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Jaime, el rey de La Concha

El donostiarra logra completar el reto de nadar 25 horas seguidas, en un final emocionante rodeado de amigos y afectados de ela

Jaime, el rey de La Concha

donostia - Exhausto pero feliz. Así llegó Jaime Caballero a la playa de La Concha ayer a eso de las 13.30. Acababa de nadar 25 horas seguidas para concienciar sobre la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y una multitud le esperaba en la orilla, aplaudiéndole y gritando: “¡Bravo, Jaime!”. Varios afectados por la enfermedad se unieron a él para nadar los últimos metros y otros, con movilidad más reducida, le esperaban en la playa y arriba, en la barandilla.

El nadador donostiarra apenas se tenía en pie al llegar a la orilla. Cuando trató de incorporarse al dar la última brazada tuvo que ser ayudado para mantener el equilibrio. El esfuerzo había sido enorme y pasar de nadar a andar requiere su tiempo, algo que le suele ocurrir cuando ha afrontado retos tan duros como el de ayer. Pese a eso Caballero, visiblemente cansado, buscaba a los afectados de ELA que habían venido a apoyarle desde toda España. Para ellos, el donostiarra es una referencia, la persona que está tratando de dar visibilidad a “la enfermedad más cruel”, tal y como él mismo la define.

Mientras era recibido con aplausos, él quería que el reconocimiento fuera para los que le acompañaban. “Para ellos”, pedía a las decenas de personas que se congregaron en la playa para recibirlo. Después repartió abrazos y subió las escaleras hasta el paseo, donde estaba Moncho, afectado de ELA y buen amigo de Caballero. También estaba su madre, que después de abrazarle y besarle, le preguntó: “¿Tienes frío?”. Hay cosas que no cambian ni cuando has nadado 25 horas seguidas.

“muy duro” Jaime Caballero reconoció que el reto que había comenzado la víspera a las 12.30 desde el Náutico se le había hecho “muy duro”. “Pero me he acordado de todos ellos”, comentaba rodeado de afectados de ELA: “Estoy muy contento y muy agradecido, ellos son los que merecen el aplauso. Parecía el reto más fácil y ha sido muy duro, hemos intentado salir de la bahía y no hemos podido. Ha sido muy duro”, repetía.

El hecho de no tener un lugar de salida y otro de llegada como tal se le hizo “mentalmente duro”, reconocían sus acompañantes. Se trataba de aguantar nadando 25 horas seguidas, no de ir de un lugar a otro. Sin poder salir al Urumea ni hacer el recorrido que tenía pensado hasta Getaria, la madrugada se le hizo especialmente exigente al donostiarra, que al anochecer empezó a notar frío y tuvo que darse una ducha caliente en un barco de apoyo y tomar un café para entrar en calor. También se puso un traje de neopreno.

txapete y compañía En todo momento Caballero iba acompañado de dos barcos y de algunos amigos que se turnaban en un kayak y nadando a su lado. En uno de los barcos, el que le iba suministrando comida y bebida, estaba al timón su inseparable Txapete -que ha realizado todas las travesías a su lado-, Gonzalo Artiach y Andrés Azpilicueta, claves en todas las iniciativas que afronta el nadador. También el doctor Arratibel, encargado de su preparación y de la alimentación antes y durante el reto.

En el otro barco iban también varios amigos de Caballero. Entre ellos Karlos Argiñano, que lleva años apoyándole y tratando de dar visibilidad a sus proyectos. “Desde que hizo el reto Bilbao-Donostia (en 2009), Jaime es mi hombre”, decía el popular cocinero. Junto a él iban Dámaris Domínguez, viuda de Fran Otero, fallecido de ELA hace dos años y gran amigo de Caballero; Eva Millán, periodista que está dando forma a un libro sobre la vida del donostiarra; o Fernando Lorente, encargado de gestionar los turnos en los dos barcos. A lo largo de las 25 horas se fueron uniendo más amigos y afectados por la enfermedad que no paraban de animar al nadador.

bajón de azúcar Al amanecer llegó el peor momento del reto. Cuando ya llevaba 18 horas nadando, la soledad de la noche y el cansancio empezaron a hacer mella en Caballero. “A eso de las seis y media me ha dado un bajón de azúcar y he estado a nada de abandonar, pero he aguantado gracias al doctor Arratibel, que me ha dicho que no me preocupara y que siguiera. Hemos aumentado las tomas de azúcar y le he dado la vuelta”.

Esa dosis extra de azúcar, el sol y el calor obraron el milagro y Jaime Caballero, ya despojado del neopreno -que se quitó sobre la marcha, sin parar-, recuperó el ritmo y las ganas. Se permitía incluso bromear y pedir algún capricho para comer: rosquillas y un trozo de croissant porque se había hartado ya de los pastelitos. Eso sí, no descuidaba la hidratación y cada media hora, al toque del silbato, se acercaba al barco a beber agua.

A las 13.30 horas ponía fin a su reto. “Ha sido muy difícil, muy duro. He pasado frío, lo del bajón de azúcar... pero prueba superada. Como siempre, he pensado en ellos”, repetía señalando a los afectados de ELA Jaime Caballero, el rey de La Concha.