la caza de la becada es una práctica muy arraigada en Bizkaia y Gipuzkoa, donde no hay cotos y tampoco abundan las especies migratorias. Considerada la dama del bosque, entre los cazadores se dice que también le llaman sorda porque de día se refugia en los bosques y no atiende a llamadas. Para cazarla hacen falta muchas horas de dedicación y un perro bien entrenado que la encuentre por su olor y la levante.

“El secreto de la becada es ir al monte todos los días y que no te importe pasar allí seis, siete u ocho horas”, remarca el adiestrador andoaindarra Joxan Rekondo. Esta misma pasión tiene que ser compartida por el perro, que para ser un buen becadero tiene que demostrar inteligencia “para aprender de la experiencia y poder adaptarse así al bicho y al entorno en el que se mueve. No es lo mismo encontrar el rastro de una becada en un encinar que en un bosque de aquí”.

El halo de misterio que rodea a la becada es otro aliciente que, además, genera cierto enganche. “Para quienes nos gusta ir con el perro es la caza más bonita porque no es nada fácil. Si vas a un coto repleto de perdices sabes que vas a tener recompensa segura, pero con la sorda nunca sabes porque puedes tirarte todo el día en el monte y no cobrar ninguna. Así que cuando la capturas, la satisfacción es mayor”, apunta Rekondo.

recesión En los últimos años, la recesión que están sufriendo otras especies de caza menor, como la perdiz, ha reactivado el interés por la oilagorra. Está más de moda que nunca. Aun así, la temporada a nivel estatal está resultando desigual por la sequía. Mientras que en el norte de la península se frotan las manos, en otras latitudes no están demasiado satisfechos.

En Gipuzkoa, los becaderos están de enhorabuena. “Está siendo una temporada de notable para arriba. Es lo que nos ha salvado, porque apenas se han visto otras especies de invierno”, reconoce Rufino Eizmendi, portavoz de la asociación Adecap en este territorio. En su caso, se alegra especialmente de que esté siendo así “porque hay mucha gente que no se puede permitir salir fuera de Euskadi a cazar y este año, al menos, están disfrutando”.

Rekondo corrobora esta afirmación. “Es un año bueno para los cazadores de aquí, pero para los de Navarra y Soria, por ejemplo, bastante mala. Parece que en los últimos quince o veinte días se está arreglando un poco, pero vamos a ver”. A juicio del criador, las razones de este desigual reparto tienen que ver con el hecho de que “no haya hecho demasiado frío en Europa en noviembre y, por tanto, no se han visto obligadas a bajar en las fechas que lo suelen hacer habitualmente”.

La nieve y el frío anunciados para estos próximos días pueden dar el último arreón a la temporada becadera, que finaliza en Gipuzkoa a mediados de febrero. “Los datos que tenemos indican que han criado bien en la zona de Estonia y que las que se están capturando son jóvenes y grandes, así que el frío hará que bajen muchas más”, destaca Rekondo.

Eizmendi también espera los últimos coletazos: “Si pega algo de frío hay esperanza. De no ser así, la temporada está finiquitada”.

De cara a un futuro, al representante de Adecap le gustaría que comenzaran a plantarse árboles donde las diferentes especies de aves, “tanto las que se cazan como las que no”, puedan alimentarse. “Tantos montes y tantas zonas protegidas que tenemos aquí y no tienen nada que poder comer. Un ejemplo es que cada vez se ven más bandos de torcaces, que crían y se quedan, porque tienen bellotas para comer”.