los clubes de Irlanda siempre viajan por Europa acompañados por un buen número de seguidores. Donostia ya comprobó este fenómeno cuando el Munster visitó al Biarritz Olympique en Anoeta en 2005 y en 2010. El Leinster también gozará del apoyo de miles de aficionados este sábado en la final de la Champions Cup que le enfrentará al Racing de París en Bilbao. Los irlandeses Evelyn Manley y Kevin Quigley, profesores en el Colegio Inglés San Patricio de Donostia, explican para NOTICIAS DE GIPUZKOA cómo viven los partidos los hinchas de su país y la importancia del rugby en la isla.

Manley, de West Cork, y Quigley, de Limerick, son seguidores del equipo de la provincia de Munster, pero este sábado desearán que se proclame campeón el Leinster -el club de la provincia donde se encuentra Dublín-. Quigley apoya a los dublineses “de corazón. Creo que política y culturalmente, es bueno para Irlanda cuando cualquier equipo tiene éxito. Los efectos son positivos”. Ademas, aunque sea “duro admitirlo”, el Leinster “es el mejor ahora mismo”.

Quigley sigue el rugby fundamentalmente a través de un grupo de WhatsApp que tiene con sus amigos, mientras que Manley confiesa que no tiene muchas opciones de seguir la Champions Cup, aunque vive en Hernani, donde “todo el mundo juega al rugby y es como estar en casa. Llevo aquí 25 años y veo más rugby ahora que antes, está cogiendo fuerza”.

La profesora considera que “el rugby ha hecho mucho para unificar Irlanda. Tanto como los políticos. Antes había jugadores de Ulster que no querían jugar con la selección irlandesa, pero hoy en día sí. Por eso hay dos himnos”, A Soldier’s Song, que es el himno de la República Irlandesa, y Ireland’s Call, “que habla de las cuatro orgullosas provincias y que no dice nada de morir por el país. Hubo que escribir otro himno para que los del Ulster estuvieran de acuerdo”. Cuando el XV del Trébol gana el Seis Naciones, como hace unos meses, “todo el país lo celebra unido, da igual de dónde seas. Ha sido bonito ver la evolución de esto”. Y es que el deporte del balón oval no siempre ha sido tan popular en Irlanda. Hace unas décadas, una gran parte de la población irlandesa consideraba el rugby como “un deporte extranjero, protestante y elitista”. “Antes no se jugaba al rugby en los colegios, solo en Dublín y en los colegios protestantes. El deporte nacional es nuestro fútbol -gaélico- y el hurling -y su versión femenina, el camogie-. En el Norte, los católicos jugaban sobre todo a fútbol gaélico y soccer, y los protestantes, al rugby y al soccer. Ahora sí, eso ha cambiado. Hace unos 40 años, por ejemplo, mi hermano se fue a ver un partido de soccer un día que había fútbol -gaélico- y le suspendieron del club. Estaba visto como un deporte extranjero, aunque no era elitista, como el rugby”.

Manley señala dos puntos de inflexión que cambiaron las cosas: “En el Mundial de fútbol de Italia 90, Irlanda llegó a cuartos de final y se demostró que un país pequeño podía pisar fuerte. Hubo un giro en la sociedad y el soccer fue más aceptado. Se vio que se podía jugar a los deportes gaélicos y al fútbol, que se podía jugar a lo que fuera, que no había problema, y eso preparó el camino para el rugby”. Otro hito fueron los acuerdos de Viernes Santo de 1998, “cuando las cosas en Irlanda del Norte se calmaron y dejaron de actuar el IRA -Ejército Repúblicano Irlandés- y el UVF -Fuerza de Voluntarios del Ulster-. Irlanda siempre había estado en el Cinco Naciones, antes, y en el Seis Naciones, ahora. Los clubes empezaron a invertir tiempo en el rugby. Ahora casi todos los chavales juegan a los deportes gaélicos, al soccer o al rugby, o a los tres. Es un deporte que se juega en los colegios y ya no tiene ese carácter elitista. Cada persona juega a lo que le da la gana. Y las chicas son igual de apasionadas que los chicos siguiendo el rugby”.

Beber, sin causar problemas Los dos profesores coinciden en que habrá “mucha marcha en Bilbao”. Aunque los irlandeses tienen fama de beber mucho, Manley matiza que “está muy mal visto que alguien se porte mal o cause algún problema. Hay que ser correcto”. Además, los aficionados “también estarán interesados en la cultura, o en ir a las tiendas”.

La manera de pasar el tiempo en los bares es distinta, porque “en Irlanda vas al pub y te quedas allí”. Además, las formas para medir la bebida tienen poco que ver: “Cuando vienen irlandeses aquí me encanta hacer bromas y ponerles unos zuritos. Es que allí bebemos pintas, que son como tres cuartos de litro. Es un shock”.

Diferentes líneas de vuelos conectan Irlanda con Bilbao y Biarritz, y hay una línea de ferrys entre Cork y Santander. Manley explica que “la gente está acostumbrada a viajar en grupo para ver los partidos del Seis Naciones o de sus clubes”, y Euskadi es un destino conocido en Irlanda: “La gente ha estado antes aquí por los partidos del Munster. Amigos míos vinieron solo para el partido y luego volvieron después. Les interesa la cultura, la sidra, las sidrerías y el problema político que hay. Donostia es un sitio precioso al lado del mar. Cuando vienen no solemos sugerirles que vayan a Bilbao, pero van a ver el Guggenheim”. La afición irlandesa ya está lista para visitar Bilbao.