la resaca de la temporada más exitosa en la historia del club no ha podido ser más dura. El Lagun Aro GBC ha pasado en un año del cielo deportivo al infierno. De la Copa y los play-off, al descenso. En 34 partidos, el equipo dirigido por Sito Alonso solo ha ganado ocho y ha consumado su segundo descenso en seis años, poniendo además fin a cinco cursos seguidos en la elite.

A diferencia de lo que suele ser habitual, el descenso no ha traído consigo la clásica dinámica destructiva que se lleva todo por delante. La afición de Illunbe, en una actitud tan novedosa como sorprendente en el deporte de elite, ha apoyado a su equipo hasta el último momento y ha seguido creyendo al 100% en su entrenador, Sito Alonso, que apenas ha sufrido desgaste en Gipuzkoa pese al descenso. No ha habido ni un reproche. Ni malas palabras. Tampoco el técnico ha empezado a cargar contra todos al estilo de Porfi Fisac cuando bajó hace seis años. Sito suele decir que quiere salirse de la normalidad que imponen los demás y aquí ha conseguido su objetivo. Se ha valorado más el esfuerzo y la lucha de los jugadores en el último tramo liguero que el resultado final.

Todo esto -unido a la opción de poder continuar en la ACB si los equipos de LEB que suben renuncian por motivos económicos- ha hecho que el descenso no haya sido muy traumático y que el club se lo haya tomado con aparente tranquilidad. Sin embargo, toca reflexionar y analizar los motivos del descenso y una conclusión clara es que el club ha fallado estrepitosamente a la hora de fichar. Desde el pasado verano, han pasado por Illunbe hasta nueve caras nuevas. Uno, Chris Lofton, ni siquiera llegó a debutar en partido oficial. De los otros ocho, apenas tres pueden recibir el aprobado por su rendimiento. Los demás han estado lejos de lo esperado y el resultado es un equipo demasiado débil durante muchas jornadas, que ha habido que remodelar sobre la marcha y que finalmente solo ha sido capaz de ganar ocho partidos.

El cacareado recorte económico de la Diputación a finales del pasado mes de junio hizo mucho daño y obligó al club a cambiar el proyecto deportivo. El club tuvo que vender a Jimmy Baron para ahorrarse su ficha y debió renunciar a fichajes como Berni Rodríguez o Salah Mejri que estaban encauzados. Además, tuvo que asumir renovaciones firmadas antes de la reducción como las de Doblas, Salgado o el propio Sito, que probablemente habrían sido más modestas de haberse conocido el bajón en el presupuesto. Eso le dejó un escaso margen de maniobra para fichar, pero lo cierto es que no acertó.

Dejando a un lado al colista Manresa, otros clubes han dejado en evidencia al Lagun Aro. Como el Valladolid, con muchísimos problemas y que incluso se quedó sin sus dos americanos, Renfroe o Hunter, de cara al último tercio de la campaña y que pese a todo se ha salvado cómodamente. O como el CB Canarias, que recién ascendido y con un proyecto sin ningún lujo ha rozado el play-off. Dentro de sus posibilidades, el Lagun Aro no ha acertado a la hora de fichar y el club debe hacer autocrítica y buscar responsables para descubrir los motivos. En este sentido, las caras visibles a la hora de fichar fueron tanto el exitoso año pasado como este el director general, Germán Cea; el secretario técnico, Antonio Alonso; y el entrenador, Sito Alonso.

los fiascos

Rubio, Woods, Taylor, Kuksiks, Lofton...

Las dos grandes apuestas fueron Guille Rubio y Qyntel Woods, y ambas han fracasado. Con el ala-pívot se intentó un movimiento similar al de Sergi Vidal, pero el resultado fue el opuesto. Después de tres años jugando poco en Unicaja y Cajasol, se esperaba que Rubio recuperara en Donostia el nivel ofrecido en sus mejores campañas en Manresa, pero empezó mal y ha acabado peor, jugando poco y relegado a un papel defensivo.

