donostia - El Gipuzkoa Basket perdió contra el CB Sevilla por 67-69 y se jugará la permanencia en la ACB en la última jornada con el Manresa después de que el conjunto catalán venciera al Estudiantes. Será un duelo a distancia entre dos, una pelea de la que se cayó el Fuenlabrada tras su derrota en Tenerife. La situación, pese a todo, sigue siendo favorable para el GBC y hay dos opciones para que continúe en la máxima categoría: la primera, que gane en su visita al CAI Zaragoza; la segunda, si pierde en el Príncipe Felipe, que el Manresa caiga en su visita al Real Madrid. Ambos encuentros se jugarán a las seis de la tarde del próximo domingo. Horario unificado y máxima tensión.

Ambas opciones son igual de válidas, pero tras lo visto en las últimas jornadas se antoja difícil que este GBC sea capaz de vencer a domicilio al CAI, así que habrá que confiar en que el Manresa no dé la gran sorpresa y derrote al Real Madrid. El equipo de Pablo Laso no se juega nada porque tiene el primer puesto asegurado, pero es tan superior al Manresa que no debería fallar contra los de Pedro Martínez. Pero el riesgo de descenso está ahí porque una carambola llevaría al GBC a la LEB.

Si el equipo de Jaume Ponsarnau llega a la 34ª y última cita de la temporada con la salvación en el aire es por su descalabro en los dos últimos meses. Cuando ganó el 14 de marzo precisamente en la cancha del Manresa, sumó su novena victoria del curso y la permanencia estaba prácticamente en el bolsillo. Pero los dos derbis ante Baskonia y Bilbao Basket, saldados con dos severas derrotas, dejaron con dudas al equipo guipuzcoano, que una semana después quedó terriblemente lastrado por la traicionera marcha de Taquan Dean. Se quedó sin su máximo anotador en una plantilla en la que la calidad escasea y ha sufrido en los últimos nueve partidos ocho derrotas.

En la de ayer contra el Sevilla -que por cierto ya está salvado cuando hace dos meses solo tenía seis triunfos en su casillero- se volvió a ver un GBC con muy pocos recursos, basado en la inspiración de Dani Díez, en meter balones a Doblas, la única referencia interior, y en la dirección de Jordan, quien por cierto encontró un importante apoyo en Josep Franch, que hizo un muy buen partido. Poco más ofreció el equipo guipuzcoano, salvo la lucha en ambas zonas de Will Hanley. La baja de Iarochevitch y la escasa aportación del resto de hombres hicieron imposible ganar. Especialmente floja fue la actuación de Abercrombie, que no ha aportado nada desde que llegó. No fichar a nadie hubiera sido lo mismo. Además, el club se habría ahorrado un dinero que no le sobra. ¿A quién se le ocurrió irse hasta Nueva Zelanda para fichar a un jugador que supuestamente debía ofrecer un rendimiento inmediato? Tremendo.

a remolque Desde el 0-3 inicial, el GBC se pasó prácticamente todo el partido a remolque, a merced de un Sevilla que siempre pareció tener más recursos y más rotación. Pero el equipo de Ponsarnau logró estar aferrado al marcador, que nunca registró diferencias importantes. El aliento del público de Illunbe da alas a un equipo que ha llegado fundido a esta recta final de campaña. Que a domicilio es incapaz de competir pero que en casa al menos saca a relucir su capacidad de luchar y de sufrir para hacer frente a sus rivales. Así lo ha hecho en sus últimas cinco citas en su cancha. Aunque solo haya ganado una.

Dani Díez, con diez puntos, fue el hombre que sostuvo al GBC en el primer cuarto, saldado con una mínima diferencia (21-22) para los visitantes. La sorpresa fue la presencia en el quinteto inicial de Goran Huskic, que apenas estaba contando y que de repente ayer fue titular. Fue la táctica de Ponsarnau para frenar a las torres del Sevilla, Porzingis (2,16) y Balvin (2,17). Por momentos Huskic pareció capaz de hacerlo, pero lo cierto es que la superioridad física del Sevilla en la zona hizo estragos al equipo guipuzcoano. Los catorce rebotes ofensivos que cogieron los andaluces resultaron claves en el devenir del encuentro, que siguieron dominando los de Luis Casimiro en el segundo cuarto. La rotación de Ponsarnau volvió a fallar -excepto Franch- y el Sevilla cogió cinco puntos de renta (23-28), que el GBC al menos consiguió mantener al descanso (34-38) gracias a los puntos de Doblas y Díez, y a las asistencias de Jordan. Vamos, los de siempre. Solo faltó Grimau, negado de cara al aro rival. Acabó con un 3/11 en tiros.

Doblas y Dani Díez volvieron a tirar del carro en el tercer cuarto y dieron la vuelta al marcador (41-40). Fueron los minutos más igualados del duelo, con alternativas y un GBC duro en defensa y algo más entonado en ataque, aunque sin alardes. Ponsarnau puso en liza tras el descanso a su quinteto de gala (Jordan, Grimau, Díez, Hanley y Doblas) y apenas lo movió. Otras veces ha solido agitar más el banquillo y el equipo lo ha acusado. Ayer optó por confiar en estos cinco hombres. Solo Franch entró en la rotación en los últimos 20 minutos. Enfrente, Casimiro tenía más recursos. Puede que esa frescura se notara a la hora de la verdad. Lo cierto es que Ponsarnau no tiene una papeleta sencilla durante los partidos...

esperanza y nervios El 50-54 al término del tercer cuarto dio paso a una canasta más del Sevilla y a varios ataques malos del GBC en los compases iniciales del último cuarto (50-56). Ante el atasco generalizado, surgió la inesperada figura de Franch, que exhibió esa capacidad para desequilibrar que apenas ha mostrado en todo el año, se echó el equipo a las espaldas y mantuvo las opciones del GBC a base de asistencias y puntos. Entre el citado 50-56 y el 62-62, el ex del Sevilla metió tres puntos y dio cuatro asistencias. Una canasta de Doblas puso por delante a los locales (64-63) a menos de cuatro minutos para la conclusión, pero a partir de ahí a los hombres de Ponsarnau se les nublaron las ideas. Un ataque muy forzado y luego dos triples precipitados de Grimau y Jordan provocaron que el Sevilla cogiera de nuevo la delantera (64-65) pese al tremendo esfuerzo del GBC en defensa para compensar su falta de inspiración ofensiva. Por cierto que las malas decisiones del base estadounidense en los minutos decisivos empiezan a ser habituales.

Una canasta de Woodside situó el 64-67 a falta de poco más de un minuto y desató los nervios en el equipo. Fue significativo un tiempo muerto bastante trabado de Ponsarnau, en el que Doblas le tuvo incluso que pedir que explicara bien la jugada. El propio pívot forzó falta y metió un tiro libre -erró el otro para poner el 65-67-. Falló luego Woodside y anotó otra vez Doblas para empatar a 67. Faltaban diez segundos y el Sevilla preparó una jugada que le salió a la perfección, con mate de Hernangómez. No le salió tan bien al GBC, que tuvo cuatro segundos para el último ataque. La idea era que tirara un triple Grimau, pero estaba bien defendido y se la jugó Doblas desde cinco metros. Falló y el Sevilla ganó 67-69. El sufrimiento continuará una semana más. Es la consecuencia de un flojísimo final de temporada. Queda por saber si con final feliz o final triste.