donostia - La Federación Guipuzcoana de Balonmano homenajeará mañana a las pioneras del balonmano femenino en Gipuzkoa, a las internacionales que ha dado el territorio y a los clubes, algunos ya extinguidos, que han militado en las principales categorías. Mamen Celarain estará entre las exjugadoras que acudirán a estos actos. La portera añorgatarra, de 66 años, formó parte del primer equipo guipuzcoano que ganó un título estatal, el desaparecido Medina de San Sebastián, y también defendió la portería de España en 56 ocasiones entre 1972 y 1981, siguiendo los pasos de otra guardameta internacional como fue Izaskun Calleja.

¿Cómo empezó a jugar a balonmano?

-Estudiaba en Benta Berri, en el colegio Montpellier. En los últimos años del bachillerato vino a dar clase Manoli Fuentes, que era la mujer de Juanjo Igea, entrenador de balonmano, gran jugador y gran nadador, y me llevó a hacer atletismo. Tendría 14 o 15 años. Te ponían a hacer de todo. Hasta jabalina. Yo ni sabía lo que era. Me saqué mis medallitas. Al año siguiente, Manoli me dijo: Tienes que venir a Anoeta con el colegio de San Bartolomé para jugar a balonmano en la portería, por que necesitaban una portera. Y así empecé. Me dijeron: Ponte aquí y procura que no entren los balones. Fue de un día para otro, sin entrenar y sin saber si un balón era redondo o cuadrado. Sería 1969 o 1970. Estuve un año haciendo atletismo y balonmano, pero luego me tiró más el balonmano. Después, Juanjo Igea me cogió para el Medina.

¿Su entorno le apoyaba?

-Sí. Mis padres estaban contentos, me veían que estaba ilusionada y que disfrutaba jugando.

El Medina era un equipo vinculado a la Sección Femenina del Movimiento Nacional. ¿No le daba un poco de respeto

-No. Éramos un grupo de mujeres que jugaban al balonmano, y hay que decir que nunca nos metieron presión política, ni nada. Íbamos a lo que íbamos. Tras la muerte de Franco no sé si el equipo duró uno o dos años más. Creo que desapareció en 1976, y el Anoeta también desapareció por entonces.

En la temporada 72-73, el Medina se convirtió en el primer equipo guipuzcoano que ganaba la liga de División de Honor...

-No me acuerdo de cómo subimos a División de Honor. Aquí los clubes más potentes eran el Anoeta, el Alcartasuna de Pasajes, el Touring de Errenteria y el Medina. Cuando desapareció el Touring, Izaskun Calleja -y otras jugadoras- vino al Medina y estuvimos peleándonos por la portería, jugando, entrenando y divirtiéndonos. Con el Medina ganamos dos títulos de liga -1973 y 1976-, y creo que quedamos subcampeonas otras dos temporadas. Recuerdo un resultado anecdótico contra el Atlético de Madrid en el Gasca: 2-1. Detrás mío estaba Juan de Dios Román, gritándoles a todos. El Atlético y nosotras estábamos jugando por los títulos.

No tardó en acudir a la selección española...

-En 1970 y 1971 ya fui a la selección y en 1972 jugué mi primer partido, que fue el primero que ganamos a Francia, en Vigo. Cuando me llevaron por primera vez se jugaba un partido al año, contra Francia. Un año era en España y otro en Francia. Al año siguiente ya jugamos dos partidos, sábado y domingo, contra Francia también. Fue así hasta 1975, que empezamos a jugar más. Ahora a las Guerreras da gusto verlas, pero entonces a nosotras nos pegaban cada palo... También había equipos de nuestro nivel, como Italia.

Del Medina pasó al Pasajes...

-Cuando desapareció el Medina, hubo gente que se fue al Salleko. Marivi Cortés y yo fuimos al Pasajes, y otras lo dejaron, porque entonces muchas se casaban con 23 o 24 años y se retiraban. En el Medina, cuando jugábamos contra el Pasajes se formaban unas peleas grandísimas, éramos grandes rivales. Subieron después de nosotras a División de Honor y acabé jugando allí.

Llegó a salir de Gipuzkoa para jugar en el Rancho de Castelldefels...

-Estábamos en una concentración de la selección en Castelldefels, y me dijeron que fuera a jugar allí al año siguiente, porque el Iber estaba arrasando y querían potenciar el equipo para hacerle un poco de sombra. Yo hacía la vida en Donostia. Empecé a trabajar con 19 años y me fui al Rancho con 28. En aquella época trabajaba un sábado sí y otro no. El sábado que tenía fiesta, mi hermano me llevaba a Loiu, iba a Barcelona en avión y luego a Castelldefels, entrenábamos el viernes de nueve a once de la noche, y jugábamos el domingo a las once para que pudiera tomar el avión de vuelta. Eso, cuando jugábamos en casa. Cuando jugábamos fuera iba directamente al partido. El Rancho me pagaba los viajes y la estancia, nada más. Mientras tanto, yo me entrenaba unos días con el Ayete y otros con los juveniles del colegio de La Salle.

