donostia - Por eso de la globalización y del dinero, que no tiene patria, el Giro de Italia comenzará en Israel el viernes. En el punto de la salida estará el proyecto que pretende sacar del anonimato al ciclismo israelí, el Israel Cycling Academy, que entre otros dirige Óscar Guerrero. El técnico navarro radiografía la realidad de la formación que se sustenta en el mecenazgo aportado por Sylvan Adams y Ron Baron, dos entusiastas del ciclismo.
¿Cómo recaló en Israel?
-Egoi Martínez, que es representante, me comentó que había una opción en un equipo israelí que quería subir a categoría Continental Profesional. A mi me interesó la idea porque el equipo está centralizado en Girona. Mandé el currículo y a partir de ahí, el mánager general se puso en contacto conmigo. Yo tenía experiencia de haber trabajado con chavales jóvenes y con equipos que habían arrancado como Kaiku, también estuve en Euskaltel. Contactamos y lo primero que hicimos fue una entrevista en inglés, que es el idioma oficial. A partir de ahí, empezamos a hablar, a sentar las bases de lo que querían. Él manejó varias nombres y al final se decantó por el mío. Así fue como empezamos la pasada temporada. El equipo dio el salto a la categoría Continental Profesional. Desde el primer momento me he sentido muy cómodo en el proyecto. Hemos hecho una piña. El años pasado hicimos un buen trabajo y en este hemos dado un salto importante. Con la idea de llevar el Giro a Israel éramos conscientes de que teníamos que crecer, si no era imposible estar en la salida. Solo por ser un equipo de Israel no obtendríamos una de las invitaciones. Se apostó por hacer un proyecto más grande. Se ha pasado de 16 corredores a 24, con algunos corredores contrastados como Hermans, Plaza o Sbaragli. Hemos pasado de dos directores a cinco. Tenemos ocho masajistas, seis mecánicos, dos osteópatas, dos médicos y a nivel de infraestructura estamos cerca de los equipos WorldTour.
¿Qué destacaría del ciclismo israelí?
-Lo ilusionante del proyecto es que no había nada, en el sentido que no existe una base de ciclismo en Israel. El soporte del equipo son dos mecenas que aportan el 95% del presupuesto. Ellos quieren hacer visible el ciclismo en Israel, que enraíce en la sociedad. En Israel el ciclismo no es un deporte de masas, aunque se practica mountain bike. Lo que querían era que en el futuro mucha gente practique el ciclismo en Israel, que sea un deporte más y con el tiempo, poder sacar ciclistas israelíes desde la base, desde junior, y poder pasarlos a profesional teniendo cierto nivel. Nuestro equipo es un desafío; queremos levantar el ciclismo en un país sin tradición. A mí esa idea me parece un proyecto superinteresante.
No es un equipo al uso, no responden a un patrocinador.
-Efectivamente. El 95% del presupuesto lo ponen dos personas. Uno es israelí y el otro es canadiense, aunque lleva 25 años viviendo en Israel y está enamorado del país. Son dos locos del ciclismo. Vienen a las concentraciones a andar con nosotros en bici, les encanta esto. Ellos no nos exigen resultados ni victorias, pero sí que lo demos todo, que nos esforcemos, que demos el 100% y que salga lo que tenga que salir. Aunque en el futuro aparezca un patrocinador, que puede ser, ellos siempre querrán ser parte del proyecto.
Debutan en el Giro. ¿Con qué idea?
-Nuestro objetivo es ganar una etapa, no nos vamos a engañar. Tenemos corredores fuertes como Ben Hermans, Sbaragli o Rubén Plaza. Con Hermans tal vez podamos hacer una buena general, pero el objetivo, sin duda, es llevarse alguna etapa y nos queremos dejar ver en carrera, que el equipo cale.
¿Se ven en el World Tour en el futuro?
-Aquí no hablamos de ello, pero no es algo que me sorprendería porque a la velocidad que ha crecido el proyecto, no es descartable. Este año correremos una grande y dependerá en gran medida de la idea que tengan los mecenas de cara al futuro.
¿Existe apoyo institucional en el equipo?
