La deuda de Txurruka; la paciencia de Omar
Los dos ciclistas del Caja Rural se conjuran para pelear por una etapa en la Vuelta al País VAsco
Omar Fraile es todavía un crío. Tenía diez años cuando se corrió la Vuelta al País Vasco de 2000 y aunque estuvo por ahí y recuerda el paso de las bicicletas, no le viene a la cabeza ningún nombre de esa edición ni ninguna de las siguientes, salvo Iban Mayo en uno de esos años, hasta que pensando, pensando dice uno: "Chris Horner". Eso fue en 2010. "Fuimos todos a seguir a Beñat (Intxausti, que acabó tercero) a la crono de Orio. Por eso me acuerdo bien". Aunque desearía olvidarlo, mejor que Omar se acuerda Txurruka de Orio y la meta de ese año al borde de la playa a la que no llegó. Se cayó bajando Aia cuando iba escapado en busca de la etapa y se quedó allí tirado con la clavícula hecha cachos. Alcanzó la playa en ambulancia. Los brazos de ama le lamieron las heridas: la del hueso, la de la etapa soñada y perdida y la del maillot de la montaña envuelto en sangre.
Hace un año que saldó Txurruka una de esas deudas. La Vuelta al País Vasco le devolvió el maillot de la montaña que le pertenecía, pero sin sangre. La etapa, aún se la debe. "Con mucho gusto recibiría esa etapa", dice el vizcaino, "pero no creo que la Vuelta al País Vasco me la deba". Lo que sí hace la ronda vasca es negársela. En la edición pasada, Amets la buscó desde el primer día. Le cazaron en la puerta de casa, Etxebarria, antes de subir San Miguel y bajar a Elgoibar. Volvió a la carga en la segunda etapa. Y tampoco. Así cada vez que lo intentó. Se quedó sin copa, besos y ramo, pero le llovieron flores. "Esta vez", dice después de encontrarse muy bien en la Volta a Catalunya, "solo espero poder repetir lo mismo y luchar por una etapa". La que le deben. En bicicleta, Txurruka es como no parece: fiero.
"Ya veréis, ya veréis Amets en País Vasco", advierte Omar con intriga, como si no hubiese salido aún de las páginas de Chacal, la novela de Frederick Forsyth en la que se basa la película del mismo título, y que ha viajado con él en la maleta a Flandes para disputar estos días los Tres Días de la Panne, su última carrera antes de la Vuelta al País Vasco en un inicio de temporada maratoniano. Una página web de estadísticas ciclistas (procyclingstats.com) recoge en uno de sus apartados un ranking de corredores en relación a los días de carrera disputados y los kilómetros acumulados en competición. Ahora, Txurruka figura el 32º y el 25º en esas dos clasificaciones, pero no hace mucho, antes de París-Niza y Tirreno-Adriático, era el primero en ambas. Lleva 4.274,1 kilómetros en carrera en 29 días con dorsal. "Y 18 vuelos diferentes para ir de una carrera a otra", añade. "Y muchas horas de aeropuerto. Como las seis que me pasé en la terminal del de París aburrido, sin nada que hacer salvo enredar en internet y leer". Ahora devora Chacal. Le gustan los libros de intriga. Y se le ha pegado. "Ya veréis ya...". Dice de Amets.
Crecer A Omar ya se le vio en la pasada Vuelta al País Vasco. El día de la nieve y el frío camino de Beasain donde resistió el acecho de los lobos -Porte, Henao, Samuel, Contador, Quintana...-. "Aquello me dio mucha confianza. Me pareció que podía estar allí, luchando con los mejores". Le hizo creer y eso le ha hecho crecer. "Muchas veces", cuenta; "las piernas necesitan que la cabeza les dé un motivo para sacrificarse y sufrir. La confianza es una de esas cosas que te hacen tener ganas de afrontar los retos".
La Vuelta al País Vasco es uno de ellos. "Uno de mis objetivos de la temporada". Un año después, se siente más grande que entonces. "He crecido físicamente y he aprendido". Omar viene del mountain bike y lleva poco tiempo en la carretera. Dicen que le sobra motor y le falta experiencia. Cosas simples como la colocación que va asimilando poco a poco. O como el fondo. "Ahora noto que llego mejor a los finales de las carreras largas".
En la ronda vasca se encontrará etapas cortas, duras y explosivas. Le van ese tipo de recorridos. En aficionados ganó la Subida a Gorla, la carrera más explosiva del calendario amateur. Ahora busca explotar en profesionales. "Pero aún es pronto para mí". Es de los que les gusta avanzar como en la montaña, asentando cada paso. Despacio, sin prisa. "Y en la Vuelta al País Vasco se va muy rápido".
Lo descubrió el año pasado. Y lo descubrirá este año Peio Bilbao, 24 años, que debuta con el Caja Rural en la carrera de casa.