La gran arrancada
El inicio de campaña subraya el buen tono competitivo de los corredores vascos, con protagonismo para Landa, Fraile o los hermanos Izagirre
donostia - Como si se tratara de algo inevitable porque tal vez lo sea, en las conversaciones y reflexiones entre un buen puñado de ciclistas se arremolina el recuerdo del Euskaltel, de aquella ensoñación pintada de naranja. Después suelen hacer un ejercicio hipotético, un “¿te imaginas ahora un equipo con los mejores corredores vascos?”. Entre la nostalgia de lo que fue y el deseo de lo que pueda ser porque no hay oráculo que pronostique el futuro, cabe la realidad que deja la poesía para los grafitis de los muros. En el presente, en el amanecer de la campaña ciclista, a una semana de la primavera, la explosión del ciclismo vasco es indiscutible, protagonista en buena parte del calendario.
Mikel Landa, vencedor de una etapa en la Tirreno-Adriático; Gorka Izagirre, tercero en la París-Niza y el Tour de Omán; su hermano Ion, cuarto en la carrera francesa; Omar Fraile, segundo en una de las jornadas de la carrera del sol, o Jonathan Castroviejo, tercero en la contrarreloj final de la Tirreno-Adriático, ejemplifican el fabuloso inicio de campaña de los ciclistas vascos, intacta su vigencia, pujanza y poder de convocatoria en el circuito internacional.
Mikel Landa, incorporación estelar del Movistar, no ha tardado en alzar los brazos. La victoria en Sassotetto en su noveno día de competición frente a muchos de los que se perfilan como rivales en el Tour de Francia, su Santo Grial, alimentan las esperanzas que recaen sobre el prodigioso escalador de Murgia. Landa, que luce galones de general, despuntó en la Vuelta a Andalucía. En las alturas envió un mensaje nítido. Logró la cuarta plaza en la Guardia de Jaén y fue segundo en Alcalá de los Gazules, únicamente superado en el pavés por Tim Wellens. Solo la crono que candaba la carrera le alejó del podio de la cita andaluza. Finalmente obtuvo la sexta plaza en la general, la misma bancada que ocupó en la Tirreno-Adriático, donde se exhibió en la etapa reina y se resintió en la contrarreloj de cierre. Con todo, el despertar del alavés apunta a lo más alto en un curso en el que se le acumulan las expectativas en los bolsillos del maillot.
el reencuentro ideal Al igual que el notable inicio de Landa, destacan las prestaciones mostradas por los hermanos guipuzcoanos Ion y Gorka Izagirre, que se han reencontrado en el Bahrain después de que Gorka dejara atrás su prolongado periplo en el Movistar. Lejos del papel que tenía asignado en el Movistar como escudero de Quintana, Gorka Izagirre está desplegando su calidad, atenuada con anterioridad por un rol dedicado a la protección de los líderes y al trabajo. Con mayor radio de acción, Gorka Izagirre ha firmado dos podios. Tercero en el Tour de Omán y en la París-Niza. Antes, en el Tour Down Under, el mayor de los Izagirre avanzó su nuevo estatus. Fue séptimo en la general. Aunque aún no sabe lo que es ganar, solo Démare pudo con él en la jornada inicial de la París-Niza. Dos milímetros le separaron de la victoria.
Con la regularidad por bandera, Gorka disputó el liderato de la carrera francesa hasta el extrarradio de Niza, donde una caída junto a su hermano Ion en la etapa definitiva impidió que estuviera más arriba en el podio y quién sabe si hubiese podido vencer la prueba. Ion, felizmente recuperado de la pavorosa caída que padeció en la pasada edición del Tour, finalizó la París-Niza en cuarta posición, justo detrás de su hermano. Además de ofrecer un tono notable durante toda la prueba, Ion obtuvo la tercera etapa en la jornada reina de la cita, en la que venció Simon Yates. El potencial de ambos continúa intacto y, con mayor libertad, serán dos de los dorsales a seguir en las pruebas de una semana.
Entre los dorsales que se han subrayado emerge la figura de Jonathan Castroviejo en su nueva andadura en el Sky. El vizcaino, uno de los grandes especialistas contrarreloj, ha dejado huella en su especialidad. Castroviejo fue segundo en la crono del Tour de Abu-Dhabi. Ese empuje en una modalidad en la que se adapta a la perfección también quedó patente en la etapa final de la Tirreno-Adriático, donde logró la tercera plaza, a apenas ocho segundos del vencedor de la jornada, Rohan Dennis, un superespecialista.
También se quedó muy cerca de cantar victoria Omar Fraile con su nuevo maillot, el del Astana. El santurtziarra completó una etapa memorable en el epílogo de la París-Niza. Fraile, escapado desde el inicio, fue rebasado por dos palmos en meta. Fue la media rueda que le dio el laurel a David de la Cruz. No obstante, la actuación de Fraile, también poderoso en el apoyo de Miguel Ángel López en el Tour de Omán, dejó poso de un corredor que continúa creciendo.
Lo mismo que ocurrió con el destello de Mikel Bizkarra (Euskadi-Murias) en la Vuelta a Andalucía, donde rindió a muy buen nivel, al igual que Pello Bilbao (Astana) en la Vuelta a la Comunitat Valenciana, donde alcanzó la séptima plaza en la general. Todos ellos contribuyen a la gran arrancada vasca del curso ciclista.