-A nivel de presupuesto el 5% lo está cubriendo el ministerio de Turismo. Realmente el dinero es de muchas empresas pero el nombre es la academia de ciclismo porque es el objetivo: formar ciclistas y crear cultura ciclista.
¿Cuál es el nivel de los ciclistas israelíes?
-Hay gente que tiene nivel, pero hay que darse cuenta que la calidad suele salir de la cantidad. Nosotros estamos acostumbrados a que en las carreras de juveniles, de aficionados salgan más de cien corredores y de ahí siempre salen ciclistas. Te sale un Mikel Landa, los Izagirre... este es otro mundo. La gente que está arriba sí que tiene un nivel más o menos bonito y creo que con el tiempo pueden estar en equipos que no sean israelíes. El año pasado traje un corredor israelí de 20 años para que compitiera en el País Vasco. Estuvo en el Ampo y fue capaz de ganar a gente como Sergio Samitier en el Lehendakari. Ahora es parte del equipo. Hizo un primero, un tercero, un cuarto... en Ampo estaban muy contentos con su rendimiento.
¿Son muy distintos los corredores israelíes respecto a otros componentes del equipo?
-El modo de organizar las cosas responde al modelo europeo porque en el equipo es lo que se ha mamado. Tenemos esa experiencia y funciona como un equipo europeo más, pero sí es verdad que al tener corredores de tantas nacionalidades diferentes te llama la atención las formas de hacer las cosas de algunos.
Israel es un punto caliente en la geopolítica y la salida del Giro ha generado polémica e inquietud. ¿Cómo lo viven?
-De entrada nosotros intentamos demostrar que con el deporte somos capaces de convivir 16 nacionalidades, con corredores, porque entre todos somos 24 nacionalidades. Creemos en la convivencia. Aquí somos todos iguales y trabajamos en equipo. Luego, en el tema político intentamos no entrar porque nosotros hacemos deporte y el tema político es para los políticos. Soy consciente de que haya gente con dudas y recelos sobre la salida del Giro en Israel, pero mi experiencia en el país ha sido buena, aunque la primera vez que fui lo hice con cierta tensión. Los equipos pueden ir sin ninguna preocupación. Es verdad que vemos muchas imágenes de lo que pasa, pero al menos en Jerusalén y en los lugares que visitado se respira tranquilidad. Me gustaría que la gente saliera a la calle con el Giro y que los equipos se sientan a gusto y que la experiencia sea buena.
¿Qué supone para el Israel Cycling Academy que estén en el Giro?
-Creo que lo vamos a ver realmente en el Giro. Este año ya se ha notado un salto en ese aspecto. Han venido muchos medios de Israel a las carreras para divulgarlo allí. Ellos creen que con el Giro la gente saldrá a la calle. Además de ver el Giro, quieren que se sientan parte del equipo sabiendo que tienen un equipo que les representa. Esperemos que vaya calando. En ese sentido, el equipo está haciendo una cosa que creo que es muy interesante: se están haciendo convenios con colegios por todo el país para que el ciclismo sea parte de las clases. Dos horas a la semana, como otros deportes. Se les ha regalado bicicletas, mountain bikes, y se está introduciendo el ciclismo entre los niños. Me parece que es una medida muy interesante. También hablamos con los clubes ciclistas que hay para darles pautas de cómo trabajar con los niños, cómo hacer base, cómo se organizan carreras. Ellos quieren que haya ciclismo.
¿No existe competición?
Apenas hay algunas carreras, pero nada que ver con lo que tenemos aquí. Son carreras sueltas en las que se mezclan desde sub’23, elites a cicloturistas. De hecho, a corredores sub’23 les sacamos a correr por distintas carreras del calendario europeo porque allí apenas existen competiciones.
Vamos, que están haciendo camino.
-Sí. Es un poco lo contrario a lo que hemos hecho en el País Vasco en el sentido de que aquí teníamos mucha base e hicimos un equipo profesional como Euskaltel-Euskadi. Allí se ha hecho un equipo profesional para tener luego una base. Ellos van contrarreloj. Para hacer una base necesitas mucho tiempo y se ha apostado por hacer el equipo profesional. Se intenta que eso genere un impacto fuerte y mediante los convenios con los colegios, que el ciclismo, con los años, crezca en Israel.