donostia - La octava victoria de la temporada fue una de las más agónicas y celebradas de los últimos tiempos en Illunbe. El Gipuzkoa Basket ganó un partido que tuvo cuatro cuartos y prórroga, pero que vivió durante esos 45 minutos muchos capítulos en los que el equipo de Ponsarnau pasó de un inicio horrible a un espectacular tercer cuarto, y de ahí a un terrible final en el que estuvo condenado a la derrota pero que el Obradoiro no aprovechó, para concluir en una prórroga triunfal con increíbles dosis de sufrimiento. Todo ello aliñado con una descomunal exhibición del visitante Alberto Corbacho, una dosis de magia de Jared Jordan, una lección de efectividad de Will Hanley, el destape anotador de Iarochevitch y la decisiva irrupción de Jordi Grimau, que metió los tres últimos puntos de un frenético partido, un thriller baloncestístico en toda regla que se apuntó el conjunto local por 97-94. Y que tuvo un epílogo que ya hubiera sido el colmo: un desesperado intento del citado Corbacho desde su propio campo que estuvo a punto de entrar. Un digno final para un vibrante encuentro, saldado de manera feliz para un GBC que pudo con todo y para una afición que siempre creyó.

Tuvo un mérito enorme el triunfo cosechado por el conjunto guipuzcoano, que supone otro importante paso hacia la salvación. En una jornada en la que el Fuenlabrada ha elevado el listón del descenso hasta las seis victorias, el Gipuzkoa Basket ya tiene ocho, es decir, sigue con dos de ventaja sobre la zona peligrosa. Pero más que el triunfo en sí, el conjunto liderado por Ponsarnau debe salir reforzado por cómo lo consiguió. Porque el partido había empezado de la peor manera posible, con la baja a última hora de uno de sus pilares, Dani Díez. Y porque en el último cuarto fueron eliminados por faltas primero David Doblas y luego Taquan Dean, a quienes se unió Iarochevitch en la prórroga. Pero el GBC fue capaz de sobreponerse a todos los obstáculos y tumbar a un rival que nunca se dio por vencido.

El GBC pareció acusar esa ausencia de Dani Díez, ya que comenzó el partido muy frío, sin ninguna intensidad y con muchísimos problemas para anotar, lo que se tradujo en un 11-21 en contra al término del primer cuarto. Jordan no arrancaba, Dean no carburaba y Doblas falló varios tiros que suele meter. Enfrente, Corbacho empezó a meter triples con una facilidad pasmosa y para el minuto once ya había anotado tres (13-24). Surgió en esos difíciles momentos Ioann Iarochevitch, quien desatascó el ataque de su equipo gracias a su acierto desde 6,75, con cuatro dianas en el segundo cuarto. La inspiración del belga sirvió para que los locales solo cayeran por cuatro puntos (35-39) al término del segundo cuarto. El resultado era lo mejor de unos primeros 20 minutos en los que el GBC no tuvo ningún ritmo en ataque, pareciendo claramente inferior al Obradoiro.

espectacular tercer cuarto El panorama cambió por completo en la reanudación. Grimau y Jordan, muy apagados hasta entonces, tomaron la rienda de la situación cuando Dean cometió su cuarta falta, lo que le hizo irse al banquillo. Un triple del base, una canasta del escolta y dos tiros libres de Hanley dieron la delantera al GBC (44-43) por primera vez en todo el partido, un impulso que aprovechó para jugar unos minutos espectaculares, llenos de intensidad atrás y de ritmo en ataque que desarbolaron al cuadro de Moncho Fernández. Dos triples, uno de Grimau y otro de Jordan, ensancharon el marcador (55-47) y otro acierto del base, pletórico en el tercer acto, situó el 60-50, que se quedó en un 62-53 en el minuto 30. En ese tercer cuarto, los de Ponsarnau lograron un parcial de 27-14.

Un 2+1 de Doblas dio la máxima renta a los guipuzcoanos (65-53), pero ahí reaccionó el Obradoiro, cómo no, de la mano de un Corbacho que resultó una pesadilla. Pese al pegajoso marcaje de Grimau, el mallorquín encontraba la manera de levantarse y, casi siempre, de anotar. Se fue hasta los 32 puntos en una actuación espectacular. El GBC se desesperaba porque no podía pararle y veía que él solito podía estropear un partido que parecía bien encarrilado en ese último cuarto. Los temores se hicieron realidad: Corbacho siguió acertando y encontró un aliado en el polaco Waczynski, que empezó a anotar. A dos minutos y medio del final, el Obradoiro se puso por delante: 76-77.

milagro y prórroga Una canasta de Jordan (78-77) fue el preludio a otra acción que pudo suponer un punto de inflexión, la eliminación de Doblas. Ponsarnau apostó por jugar con dos cuatros -Iarochevitch y Hanley-. Grimau, con un triple y dos tiros libres, situó el 83-80, pero Corbacho, quién si no, empató con un triple estratosférico a trece segundos del final: 83-83. Taquan Dean estuvo a punto de tirar por la borda en los últimos trece segundos todo el trabajo de sus compañeros, porque perdió el balón en el ataque y en la siguiente jugada hizo una falta absurda que concedió dos tiros libres a Pavel Pumprla a un segundo de la conclusión. Los aficionados empezaron incluso a marcharse del pabellón, conscientes de que el partido estaba prácticamente perdido. Pero el alero checo del Obradoiro falló sus dos lanzamientos y el encuentro se fue a la prórroga. Fue un pequeño milagro que el GBC siguiera vivo, pero se antoja hasta injusto utilizar esa palabra, porque el equipo de Ponsarnau había trabajado y luchado lo indecible para superar todo tipo de obstáculos ante un rival mejor clasificado en la tabla, y perder de esa manera hubiera resultado tremendamente inmerecido.

Evidentemente, los locales no iban a dejar pasar esa segunda oportunidad que el Obradoiro les había concedido. Hanley, Jordan y Grimau -ante la ausencia del eliminado Iarochevitch- se echaron el equipo a las espaldas con muchísimo carácter y entre los tres dejaron el partido visto para sentencia a un minuto y medio para su conclusión: 94-87. O eso parecía porque un 0-5 de parcial dejó el 94-92. Grimau, con dos tiros libres, puso el 96-92 y Rafa Freire redujo distancias: 96-94. Luego el propio escolta catalán metió uno de sus dos tiros para situar el 97-94. Quedaba un segundo y medio. Tiempo suficiente para que Corbacho cogiera el balón al lado de su banquillo y lanzara un misil que estuvo a punto de colarse en la canasta guipuzcoana.

El balón rebotó un par de veces en el aro antes de salirse y el susto fue tan grande que a la afición le costó un rato reaccionar y celebrar un triunfo enorme. El GBC merece un reconocimiento porque sacó adelante un compromiso dificilísimo, repleto de problemas antes y durante el choque. Ganar sin Dani Díez y en un flojo día de Doblas y Dean tiene un mérito muy grande. Los dos errores desde la línea de personal de Pumprla fueron un pequeño milagro, pero los de Ponsarnau, comandados por un cuarteto ayer de máximo nivel -Jordan, Grimau, Iarochevitch y Hanley- se dejaron hasta la última gota de sudor para sumar el octavo triunfo del curso y caminar con firmeza hacia una salvación que, jornada a jornada, se están ganando a pulso. Aunque aún queda trabajo.