donostia - La perdiz roja está en situación crítica. Hay expertos que llevan más de tres décadas alertando sobre la grave situación de la reina de la caza menor, pero no parecen haberse tomado demasiadas medidas para frenar esta tendencia. La regresión poblacional de esta ave es cada vez más evidente y los tres factores que inciden de forma destacada en su declive son la alteración de los ecosistemas, los predadores y la agricultura intensiva.
“No llegamos ni al 10% de las que debería haber”, advierte Juan Antonio Sarasketa, presidente de la Oficina Nacional de la Caza (ONC) y de la asociación en defensa de los cazadores y pescadores vascos, Adecap. “Las poblaciones de perdices llevan años reduciéndose de forma importante pese a nuestras advertencias”, prosigue. Hemos elaborado informes que demuestran que es así, pero como no hemos obtenido demasiada respuesta y al tratarse de un tema vital para quienes somos cazadores, vamos a volcarnos en los próximos meses en poner en marcha un proyecto definitivo”.
De hecho, el problema no sólo radica en el descenso poblacional, sino en que la presencia de la patirroja ibérica (Alectoris rufa) resulta ya testimonial. Sarasketa calcula que de las más de tres millones de perdices que se abaten anualmente en la modalidad de ojeo -que se práctica en el sur de la península-, “más del 80% son de granja”. En el norte se lleva más la caza de perdiz a rabo, en la que el conocimiento de la naturaleza y las estrategias a la hora de perseguir un bando son determinantes para el cazador y su perro.
La perdiz roja silvestre es una de las especies más típicas que hay en toda la geografía estatal. “No es huésped en todas partes”, precisa. A diferencia de las aves migratorias, “muere donde nace” y tiene un plumaje que le permite camuflarse con facilidad. “Es brava, difícil de cazar”, subraya Sarasketa. “Hay que tener un corazón de hierro para seguirle todo el día, además de tirar bien y tener conocimientos”.
Se le encuentra por donde hay cereal, de ahí que en Euskadi su presencia se limite a Araba. “Hace años sí que había también en Bizkaia y Gipuzkoa, porque había algo de trigo. En Urkiola sigue habiendo algunas, aunque contadas”, desvela el presidente de Adecap.
inyección. El proyecto que tiene en mente la Oficina Nacional de la Caza persigue recuperar las poblaciones de patirroja por razones conservacionistas y también como inyección económica para los núcleos rurales: “Hay muchísimos pueblos para los que la caza es su principal actividad económica”.
La ONC lleva años elaborando informes sobre la necesidad de recuperar los hábitats y tener un control más exhaustivo de los predadores. La agricultura intensiva también es un problema porque las perdices mueren cuando se alimentan con granos tratados con pesticidas. Para tratar de reconducir esta realidad, Sarasketa anuncia que van a poner una campaña informativa y también van a impulsar una plataforma constituida por las instituciones, agricultores y cazadores. “Los baserritarras no tienen la culpa, necesitan ayudas de la Administración, y tenemos que ir de la mano con ellos para empezar a tomar medidas lo antes posible”.
Es por ello que 2017 se presenta como un año crucial para la supervivencia de la patirroja. La ONC se ha marcado este objetivo como reto y quiere dar los primeros pasos en los próximos meses.