donostia - Tres semanas después de exhibirse en la Behobia, Carles Castillejo (Barcelona, 1978) regresa el domingo a Donostia con un plan mucho más relajado. “Toca un rodajito largo a 3.30 el kilómetro. Un par de chicos a los que entrenamos Nacho Cáceres y yo rondan esos ritmos, y les llevaremos en la media maratón”, indica el catalán, con experiencia en el papel. “Te supone vivir cierta presión, cierta tensión. Al fin y al cabo, tú eres el responsable de que el compañero al que ayudas consiga su sueño”.

Castillejo explica que “el liebreado tiene que sentir la seguridad de que estás ahí para todo. Y para todo es para todo, no solo para marcar el ritmo”. Lo ilustra con un ejemplo. “En 2012 ayudé a Nacho Cáceres en Rotterdam, el día que logró la mínima para Londres. Sufrió un par de problemas en los avituallamientos y yo mismo tuve que frenar al grupo para que volviera a entrar. Esa labor también es muy importante”.

Defiende que, entre los corredores de elite, “si no hay liebre no hay marca”, una máxima que quizás deba aplicar en febrero en Sevilla. “Son días de reflexión. En breve tomaré la decisión de si corro o no. La mínima olímpica la tengo (la logró en Barcelona), pero el plantel de atletas que la van a atacar quita el hipo”. - M.R.