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Merino y la locura

El de Villar de Torre domina la final de La Blanca y se embolsa el premio a mejor pelotari en un encuentro trufado de errores y con más emoción que brillantez

Merino y la locuraFoto: Jorge Muñoz

Duración: 1h 11:57 minutos de juego; 29:49 de tiempo real.

Saques: 1 de Urrutikoetxea (tanto 4) y 2 de Ezkurdia (tantos 3 y 11).

Pelotazos: 566 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 7 de Urrutikoetxea, 4 de Albisu, 6 de Ezkurdia y 1 de Merino II.

Errores: 4 de Urrutikoetxea, 10 de Albisu, 6 de Ezkurdia y 1 de Merino II.

Marcador: 1-4, 1-5, 2-5, 7-6, 8-6, 8-7, 9-7, 9-8, 10-14, 14-15, 15-15, 15-16, 16-17, 17-18, 18-19, 18-20, 19-21 y 19-22.

Incidencias: Final del torneo de la VIrgen Blanca disputado en el frontón Ogueta de Gasteiz. Tres cuartos de entrada. El trofeo Memorial Ogueta al mejor pelotari de la feria fue para David Merino.

donostia - Se transforma David Merino cuando le empieza a crecer el pantalón blanco y el gerriko. Cambia. El zaguero de Villar de Torre, un pelotari al que le cuesta perder la sonrisa, se vuelve un tipo serio, sobrio y con empaque. Frunce el ceño, la mirada le centellea y no pierde apenas el norte. Se agarra a un modo de afrontar los partidos que le ha dado muchos réditos en el tiempo que lleva como profesional, incluido un campeonato de Parejas junto a Titín III. Y en la final de La Blanca, cuando el partido asomaba un auténtico caos, sin dominio claro en el luminoso, errores de todo tipo y más emoción por lo apretado del marcador que brillantez, Merino II debatió con la locura. Se olvidó de todo y trabajó. Otra vez partisano. Por enésima ocasión. Ya lo hizo en la semifinal: trabajó y trabajó para abrazarse al triunfo y el viernes tuvo que atarse a algo similar. Su compañero, Joseba Ezkurdia, estuvo mejor en defensa que en ataque y su hoja de ruta, visto todo lo que jugó el miércoles en su partido, estaba en superar a Mikel Urrutikoetxea. Quizás esa fue la mejor virtud del dueto, que cargó las tintas sobre Jon Ander Albisu. El guardaespaldas de Villar de Torre buscó la última losa, mandó con las dos manos y minimizó los desperfectos que podía provocar un bulldozer como el ataundarra, con mayor pegada pero totalmente descontrolado. Acabó con diez errores Jon Ander y Ezkurdia, con seis. Demasiados para poner ritmo al duelo. Así, Merino reinó en la demencia y evitó las dentelladas de Urruti, decisivo en los momentos que entró en juego aunque al final acumulara un par de errores que le pasaron factura.

Fueron a tacadas y sin rumbo los cuatro pelotaris desde el principio. Ni el riojano empezó entonado. Cuestión de nervios, los colorados, superlativos en el partido frente a Aimar Olaizola y Mikel Beroiz, amanecieron sin chispa, desaparecidos. Muy intermitentes. Lo pagaron. 1-5 de salida y los azules sin apenas dar argumentos. No los necesitaban. El ataundarra estaba descontrolado y lo sabían.

Aun así, a pesar de las distancias de salida, el cañón de Albisu es una barbaridad. Un derechazo devolvió el saque a Urrutikoetxea, cuya presencia era necesaria para la revuelta, para el desconcierto. David, aunque firme tras el inicio, hizo aguas con la pelota de los de Asegarce. No se encontró. Dos pegadores en la otra orilla le acercaron al abismo. El camino de baldosas amarillas lo trazó el guipuzcoano, que forzó a fallar en dos ocasiones al riojano, un saque de Mikel y un error claro del de Villar de Torre, quien desde ese momento (5-5) no volvió a estrellarse. Un gancho de Mikel, voluntarioso, puso la primera distancia. El naufragio sonaba escarlata. Pero, lo cierto es que los colorados se movían a destellos. A Urrutikoetxea no le vino nada bien que Merino gozara con la izquierda y la derecha y le evitase, no como en la semifinal, en la que Beroiz tuvo más problemas para quitarle el aire y el zaratamoztarra le hizo un siete a Aimar. Suerte que a Ezkurdia también le costaba acabar. Un error suyo fue el 7-5.

De ahí en adelante, exceptuando los fogonazos de Urrutikoetxea, al que desactivó Merino, y el buen hacer del riojano, el marcador se rigió por los fallos del voleísta de Arbizu, que maquilló su hoja de ruta abusando de la volea, y Albisu, que mantuvo un rumbo errático, irregular y que no estuvo, ni de lejos, en su mejor versión. Los azules, entre tanto desperfecto, se encontraron con una renta jugosa (9-14) que podía augurar mayores loas, pero tampoco fue así. El puntillero de Zaratamo se echó el encuentro a la espalda, arriesgo y se encontró con un buen momento de Albisu. Entre los dos, a los que les costó sumar, volvieron a hacer la goma e igualar la contienda. 15-15.

Recital de Merino II Entonces, lo del sobrio Merino se transformó en un recital. Argumentaba cansancio el Ogueta, la pelota pesaba atrás y el menor de la saga de Villar de Torre se ató a la guerra de guerrillas, a la trinchera, para gobernar una final de La Blanca loca y desbocada. Quizás fueron los mejores momentos de Albisu, que se pudo recomponer poco a poco de lo que había sido un mal choque. Pero ninguno se separaba. 17-17. Y la moneda, a cara o cruz, salió azul. Ezkurdia pegó un derechazo que supo a gloria, Merino arrimó y se consumó la táctica: Urrutikoetxea, entonado, no debía tocar pelota. Cada vez que el de Zaratamo golpeaba, centelleaba el ingenio y generaba problemas. Así, sin incidencia, solo pudo buscarse las habichuelas en el territorio de la locura. Era tarde. Merino la había dominado y, en ese yermo paraje, Albisu había pagado los platos rotos.