Donostia - Aimar Olaizola (Goizueta, 13/11/1979) miró el calendario y el ADN de todos sus rivales cuando se enteró de que Abel Barriola tomaba la decisión de no volver a jugar el Manomanista porque no se veía ya con opciones de ganar. Una determinación realmente honesta tomada por un tipo honesto que nunca especula en el frontón. El zaguero de Leitza comparte generación con el menor de los hermanos de Goizueta. Incluso, compartieron gerriko en su época de chavales y también en algunos mixtos de profesionales -han ganado dos veces seguidas la Feria Aste Nagusia de Bilbao-. Abel pasa en un año al goizuetarra. Jugaron juntos en El Antiguo en categorías cadete y juvenil y asomaron casi a la vez en el Olimpo manista. Su vida discurre casi paralela, aunque con distancias: uno zaguero, el otro delantero; uno en Aspe, el otro en Asegarce; y viceversa poco tiempo después. Barriola, uno de los últimos guardaespaldas campeones del Manomanista, lo dejó este año. Fue honesto. Sobre todo, consigo mismo. Y Aimar Olaizola miró el calendario. La guía de los rivales y los que están en liza. Ha sido el más mayor de los manistas dispuestos en la parrilla de salida de un campeonato bisoño, pero en el que han seguido mandando los de siempre. Él es uno de ellos mientras amarillean las fotografías de su debut, hace ya 17 abriles. “Poco a poco se está viendo que los pelotaris que llevamos más años se van retirando. Aparte de en el mano a mano, Pablo Berasaluze, Abel Barriola y yo somos los tres más mayores del cuadro de pelotaris. Yves Xala es un día más joven. La gente se está retirando, entran jóvenes y de los de antes quedamos pocos”, certifica el puntillero de Goizueta. Pero lo cierto es que él lo ve desde la final del torneo más importante del curso, en la que se enfrentará a Mikel Urrutikoetxea. Es su novena final y tiene cuatro cetros del mano a mano. Manifiesta Olaizola II que, “cuando empecé, veía a unos pelotaris que, entonces, tenían 34 o 35 años y me parecían muy viejos. Los jóvenes pensarán lo mismo de mí”. Ley de vida. Él se afana en no cejar. No baja el pie del acelerador.
Cuenta el goizuetarra que “la manera de ser de los jóvenes de cuando debutamos nosotros a la de los de ahora sí que ha cambiado. Aunque hay todo tipo de chavales. Igual el ambiente de antes ha cambiado, no sé por qué. Cuando debuté yo, había otro tipo de ambiente. En general, los jóvenes de ahora tienen otro estilo de vida”. En la atalaya de los 35 años, camino de 36, se descubre el navarro considerándose como uno de los de antes. Vieja escuela. Siendo el mayor, no obstante, sigue alcanzando cotas espectaculares. “Ha cambiado todo un poco, el ambiente y el movimiento que había en los vestuarios”, recita el puntillero de Asegarce, buque insignia de su empresa, que aclara que “la manera de ser o de hablar de las cosas era distinta, igual teníamos más picardía. Los de ahora son algo más callados. Es distinto”.
Cuando los debutantes llegan al vestuario se encuentran que Aimar Olaizola es el capo de la empresa, el pelotari más valioso, el más laureado, con 23 finales a sus espaldas y 13 txapelas en su palmarés -siete del Cuatro y Medio, cuatro del Manomanista y dos del Parejas-. “Yo a todo el mundo le trato igual. Yo tengo recuerdos muy buenos de cuando debuté. Los pelotaris que estaban ahí arriba siempre me trataron muy bien. Dicen que los anteriores sí que ponían distancia entre los de Primera y los de Segunda y Tercera. Ahora, yo trato igual a todos”, desvela. De hecho, tal y como él sentencia, le gusta formar parte de la enseñanza de los pelotaris noveles, tanto profesionales como aficionados. Desde que debutó, Mikel Urrutikoetxea ha sido uno de los más utilizados para sesiones de entrenamiento y, por ejemplo, para preparar la presente final ha echado mano de Unai Laso, un delantero navarro que viene con muy buena pinta. “Cuando voy a jugar con los chavales, me gusta intentar enseñarles cosas. Con Laso era la primera vez que entrenaba y me ha gustado muchísimo”, agrega, y anuncia que “me gusta dar consejos, pero también me gusta que me los den a mí. Igual estos jóvenes no se atreven, pero no me importaría. Si te gusta enseñar, te gusta que te enseñen. Fíjate, mi hermano viene a veces y, aunque no juega, me corrige”.
