donostia - “Si no gano dinero, ya no tiene sentido que continúe aquí”, pensó Asier Maeztu (Donostia, 1977) hace un mes y medio cuando Salvador Meliá, seleccionador estatal, le dejó fuera del equipo para el Mundial de París. El pistard guipuzcoano decidió abandonar el ciclismo, un adiós silencioso que las circunstancias quisieron convertir en multitudinario el pasado día 21. “Creo que no me habría molestado ni en enviar un comunicado de prensa para anunciar que lo dejaba. Pero surgió la opción de las Cuatro Horas de Anoeta. Fue como un homenaje. Y tuve la oportunidad de decir adiós de un modo en que otros no han podido”, reconoce con el buen sabor de boca que le dejó el reconocimiento del público.

Es la cara amable de la despedida, la forma en que pudo escenificarla. La vertiente amarga, mientras, reside en los motivos de la retirada. Asier se quedó fuera de los mencionados Mundiales, cuando él estima que merecía competir en ellos. “El seleccionador no contó conmigo. O no quiso contar conmigo. Argumenta que fue una decisión técnica, algo que yo interpreto en realidad como un Hago lo que me sale de los mismísimos”, explica enojado Maeztu, que defiende haber alcanzado un nivel deportivo idóneo para competir en París. “Durante los meses previos había firmado muy buenos tiempos. Y eso es lo más frustrante. En 2014 también me quedé fuera del Mundial, pero asumí que en ese momento no estaba del todo bien y lo acepté con deportividad. Lo de este año, en cambio, me ha sentado fatal. Lo he visto totalmente injusto”.

mal panorama El ciclista donostiarra tenía previsto alargar su carrera para intentar estar en los Juegos de Río de Janeiro. Pero el panorama, visto lo visto, invita al pesimismo. Y además Maeztu no puede permitirse un año sin contrato de trabajo, o sin beca deportiva, que para él viene a ser lo mismo. La tensión por conseguirla, de hecho, ha marcado su vida durante los últimos años. “Cuando estás en casa de los aitas es diferente. No pagas facturas, no pagas hipoteca... Puedes permitirte fallos, porque el dinero que has ganado previamente es solo para ti. Pero luego compras una casa, te casas, tienes un hijo (Iosu, de cuatro años) y la presión aumenta. Primero tienes que ganarte un sitio en el equipo. Y luego, en la competición, sientes que nada puede fallar, porque cada puesto que ganes o pierdas tiene su repercusión económica”.

Y es que el mundo del ciclismo “está complicado hoy en día”. “En pista es complicado clasificarse para las pruebas, y en la carretera hay muy pocas salidas”, agrega Maeztu, medalla de bronce en persecución por equipos durante los Juegos de Atenas, en 2004. “Fue mi mejor año, sin duda. La medalla olímpica vale más que todas las demás juntas. Y también hicimos un buen Mundial, siendo terceros. Lo que pasa es que, lógicamente, aquí no vives de rentas durante una década por todo aquello. Esos éxitos nos aseguraron la beca por dos años. Y luego hubo que seguir peleándola”. Una lucha constante que ha tenido en 2015 su punto final.

indurain, su ídolo Concluye así la notable trayectoria deportiva de un chaval donostiarra al que la bicicleta terminó enganchando. “Aprendí tarde a andar sobre las dos ruedas. Pero enseguida me gustó. Muchísimo además”, indica Asier, que de niño vibraba ante el televisor siguiendo las evoluciones de Miguel Indurain. “Siempre fue mi ídolo. Y recuerdo también a Marino Lejarreta”, asegura un ciclista cuya condición de donostiarra propició irremediablemente su posterior gusto por la pista. “Con la climatología que tenemos aquí, y habiendo un velódromo como el que hay en Anoeta... Ahí empecé, compitiendo en invierno en la Challenge. La primera que disputé la gané. Y todo lo demás terminó viniendo seguido”, relata Maeztu, quien además disfrutaba de niño año tras año, como espectador, de las Seis Horas de Euskadi. “Vi a Indurain con la famosa Espada. Y a Cipollini”.

De niño Maeztu pasó a adolescente. Y de adolescente pasó a adulto. “En el 2000 me tocó viajar muchísimo. Tenía los estudios medio abandonados. Así que me la jugué y decidí apostar por el ciclismo. Creo que me salió bien”. Llegaría después la medalla olímpica. El bronce mundialista. O varios podios estatales, entre ellos los títulos en Madison de 2005 y 2009. Llegaría, en definitiva, una vida vinculada al ciclismo que Asier, pese a su retirada, no desea cortar ahora de raíz. “Si tuviera un hospital, para operar contrataría cirujanos”, suelta a modo de ejemplo. “Siempre será más fácil que me salga algo vinculado a las dos ruedas, más que nada porque es de lo que yo sé”, se apresura a explicar.

Asier Maeztu ya adelanta que ayudará a quien lo necesite en el mundo del ciclismo. “No sé si viviré de ello o no, pero me gustaría estar con chavales jóvenes y aconsejarles”, asegura sobre un papel que ya le ha tocado acometer en equipos como Bidelan o Gipuzkoa, que integró junto a ciclistas mucho menos experimentados. Varios de ellos componen ahora el Murias Taldea, “un proyecto que a Jon Odriozola le ha costado sacar adelante, pero que ojalá tenga futuro y siga creciendo”. “Viví muy de cerca la frustración de Jon (era su director deportivo en el Gipuzkoa) cuando las cosas parecía que no salían. Pero finalmente el asunto llegó a buen puerto, y varios ciclistas han tenido la oportunidad de dar el salto a profesionales”, añade Asier. Quién sabe si no terminará colaborando con todos ellos a la hora de desarrollar sus respectivas carreras. Si estas logran asemejarse a la que él acaba de concluir, habrá merecido la pena.

Nombre. Asier Maeztu Villabeitia.

Edad. 37 años. Nació el 14 de octubre de 1977.

Localidad. Donostia.

En persecución por equipos logró la tercera plaza en 2004 y la séptima en China en 2008.

Fue tercero en persecución por equipos en el Mundial de 2004. Ostenta además dos campeonatos estatales en la prueba de Madison (2005 y 2009).

Asier Maeztu ha sido campeón de Gipuz koa y de Euskadi de contrarreloj individual.