La primera vez que un jeque dio la nota en el fútbol
En 1982, Fahad Al-Ahmed bajó del palco al césped y logró que se anulara uno de los goles de Francia ante Kuwait
Ahora que los jeques y sucedáneos están de moda en el fútbol, conviene regresar al Mundial de 1982. Pasaron muchas cosas como los partidos jugados en San Mamés, el apaño entre Austria y Alemania, la mayor goleada de la historia (10-1 de Hungría a El Salvador), la enorme semifinal entre Alemania y Francia o la expulsión de Maradona por agredir a Gentile. Pero el Estadio José Zorrilla asistió en un partido de la primera fase a uno de los episodios más lamentables y también chuscos y risibles que se recuerdan.
Jugaban en el campo pucelano Francia y Kuwait en un encuentro que dominaban como estaba previsto los galos, derrotados en la primera jornada por Inglaterra en San Mamés. En el minuto 35 de la segunda parte, Giresse anotó el cuarto gol de su equipo y justo después arrancó el vodevil. Los jugadores árabes protestaron al árbitro porque decían haber oído un silbato procedente de la grada que frenó su acción defensiva. Y miraron al palco. Allí estaba Fahad Al-Ahmed Al-Jaber Al-Sabah, jeque de Kuwait, hermano del Emir y presidente de la Federación y del Comité Olímpico del país, que comenzó a hacer gestos a su equipo de que se retirara del campo.
Ni corto ni perezoso, el jeque decidió bajar al césped rodeado de su cohorte de seguridad y conversó con Miroslav Stupar, al que convenció, no se sabe cómo aunque se sospecha de medios ilícitos, para que no diera validez al gol. El escándalo fue monumental en el José Zorrilla, donde la policía española pareció ponerse de parte del peculiar ciudadano kuwaití. El seleccionador galo Michel Hidalgo fue expulsado por sus protestas y Alain Giresse contó después, con mucha ironía, que entre los futbolistas corrió el temor de que “nos anularan también los tres goles anteriores, ganara Kuwait y nos quedáramos fuera de la segunda fase”.
El choque se reanudó con 3-1 y bote neutral. Francia marcó un cuarto gol y logró el triunfo que necesitaba para seguir vivo en el Mundial. Sonaron palabras conocidas. “La mafia es pequeña al lado de la FIFA. No me importan las sanciones. Yo no obligué al árbitro a anular el gol, él lo hizo porque estaba convencido”, proclamó Fahad Al-Ahmed al acabar el partido. Stupar fue expulsado del colectivo arbitral y sancionado con 25.000 francos suizos. Su pecado fue dejarse convencer por un jeque, que ya daban la nota hace 32 años.