El tema de la edad de Aimar Olaizola ha sido recurrente durante el último año, en el que no ha alcanzado los títulos más importantes después de tres cursos estelares, en los que lo ganó prácticamente todo. Desde que volvió de la rotura de ligamentos de la rodilla derecha, en 2011, ha alzado tres títulos del Cuatro y Medio, uno del Parejas y dos Manomanistas. Algo a la altura de muy pocos. En 2014 fue Martínez de Irujo quien lo ganó todo y Aimar quedó en cuartos de final del Individual porque Julen Retegi le eliminó mientras renqueaba de una bronquitis. En la final del Cuatro y Medio no pudo con el delantero de Ibero porque las molestias de la tendinitis en el hombro derecho le atenazaban. El Parejas fue malo. Y le enterraron. “Ahora he estado tres o cuatro meses justo y algunos me ponían como un jubilado, ya viejo. He demostrado que estoy en la final del torneo más importante. De los tres últimos, he llegado a dos finales. Aquí está el resultado. Lo más importante es que pasa el tiempo y sigo aquí arriba”, sostiene el delantero de Goizueta, quien añade que, “cuando ganas y llegas a las finales, como me he pasado dos años llegando a casi todas, parece que eres Dios, pero luego, en un campeonato no ganas y estás parado por una lesión, te ponen como enterrado, bajo tierra. Estoy acostumbrado a los comentarios. Llevo la contraria a ese tipo de gente mostrándolo en la cancha. Ahí están los resultados”.
Son 35 los noviembres que vislumbra ya en el retrovisor el goizuetarra. No obstante, el peso no es el mismo en su andamiaje. Aimar es un tipo fuerte, potente, físicamente un purasangre. “No me veo peor que hace dos años. Cuando Abel dijo que no iba a jugar, yo mismo dije que me parecía muy bien, que no tenía que demostrar nada a nadie porque es un grandísimo campeón, pero que, si se había visto mal, me parece bien no jugar. Yo haría lo mismo, igual el año que viene me ocurre a mí. El que más sufre es el pelotari”, argumenta. Asimismo, afirma que no le están pasando peajes en el cuerpo, aunque sean 17 los años en el profesionalismo. “Físicamente me encuentro muy bien y eso se nota en los partidos. En los entrenamientos me encuentro muy bien y eso se traslada a los encuentros. Se transmite. Contra Martínez de Irujo hubo tantos duros, pero yo me recuperé bien. Yo mismo lo diría si no me noto bien”, concreta Olaizola II, quien añade que “siempre he sido profesional. Antes hacía mucho por mi cuenta. Ahora llevo tres o cuatro meses haciendo todo con el preparador Etor Mendia y el grupo de Tolosa. Estoy muy a gusto. Hay otro tipo de pelotaris que, si no van con el preparador, no hacen. Yo, sí”. También sostiene que “a este nivel, si en el mano a mano no estás a tope de físico, estás muerto. Si hay dos tantos que te cansas y no recuperas, aunque vayas a la silla, le das dos veces y estás muerto a pesar de que no se pelotee tanto como antes”.
el triunfo y la derrota En más de tres lustros como profesional, el delantero de Goizueta ha vivido de todo. Pero en su condición de estrella, masca mejor la victoria que la derrota. “Cuando me preguntan sobre lo que he conseguido, siempre digo que lo que he hecho está bien, pero lo que vale es este momento. Ahora de nuevo estoy en el mano a mano y en una final”, anuncia el delantero, que ratifica que, “si quieres estar ahí arriba, tienes que haber pasado de todo: victorias, derrotas, lesiones? He tenido derrotas importantes, como la de cuartos del mano a mano ante Julen. Si no puedes demostrar lo tuyo, lo pasas mal. En esta vida, tienes que pasar de todo y la vida te enseña. Para mí, lo más importante es saber qué nivel puedo dar. Sé que tengo 35 años, pero creo que puedo dar un nivel bueno en el Manomanista”.
La vuelta de tuerca Después de esperar dos semanas más a las decisiones de Oinatz Bengoetxea, legítimo finalista, la película de Aimar Olaizola cambia en la final del próximo domingo. Enfrente no estará el huracán de Leitza, un tipo correoso y que anda con un juego terrible. Tendrá delante a Mikel Urrutikoetxea después de la determinación que tomaron las empresas el pasado viernes tras la prueba de Bengoetxea VI en el Bizkaia de Bilbao, que duró cuatro minutos y acabó con la decisión honesta del lei-tzarra de abandonar la competición porque su índice fracturado no iba a aguantar el traqueteo. “Por mi parte es una pena. Yo quería jugar contra Oinatz, porque él es el que se lo merecía. No tenía problema alguno en esperar lo que hiciera falta”, manifiesta el goizuetarra, quien confiesa que el zaratamoztarra “es un rival que conozco muy bien. Siempre que puedo entreno con Urruti y lo hemos hecho infinidad de veces. Es un pelotari muy peligroso y jugará delante de su gente. Ahora me tocará cambiar el chip porque el rival es diferente. Transformaremos un poco el plan”.