donostia - Mikel Azparren (Donostia, 1971) se montará este mediodía en su bicicleta, en la localidad navarra de Roncesvalles, con la idea de plantarse en Santiago de Compostela en menos de 24 horas. Se trata del tercer verano consecutivo en el que lo intenta. En el de 2013 tardó 56 minutos más y no logró el objetivo. Tampoco lo consiguió en 2014, cuando los efectos de una noche fría y dura le obligaron a abandonar a solo 95 kilómetros de la capital gallega. “Dentro de la tensión que supone tratar de completar el camino de Santiago en menos de un día, me encuentro animado y tranquilo”, asegura el ultrafondista guipuzcoano.

Su éxito pasa necesariamente por la combinación óptima de los distintos factores que entran en juego. Y a este respecto, todas las previsiones invitan al optimismo, comenzando por el estado de forma del propio Azparren. “Los tests que he realizado son mejores que los de años anteriores, en cuanto a velocidad media, gasto calórico y pulsaciones. Estamos hablando de un reto de 767 kilómetros, con 10.000 metros de desnivel positivo, acumulados además en la zona final. Pues bien, yo he hecho algún entrenamiento de 400 kilómetros con 5.000 metros de desnivel positivo a medias bastante más rápidas que los 32 kilómetros por hora a los que debo completar el camino de Santiago para conseguir el objetivo”, explica el ciclista donostiarra.

Lo que ocurre es que no solo le hace falta tener hoy buenas piernas. También deben aliarse con él los elementos, en forma de escaso viento y temperatura adecuada. “Parece que el aire puede ser incluso favorable. Y eso resulta muy importante en un recorrido lineal, de este a oeste. El pasado fin de semana me puse bastante nervioso, porque la previsión era mala. Pero poco a poco ha ido cambiando y ahora anuncian que el viento soplará del noreste, es decir, a favor”. Tampoco tiene mala pinta lo de la temperatura. “Parece que será fresca pero no fría durante la jornada, con unos 20 grados. El problema puede llegar cuando caiga la noche. Entre Burgos y León circulas durante muchos kilómetros por carreteras que superan los mil metros de altitud, en las que puedes tener unos ocho grados. La sensación térmica en bicicleta, sudado y en marcha, puede bajar hasta cerca de los cuatro grados, por lo que ahí podemos estar ante uno de los tramos más importantes”.

momentos difíciles Son precisamente estas difíciles circunstancias las que, en gran parte, convirtieron en literalmente imposible la consecución del reto en 2014. “Sabemos que, como mínimo, algún momento malo voy a tener. Ojalá no sean varios, como el año pasado. Será en esos instantes cuando los que me acompañan deberán animarme y transmitirme que tengo que seguir adelante dando pedales”, indica el guipuzcoano, en alusión al séquito que recorrerá detrás suyo todo el itinerario previsto. “Vienen conmigo un fisioterapeuta, dos mecánicos, un responsable de prensa, cuatro vehículos organizativos... Y se irán sumando durante el recorrido agentes de policía para custodiarme, principalmente al paso por el casco urbano de los municipios. Hay semáforos, cruces... Pero yo no me puedo parar”.

Así es. Azparren no puede parar. Ni siquiera para dormir. Siendo el del sueño, además, otro de los factores clave de la prueba. “Se trata de un tema que también juega su papel. En 2013 casi me duermo en un descenso, en la provincia de León. Cualquier persona está capacitada para aguantar 24 horas despierta de forma continuada. Pero aquí también entra en juego un desgaste físico previo”. Sea como sea, el donostiarra se muestra convencido de que el reto planteado “sí se puede completar”. “En su día, el ultrafondista Julián Sanz dijo que no, que era imposible. Llegó a Santiago en 27 horas y media. Pero yo, de momento, solo me he quedado a 56 minutos de conseguirlo”, zanja esperanzado el ciclista guipuzcoano.