer acierto Albisu, con una escapada. Esa fue la sintonía de una pugna de perfil bajo salvo por la velocidad y la potencia de los cañonazos de Irribarria y Zabaleta, que bien podrían formar un equipo de derribo. Albisu, incómodo, incapaz de encontrar la distancia, era un manista a un error pegado. Acumuló una decena en juego y recibió dos saques de escasa mala leche. Las penurias del ataundarra colocaron a Olaizola II ante un imposible. El delantero apenas dispuso de pelota porque Irribarria, pletórico en pegada, y Zabaleta, majestuoso soltando el látigo, le enjaularon en la torre de control, mirando a la pelota volar.

En ese escenario, el de Arama y su espectacular zaguero abrieron huella. Albisu, desnortado, era incapaz de enderezarse y Aimar limaba la roca con una cepillo de dientes. Irribarria, al que no le sobró virtuosismo, obtuvo beneficio de los socavones que provocaba su zaguero, el mejor del partido. Ambos se pusieron a un par de palmos del triunfo 18-11 y 20-13. Entonces Albisu alzó el mentón y Aimar, un superviviente, enredó cuanto pudo. Obligó a dar un pelotazo más. El espíritu competitivo no decae jamás en el goizuetarra. Zabaleta, exquisito hasta entonces, perdió algo de swing e Irribarria no cerraba. Crecieron Olaizola II y Albisu y se pusieron a dos tantos después de tres errores consecutivos de los de Aspe (19-21). En tierra de emociones, el duelo se cerró de un portazo, el enésimo error de Albisu. Gallastegi se merecía mucho más.

En el Parejas de Promoción, Elordi y el debutante Oier Etxebarria vencieron por una ajustado 22-20 a los riojanos Darío y Ruiz. Untoria se estrenó con triunfo en su nueva andadura en Aspe en el cierre del festival.