El Dorado era mirarse dentro del pecho. La opción estaba en él. Oinatz Bengoetxea era la respuesta a la pregunta a la que se sometía él mismo antes de las ediciones del Cuatro y Medio. Ser él era lo que necesitaba para encontrar el patrón de juego efectivo a la hora de meterse en la jaula, distancia en la que se consideraba un pelotari sufriente. Un manista con una continua cizalla. Cuando el traqueteo se transformó en una constante, supo que su espíritu dicharachero y volcánico, veloz como un guepardo, encajaba como su forma de ser, con el reflejo que devolvía el espejo. El diván, que visitaba con su primo Asier García, consejero, le decía que no cambiara, que se tirara honestamente a ser quién era y punto. Que preocuparse por cambiar, siendo un manista de mimbres tan especiales y de buenas trazas, se transformaba en un problema doble: dolor de cabeza por el adversario; dolor de cabeza por uno mismo. Bicefalia e inanición al cuadrado. Se dijo que no había que poner diques al mar, que la cabra acaba tirando al monte.
El paisaje de Bengoetxea VI, en catorce años en las filas profesionales de Asegarce, se parapeta en varios ochomiles con picos de sierra: Everest Aimar, K2 Irujo, Shisha Pangma Xala, Broad Peak Gonzalez, Nanga Parbat Titín III... Cuenta Rubén Beloki, técnico de Asegarce con el que compartió su primera final en Primera -el Parejas de 2005-, que “a Oinatz se le tenía que haber exigido estar arriba aunque estaban los otros, pero por una cosa o por otra no siempre sale todo bien. Ahora, está ante una oportunidad de oro y se merece una txapela más”. Esta, en ese caso, le coronaría dentro de los mejores manistas de todos los tiempos. Entraría en el club de los poseedores de la Triple Corona. Recita Beloki que “sin duda alguna, es uno de los pelotaris más completos de la historia. Con él haríamos justicia. Pero el deporte no es cuestión de justicia”.
En esta edición, el exzaguero de Burlata define que “está en uno de los mejores momentos que le he visto. Físicamente se ha preparado de forma muy concienzuda y se nota mucho. Está cuchillo. Está más delgado que nunca. Se ha preparado a conciencia. Pero valoraría que es un competidor nato y que ha estado al 90% durante todo el campeonato, lo que le hace rendir a gran nivel”. Veloz y desbocado, la contienda de mañana en el Ogueta de Gasteiz se desgaja como una cita infernal. Beloki dice que “Oinatz tiene mucho respeto a Altuna III. Son dos manistas con mucho parecido en el juego. Son eléctricos y muy técnicos”. “Jokin es peligroso porque las primeras finales de los pelotaris suelen ser buenas. Llegas sin lastre y con todo que ganar. Eso da alas”, manifiesta el técnico, quien agrega que “el mayor don de Altuna es su clase y su desparpajo. No es el más fuerte físicamente, pero es pelotari de pies a cabeza. Va a intentar meterle en el barro, como suele hacer Oinatz ante otros rivales. El amezketarra no va a salir a sujetar. Oinatz sabe que tiene que meterse en el fango, en la trinchera”.
De esos polvos nace el lodo que traza el delantero navarro. Oinatz es experto en construir redes a base de ritmo. En su disfraz de kamikaze quiso jugarle al dotadísimo Aimar Olaizola y al explosivo Juan Martínez de Irujo, dominadores del acotado en los últimos años, y no le salió excesivamente bien la jugada. Catorce años mirándose al espejo y valorando qué hacer: TNT. Ritmo. Rock and roll. Su primo y botillero, Asier García, recuerda que “ante otros adversarios, parecía que Bengoetxea VI tenía que ser el dinamitador del juego. Ante un rival como Jokin, muy parecido, no se puede cambiar el patrón. No podemos dejarlo de lado. Oinatz tiene que ser él mismo”.
El consejero del manista de Leitza afirma que “el juego ha cambiado y hemos tenido que encontrar el equilibrio con su forma de ser. Así, Oinatz ha evolucionado”. Relata García que durante mucho tiempo, aun habiendo salido campeón del Manomanista de 2008, “los resultados nunca eran los esperados y siempre sufría en el Cuatro y Medio. Poca poco hemos encontrado la forma de jugar. Se ha centrado en su juego. Ahora Oinatz es diferente a hace cinco o seis años. Por lo menos, vengan o no los resultados, es él mismo en la cancha”. Por otro lado, no cree el asesor que haya llegado a su cima: “Espero que le queden más peldaños por escalar, pero el nivel que tiene es muy alto. Al fin y al cabo, las exigencias son muy altas. Ver al Oinatz a día de hoy es un placer. El patrón de juego que va con él es este que ha mostrado en los últimos años”.Es decir, un potro de tortura para los rivales tranquilos, exigencia al límite. Un delirio.
Respecto al gran despliegue de este curso dentro del Cuatro y Medio -eliminó a pelotaris como Mikel Urrutikoetxea, campeón en curso, Julen Retegi o Joseba Ezkurdia y estuvo a punto de vencer al mejor de la historia en la modalidad: Aimar Olaizola-, explica Asier que se debe a un buen momento de juego. “Años atrás también mimaba las luchas individuales y venía con ganas de dar guerra. Está bien de físico y de juego. Ha demostrado que está con más garra”. Por otro lado, no considera el botillero que la mejora haya sido solo “física”. “Sí que está bien de cuerpo, pero no está mejor que otras veces. Años atrás no se podría decir que pinchaba físicamente. Este año ha sacado rendimiento a su forma de jugar por estar bien de juego”, apostilla García. Aun así, la figura del leitzarra se observa afilada. Es piel y huesos. Dice el navarro que en campeonato se pesa a diario y que eso le mantiene motivado para seguir el trabajo de forma recta. “Oinatz lleva tiempo mentalizado con la preparación, con hacer las cosas muy bien tanto dentro como fuera del frontón”, señala el botillero.
Así las cosas, como Beloki, hace hincapié en que se desplegará mañana en el Ogueta de Gasteiz un duelo a tumba abierta. “No hay tiempo de pensar. En los entrenamientos se trabaja para aplicar las condiciones técnicas de forma natural. Altuna es un fenómeno. Como aficionado, vamos a disfrutar mucho con él. Tiene arte, es intuitivo y esconde muy bien la pelota. Si los remates le salen, es difícil sujetarle. Tendremos que hacer énfasis en la faceta defensiva”, finaliza García.