No sería muy común entrenarse con chicos...

-No, pero yo sí lo hacía. Notabas la diferencia de fuerza y de velocidad. Para entrenar, perfecto.

En el Rancho volvió a ganar un título.

-La primera Copa de la Reina la ganó el Rancho cuando estaba yo. ¡Se la ganamos al Iber!, que era todopoderoso, en la 79-80 (15-11). En el Rancho estuve una temporada. Luego, como había entrenado con el Ayete, jugué mis dos últimas temporadas allí, porque tenía que pagar la deuda (ríe). Ahora tengo 66 años y lo dejé con 32.

Con el Ayete también jugó una final de Copa, un año después.

-Estaba el Iber y esa vez no coincidió que ganáramos. El Ayete desapareció al poco tiempo. Faltaba dinero, no había ni equipajes. Y no es porque las jugadoras se llevasen nada. Con el Ayete viajábamos en coches particulares. Y no había las carreteras de hoy en día. Esa es otra novela.

No tenían muchos recursos...

-Éramos amateur 100%. Cuando entré en el Medina heredé un jersey de mi predecesora. Si se nos rompía el chándal o las zapatillas, las comprábamos. ¿Que ir a tal sitio costaba tanto dinero? Pues si quieres vienes. Yo no he conocido el dinero en el balonmano. En la selección al principio no, y luego, algo. No había dietas ni nada. En el Medina y en el Rancho no vendí ni un boleto, pero en los demás, sí. Te daban un taco y tenías que venderlo, y si eran fiestas tenías que ir a la cantina a ayudar.

¿Sigue el balonmano femenino?

-Sí, sigo la prensa y alguna vez voy a Bidebieta a ver al Bera Bera. Veo los partidos con tranquilidad.

¿Era un balonmano muy diferente al actual?

-No puede haber comparaciones. Por la evolución del mismo balonmano, es incomparable técnica o tácticamente. Tampoco había tanta técnica o fuerza. También jugábamos sin pega, yo solo lo conocí un poco ya en el año 79 u 80. Hoy en día se hace un juego mucho más bonito de ver que antes. Con dos entrenamientos a la semana, no se podía más. Entrenábamos al aire libre, con frío, lluvia, nieve... Cuando empezamos no había polideportivos, jugábamos al aire libre. Entonces se jugaba como se jugaba y jugábamos bastante bien. Empecé a jugar y a entrenar en las antiguas instalaciones de Anoeta. Primero jugamos al aire libre, con el tiempo que hiciese. Cuando se hizo el Gasca, en el Gasca, y cuando se hizo el polideportivo de Bidebieta, en Bidebieta. Lo estrenamos nosotras contra un equipo austriaco. Estaba aquello como nunca.

¿Tenían mucho público?

-En aquel partido sí. En los demás, siempre había gente.

¿Usted o alguna compañera tendría sitio en el Bera Bera?

-No me gustan las comparaciones. Tampoco les veo a ellas jugando como nosotras. ¿Quién tiene más mérito? No lo sé.

Cuando jugaba, ¿era consciente de que estaba abriendo camino para el balonmano femenino?

-Yo no he sido consciente de estar creando ninguna historia. Estaba a gusto y jugaba bien. No tenía referencias. La prensa sí hablaría del balonmano, pero en Añorga Txiki no había nada de todo eso. Tampoco me considero un referente para nada. Si yo empecé es porque hubo otras generaciones anteriores. Manoli Fuentes y su hermana Begoña también debieron de jugar. Anteriores a mí también hubo otras grandes jugadoras, como Pilar Azkarate. Yo he sido feliz jugando al balonmano y he estado a gusto, he disfrutado a tope, y ya está. No creé ninguna escuela. El mejor salario, lo mejor del balonmano, ha sido las grandes amistades que hemos hecho y que tenemos todas juntas. Mientras teníamos que jugar, nos habremos odiado, pero eso se pasa en el campo. Me sigo juntando con gente con la que he jugado en todos los equipos. De hecho, nos seguimos viendo todas cada mes o mes y pico.

Mañana estará en el homenaje a las pioneras del balonmano femenino guipuzcoano e irá a ver el España-Alemania en el Gasca.

-Recordaremos viejos tiempos. Igual nos mentalizamos de que hicimos historia, pero cuando jugamos no éramos conscientes de eso. E iré a ver a las Guerreras sabiendo que pueden ganar, no que les van a pegar un palo, como en nuestra época.