Capítulo aparte merece Qyntel Woods, quizás el nombre propio de la temporada. Mucho se ha alabado el trabajo de Sito y sus ayudantes para recuperarlo y que ofreciera su mejor nivel entre las jornadas 20 y 30, liderando los mejores partidos de un equipo que por momentos soñó con la permanencia. Sin embargo, el balance de su paso por Donostia no puede ser más decepcionante. Llegó en verano absolutamente fuera de forma cinco meses después de acabar su temporada anterior en Ucrania y le costó una vuelta entera ponerse a tono física y mentalmente, un lujo excesivo e inadmisible para un americano llamado a marcar diferencias. Para rematar la faena, volvió a bajar su rendimiento en abril y ha acabado fuera de combate por una rotura de menisco.

Junto a Woods, el otro americano llamado a marcar las diferencias en la cancha era Chris Lofton, pero el escolta duró unos días en el club porque su hernia en la espalda le impedía rendir a un nivel óptimo en competición. El error de fichar a un jugador lesionado ha sido uno de los grandes lastres del curso. Su primer sustituto fue Rihards Kuksiks, que empezó bien pero que se fue desinflando completamente hasta dar un flojísimo rendimiento. Duró quince partidos. Menos estuvo en Donostia otro escolta, Jermaine Taylor, que se fue tras disputar diez partidos porque nunca se adaptó ni al equipo ni a la competición. La poca producción ofensiva en el juego exterior ha sido uno de los grandes problemas de la campaña.

No fue un fichaje, pero también entra en el capítulo de fiascos Yaroslav Korolev, que en los nueve partidos que jugó demostró que no estaba recuperado para competir al alto nivel. Su renovación es otro de los errores de confección de plantilla.

los revulsivos

Paunic y Finley

Después de tantos fichajes erróneos, el Lagun Aro GBC por fin acertó con las incorporaciones de Ivan Paunic y Morris Finley, que llegaron en enero, el serbio después del 98-50 en Barcelona y el americano, una semana después. La incorporación de ambos fue un soplo de aire fresco por su calidad y por su actitud positiva. El equipo lo agradeció y jugó su mejor baloncesto en los meses de febrero y marzo. Además de su aportación, Paunic y Finley consiguieron reactivar a Woods y se convirtieron en los revulsivos de un Lagun Aro que incluso ganó tres partidos seguidos y salió una semana del descenso, lo que parecía una misión imposible.

El ímpetu de Finley, sin embargo, no duró demasiado y su nivel en las siete últimas jornadas, saldadas con otras tantas derrotas, también ha descendido. Los motivos de su bajón pueden ser dos: el mayor conocimiento de su juego por parte de los rivales y su larga inactividad anterior, ya que venía de estar prácticamente dos años parado. Ambos jugadores, en cualquier caso, han dejado un buen recuerdo de su paso por Illunbe.

los cumplidores

Salgado, Doblas, Dani Díez y Papamakarios

Haciendo un balance global de la jornada uno a la 34, probablemente los jugadores que recibirían una nota más alta -aunque sin alardes porque nadie ha brillado- son el capitán Javi Salgado, David Doblas y Manos Papamakarios, que son los líderes del vestuario, además del joven Dani Díez, que ha cumplido siempre que ha saltado sobre la cancha. Un aprobado raspado recibe Ekene Ibekwe, que sin deslumbrar ha hecho un trabajo correcto.

El capitán ha intentado tirar del carro durante toda la temporada, especialmente en los momentos difíciles, haciendo un esfuerzo impagable, aunque su acierto ha sido irregular, mientras que Papamakarios se ha convertido en uno de los preferidos de la afición por su entrega constante. Doblas, por su parte, es probablemente el jugador que más se ha revalorizado gracias a un muy buen tramo final de curso.