donostia - Felipe Montoya descubrió tarde el hielo, con trece años, pero se ha colado ya entre los mejores patinadores del mundo gracias a una dedicación superior a la media. “Suelo decir que le dedico las 24 horas del día”. Su infancia no fue fácil, ya que con siete años su padre desapareció y un año después cambió Colombia por Donostia, donde llegó cuando era aún un niño. El día que patinó por primera vez sobre hielo su vida cambió. Descubrió su “pasión” y todas las horas que pasaba en el Palacio de Hielo Txuri Urdin le parecían pocas. Desde hace seis años reside en Madrid y entrena en la Blume, un centro de alto rendimiento. Su sueño en Pyeongchang es colarse en la final, es decir, estar entre los 24 mejores patinadores del mundo.

Tendrá ya las maletas hechas. ¿Siente que se va a hacer realidad un sueño?

-Voy el día 7 miércoles para allí, para vivir el 9 la inauguración. Ahora ya me he hecho a la idea, pero sí, era un sueño, no sabía si iba a poder alcanzarlo, si podía conseguirlo en tan poco tiempo. Ha ido todo muy rápido.

Dice que el camino ha sido rápido, pero su dedicación para lograrlo ha sido absoluta.

-Sí, suelo decir que dedicas las 24 horas del día, porque cuando duermes estás pensando en descansar para estar bien al día siguiente. No desconectas en ningún momento.

Viene de Colombia.

-Sí, nací en Pereira y cuando tenía un año nos mudamos a Medellín. Con ocho años me vine con mi madre a San Sebastián.

Ha contado alguna vez que su padre desapareció en Colombia.

-Sí, fue cuando yo tenía siete años. A raíz de ahí, para cambiar de vida, nos vinimos a San Sebastián mi madre y yo. En aquella época en Colombia era algo por desgracia habitual. Tengo recuerdos, pero no detalles de lo que pasó ni cómo pasó. De hecho, no sabemos qué sucedió. Mi madre tenía amistades aquí y por eso vinimos.

¿Era un niño muy deportista?

-Pues sí. Era un niño muy movido, me gustaba mucho hacer deporte y bailar. Hice judo, natación, también piragüismo, pero no encontraba uno que me apasionara de verdad hasta que descubrí el patinaje. También bailaba. Hice ballet clásico y baile contemporáneo. Eso sí me gustaba.

¿Cuándo prueba el patinaje sobre hielo?

-Con trece años. Solo había visto una pista de hielo por televisión y tenía curiosidad por probarlo. En Colombia había una pista en Bogotá, nada más. Era algo que me llamaba mucho la atención, patinar sobre esas cuchillas tan finas. Nunca imaginé que dedicaría mi vida a eso.

¿Y cómo son esos primeros días patinando? ¿Cómo se siente?

-Me encantó desde el principio. Se me daba bien, para mí era como un juego. Era como esos niños que no se quieren ir nunca del parque. Las clases no eran suficientes y siempre quería pasarme más horas en el hielo. Estaba todo el fin de semana en el Txuri, de viernes a domingo. Ahí mejoré porque tenía muchas ganas de patinar.

Vamos, que había nacido para patinar pero no se dio cuenta hasta los trece años.

-Sí, puede ser. Comencé muy tarde. Es que mis competidores actuales empezaron con tres, cuatro o cinco años. Pero vi que tenía habilidades y sobre todo tenía mucha pasión. Cuando encuentras algo que te gusta tanto, te entregas.

Con 21 años va a la Blume, el Centro de Alto Rendimiento de Madrid.

-Sí, hace seis años fui a Madrid. Había estudiado Diseño Gráfico en San Sebastián y quería hacer diseño web en Madrid. Aprovechando eso, la Federación Española me ofreció ir al Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Lo vi como una oportunidad para entrenar y mejorar, es ahí cuando empecé a competir internacionalmente.

¿Cuál es su rutina de entrenamiento habitual?

-Durante las mañanas hago la preparación física y luego de una a seis de la tarde hago tres entrenamientos de hielo. Y de seis y media a ocho y media doy clases de patinaje, porque también soy profesor. Llego a casa muy cansado, duermo bien.

¿Cuándo se le abren las puertas de ir a los Juegos Olímpicos?

-Ya en los Juegos anteriores, los de Sochi, fui el reserva. No conseguí el puesto, pero ya desde ese momento tomé la decisión de que intentaría ir a los siguientes. No sabía si lo iba a conseguir, pero me he esforzado mucho los últimos años. La plaza se decidía entre Javier Raya y yo en una competición en Zagreb y en el Campeonato de España. Me eligieron a mí y súper feliz. Raya entrenaba conmigo cuando fui a Madrid, pero luego él se mudó a Canadá.

Imagino que su referencia es Javier Fernández.

-Sí, somos amigos. Él entrena en Canadá, pero viene de la misma pista en la que entreno yo ahora. Coincidimos en campeonatos y cuando viene a España solemos estar. Quedamos todos los patinadores para cenar o lo que sea.

¿Qué le hace ser el mejor a Javier Fernández?

-Es muy ágil. Un buen patinador debe ser elástico, fuerte, rápido... varias cosas, hay que tener un poco de todo. Hay que tener una muy buena preparación física.

¿Suele venir a San Sebastián?

-Sí, vengo cuatro o cinco veces al año. Mi madre sigue viviendo en Gros. A Colombia no puedo ir tanto. Mi madre va más a menudo, pero yo hace años que no voy, aunque este año sí tengo planeado ir para ver a mi familia.

El acento se lo ha dejado por el camino...

-(Se ríe) Bueno, estoy muy integrado en San Sebastián y ahora aquí en Madrid.

¿Qué objetivo se marca en Corea?

-Disfrutar, quiero disfrutar de la experiencia, desde la ceremonia de inauguración hasta el ambiente y la competición. Y competir, hacerlo bien y llegar a la final, en la que entran los 24 mejores.