Bilbao. Un déjà vu mejorado. Es el resumen perfecto de lo ocurrido ayer en el frontón Bizkaia de Bilbao. Aimar Olaizola defendió su corona de campeón del Manomanista de la LEP.M ante el mismo rival que hace un año, en el mismo escenario que entonces y con el mismo marcador: 22-7. La única diferencia es que, aunque parezca imposible, el goizuetarra jugó todavía mejor que en la final de la pasada edición del torneo y superó de principio a fin a un rival, Juan Martínez de Irujo, que no ofreció su mejor versión y claudicó ante el poderío físico y mental de un oponente superlativo. Y es que, con el de ayer, el menor de los hermanos Olaizola suma ya 12 títulos como profesional, afianzando así su liderato en la carrera honorífica por ser el pelotari en activo con mejor palmarés.
Aimar Olaizola ganó ayer su cuarta txapela del mano a mano. Se la entregó un tricampeón, Miguel Gallastegi. A sus 95 años, el expelotari guipuzcoano no se quiso perder una cita mayúscula. Ni tampoco la exhibición de un Aimar que completó una actuación sobresaliente. Demostró un dominio absoluto de todas las suertes ofensivas apuntándose seis tantos de saque, otra decena con una enorme variedad de remates y uno más con una descomunal pegada que superó incluso a la de un Irujo que peleó una barbaridad, pero que no disfrutó en casi ningún golpeo.
Los casi 260 pelotazos que ambos protagonistas cruzaron a buena y los 54 minutos de pelea demuestran que la final resultó muy dura, en contraposición al abultado resultado del duelo. Hay más pruebas, como los 25 pelotazos del segundo tanto (supuso el 2-0 para Aimar), los 28 del 18º (el 13-5 para Olaizola II) o los 24 del 24º (fue el último que se apuntó Irujo, el 17-7). Los delanteros de Goizueta e Ibero se dejaron la piel en la cancha, pero se impuso la pegada, la clase y la inteligencia del pelotari de Asegarce.
Un paso adelante Aimar dio un paso adelante desde el inicio. Estrenó el marcador con un saque largo, bombeado y muy pegado a la pared para el que Irujo no encontró respuesta, y después se inventó una parada en el ancho después de un interminable intercambio de golpes (2-0). El goizuetarra salió enchufado y fue el encargado de imponer el ritmo del choque. Hizo un partido casi perfecto y solo un error al ejecutar una dejada permitió que Irujo estrenara su casillero. El delantero de Ibero se empeño en pegar, pero ni encontró el material que había tenido en otros compromisos ni la frescura de otras tardes. Además, se topó con un rival que defendió de maravilla y aprovechó cualquier despiste de Irujo para pasar a dominar (4-1).
El segundo y último regalo de Aimar (4-2) se convirtió en la antesala del estirón del goizuetarra. Su rival apretó el marcador con una afortunada escapada de sotamano (4-3), pero el menor de los hermanos Olaizola recuperó el saque y encadenó ocho tantos consecutivos (tres de ellos, el 10, 11 y 12, con el disparo inicial) que le pusieron el título en bandeja (12-3). A pesar de la renta, Aimar se tomó muy en serio a su rival. Solicitó descansos para detener el partido cada vez que el delantero de Ibero sumó (tras el 12-4 y el 17-7) y frenó a Irujo. Con intuición, inteligencia, calidad y pegada. Con su manual de estratega y campeón.