Donostia. La esperanza regresó ayer a Illunbe. El Lagun Aro GBC sumó ante el Valencia su tercer triunfo del curso (76-68) y demostró que tiene argumentos para continuar el año que viene en la ACB. Lo que pudo ser un sábado trágico se convirtió en un día para la esperanza porque el equipo cuajó su mejor actuación de la temporada y el antepenúltimo clasificado, el Fuenlabrada, cayó en su cancha frente al Murcia, por lo que la salvación está, al término de la primera vuelta, a un solo triunfo. No es que sea la situación soñada, pero tal y como llegaban los de Sito Alonso al partido y el rival que había enfrente, quien más quien menos temía que la permanencia se escapara ayer a tres triunfos, con todo lo que eso supone. Pero en un Illunbe volcado con su equipo, y con las ganas de todos de dedicar una victoria a Miguel Santos, el GBC se dejó la piel para derrotar al tercer clasificado de la ACB. Así sí se puede, como suele corear la grada.

Los hombres de Sito demostraron tener carácter, algo que sinceramente estaba en duda después de los últimos acontecimientos. Y lo hicieron en el momento más complicado del curso: después de perder por 48 puntos en el Palau, con una angustiosa situación clasificatoria y el desánimo instalado en el ambiente, y sin Taylor, que dijo adiós de forma voluntaria. En estas circunstancias, ante la visita del tercer clasificado, lo normal era hundirse. En cambio, el Lagun Aro sacó a relucir su versión más generosa y enfurecida para tumbar a un rival a priori muy superior gracias a un inconmensurable ejercicio defensivo y al liderazgo anotador de Doblas (16 puntos) y Qyntel Woods (22), tope anotador de ambos este año. No es casualidad que las dos victorias en Illunbe hayan llegado de la mano de las dos mejores actuaciones del americano, un jugador clave que hasta ahora ha rendido muy por debajo de lo esperado pero que tiene tiempo para resarcirse.

Ya desde el salto inicial se vio a un Lagun Aro concentrado, intenso, serio, que no iba a dar su brazo a torcer y que iba a ser tan duro como un Valencia que ha acreditado en la primera vuelta liguera ser uno de los rivales más rocosos que puede haber. Bajo el amparo de una afición que animó como nunca y que, de forma tan increíble como meritoria, nunca ha dejado de creer en este equipo, el Lagun Aro sacó fuerzas de flaqueza para brillar y sacar a relucir su mejor versión, radicalmente opuesta a la exhibida seis días antes en el Palau. Es probable que el incansable optimismo de Sito, que insufla un ánimo contagioso en las distancias cortas porque cree ciegamente en la salvación, haya por fin contagiado a sus hombres. O que la llegada de un Ivan Paunic que gustó mucho en su estreno haya traído consigo renovadas energías. El caso es que el Lagun Aro ayer pareció otro.

Además de ganar, el equipo de Sito puso las bases para creer en la salvación. A saber: factor cancha, intensidad, generosidad y esfuerzo defensivo al 100%, dos bases que dirigen, un pívot que domina la zona y un jugador que toma la responsabilidad ofensiva. El Lagun Aro aplicó ayer esta receta a la perfección. Salgado y Neto repartieron diez asistencias y llevaron el ritmo de partido pese a perder también entre ambos siete balones, Papamakarios, Dani Díez y Paunic marcaron la pauta con una gran actuación defensiva, Doblas se comió a los pívots valencianos y Woods se fue hasta los 22 puntos. Todos los jugadores, excepto un Kuksiks que apenas jugó y un Ibekwe muy discreto, cumplieron a la perfección su papel.

40 minutos a tope El conjunto guipuzcoano llevó casi siempre la iniciativa en el marcador gracias a su defensa, pero su ventaja nunca fue mayor de siete puntos (43-36) porque hubo demasiadas pérdidas de balón -el único lunar ayer- y porque el Valencia no es de esos equipos que se deja llevar aunque vaya por detrás. El 43-39 al descanso dio paso a los peores minutos de la tarde en la reanudación, cuando el Valencia hizo un parcial de 3-13 que dejó el marcador en un 46-52. Fueron cinco minutos de sequía en los que Woods perdió varios balones y el Lagun Aro apenas anotó tres puntos. Pero, a diferencia de otras ocasiones, cuando el atasco ofensivo se había traducido en escandalosos parciales en contra, ayer los de Sito supieron sufrir gracias a un inmenso esfuerzo defensivo, una incansable labor dirigida por dos guerreros, Papamakarios y Paunic. Pero el griego y el serbio no se conformaron con secar a Rafa Martínez, Kelati y compañía, sino que anotaron siete puntos consecutivos que sirvieron para dar la vuelta al resultado (53-52) y convencer a sus compañeros de que ganar era posible.

El mensaje fue captado y el Lagun Aro se comportó como una roca en el último cuarto. Simplemente, demostró que no quería perder. La defensa dejó al Valencia en 29 puntos tras el descanso y en ataque fueron llegando los puntos gracias a un Woods que volvió a tomar las riendas ofensivas y anotó nueve puntos en el último cuarto. Rafa Martínez metió miedo desde la línea de personal (67-65), pero ayer el Lagun Aro creyó de verdad en la victoria y la selló, cómo no, con Woods y Doblas, los dos estiletes de una brillante actuación coral. Ayer, por fin, todo fue positivo. Indudablemente, la salvación pasará por Illunbe y es de esperar que, a diferencia de los anteriores triunfos contra Manresa y CAI, el de ayer sea ese deseado punto de inflexión. Parece que lo será porque este equipo demostró estar muy vivo, pero habrá que seguir demostrándolo desde el próximo viernes, cuando vendrá a Illunbe el Joventut. Ahí también será obligado ganar. Así, sí se puede. De verdad.