En ciclismo, la televisión puede llegar a engañar. Mucho además. En la Milán-San Remo, Peter Sagan no se movió en el Poggio. Solo seis días después, este pasado viernes en Harelbeke, se cayó de la lucha por la victoria a 50 kilómetros de meta. Y surgieron las dudas. Siempre de puertas hacia afuera, claro. Porque el entorno del eslovaco asumía la situación con naturalidad. “He estado varias veces en la Milán-San Remo, como ciclista y como director, y no había visto nunca tanto viento de cara en la última subida”, reflexiona el beratarra Patxi Vila, preparador del triple campeón del mundo. ¿Y Harelbeke? “No debe ser excusa, pero al principio de la carrera tuvo una caída. Y todo condiciona”.
Las circunstancias mandaron en Italia y en Bélgica, donde también tuvo su peso el grado de preparación de Sagan, distinto al del año pasado a estas alturas. “Hemos cambiado cosillas para llegar mejor a estas semanas con Flandes y Roubaix”, lanza Vila sobre las citas de los domingos 1 y 8 de abril. Repreguntado al respecto, especifica los matices que en este 2018 está teniendo el acondicionamiento del eslovaco. “Hemos buscado que alcance más fresco la actual fase de la temporada. El año pasado lo hizo algo justo. Este invierno, Peter ha pasado más tiempo en casa. Y hemos retrasado una semana el inicio de la campaña de clásicas, sin Het Nieuwsblad ni Kuurne y arrancando en Strade Bianche”. Los frutos ya están aquí. El arcoíris empieza a asomar. “La victoria del domingo en Wegelvem nos viene fenomenal. Y significa algo de cara al futuro. Cuando Sagan ha terminado primero o segundo esta carrera, siempre ha estado cerca del triunfo en Flandes”.
El campeón mundial está pasando la semana en Bélgica, a donde Vila viaja el viernes. Esperan en la clásica flamenca los rivales de siempre. “Van Avermaet, Gilbert...”. El navarro no considera en exceso las opciones de Nibali, “porque San Remo no es Flandes”. Y sí tiene la mosca tras la oreja con Michal Kwiatkowski. “Corriendo la Itzulia desde el día siguiente en Zarautz, algo estará planeando si ha decidido subir antes al adoquín. Habrá que tener cuidado”. También deberá ser precavido Sagan con circular demasiado cerca del público en los muros. El año pasado, un enganchón con la chaqueta de un espectador frustró sus opciones. “De todo hay que aprender. Esta vez igual se separa un poquito más. Pero yo he sido ciclista y le entiendo. Siempre tiendes a buscar el refugio de la valla”.
los bloques Llegará este domingo un momento, como aquel de 2017 con Sagan yéndose al suelo y arrastrando a Naesen y Van Avermaet, en el que la pelea por la victoria supondrá una cuestión individual, un pulso entre los gallos. Pero los bloques tendrán antes mucho que decir. “Bodnar, Burghardt, Oss... Llevamos un buen equipo”, dice Vila sobre la formación del Bora. Incluye en su enumeración al italiano, fichado este año del BMC y que no parece terminar de carburar. “Está bien. Pero quizás él mismo se ha expuesto demasiado a la hora de trabajar para Peter, ilusionado con el papel que le toca jugar, y lo ha pagado. En un principio iba a correr el miércoles (mañana) en A Través de Flandes, pero hemos optado finalmente por darle un respiro”.
En su afán por preparar la clásica del domingo con la mayor minuciosidad posible, Vila ya ha echado un vistazo a los pronósticos meteorológicos. “Dan fresquito y nada de agua. No son condiciones que vayan a marcar la carrera”, agrega el navarro sobre el Tour de Flandes, una prueba menos impredecible que la París-Roubaix de la semana siguiente. El Infierno del Norte también supone un objetivo prioritario para Sagan, “pero allí el factor suerte juega un papel mucho más importante”. “Los tramos de adoquín son llanos, aunque técnicamente más complicados. Y un simple pinchazo puede terminar con tus opciones”, finaliza el beratarra, todavía en casa, mientras el maillot arcoíris ultima detalles en tierras flamencas. “A estas alturas todo el entrenamiento está hecho. Solo falta dar toques de intensidad a un par de sesiones esta semana, para no incurrir en desadaptaciones”.