DONOSTIA. Cuando la clasificación obliga, lo importante suele ser ganar, por encima de cualquier otra cosa. Y el Lagun Aro GBC lo hizo tras batir al Assignia Manresa por 88-82, que supuso el primer triunfo del equipo en casa. No fue un partido redondo porque el Lagun Aro, pese a mostrar un buen tono en líneas generales, tuvo lagunas en defensa y estuvo a punto de tirar por la borda catorce puntos de renta en los últimos seis minutos debido probablemente a los nervios, pero el equipo de Sito ganó. Era un triunfo, más que necesario, obligatorio, “impepinable” como había dicho David Doblas. Ganar supone salir de forma momentánea del pozo y solo puede ser un punto de inflexión para seguir creciendo y olvidar penurias clasificatorias. Pese a que se le siguen apreciando carencias, sobre todo en el juego interior, este equipo va a más, como demostró contra el CAI y el Valencia y confirmó ayer por la noche.
No es casualidad que la victoria llegara tras un excelente partido de Baron y tras la mejor actuación de la temporada de Adeleke y Lorant. El Lagun Aro no podía vivir eternamente del gran momento de forma de Panko y Vidal y de la irrupción de Neto. Necesitaba una mayor aportación de más jugadores. Y ayer respondieron unos cuantos. Además del escolta y de los pívots, también mejoró Papamakarios, y Salgado estuvo más serio que nunca en la dirección. Betts apenas jugó y Doblas no tuvo el día, pero fue más que suficiente para ganar.
No conviene olvidar el papel del público. Con una aceptable entrada de 5.820 espectadores, la grada apretó en los momentos importantes. El Lagun Aro de Sito ha enganchado a la afición, lo cual tiene su mérito teniendo en cuenta que los tres primeros partidos en casa acabaron en derrota, lo que suele desanimar mucho al respetable. Pero este equipo se emplea con una intensidad encomiable en la cancha y la lucha está garantizada. En años anteriores, eran demasiadas las ocasiones en las que el equipo bajaba los brazos antes de tiempo, dejándose llevar. Esta actitud ahora está prohibida, y la gente lo agradece. Además, a este Lagun Aro no le da miedo jugar a un ritmo alto y plantear partidos a una anotación alta, algo que parece tabú hoy en día en la ACB. Este juego tiene sus riesgos, y son que el equipo a veces se vuelve demasiado alocado en ataque y da ciertas facilidades en defensa, pero si metiera 88 puntos como hizo ayer y recibiera 70 en lugar de 82 sería el Barcelona y no el Lagun Aro.
INICIO ERRÁTICO Al equipo guipuzcoano, en cualquier caso, le costó unos cuantos minutos entrar de lleno en el partido. Sito Alonso tuvo que pedir un tiempo muerto con 10-17 en el marcador para templar los ánimos y ordenar las ideas de los suyos. El parón en el partido surtió efecto y a partir de ese momento el Lagun Aro empezó a cambiar la dinámica del partido. Subió un punto su intensidad defensiva y a encontrar los puntos en ataque. Esta vez, a diferencia de las dos últimas semanas, el base que hizo mejorar al equipo fue Salgado. Pero lo más sorprendente no fue eso, sino que en el minuto catorce el Lagun Aro ya iba por delante (29-27) gracias a la aportación ofensiva de... Adeleke y Lorant, que por fin surgieron. Una vez que cogió la delantera, el equipo de Sito dio la sensación de tener el ritmo del partido en su mano pese a que el Manresa no se rendía. Surgió Baron y el Lagun Aro hizo el primer amago de despegarse en el marcador, pero tuvo fallos en defensa y no lo pudo lograr (43-39 al descanso).
CATORCE PUNTOS DE RENTA Pero después del descanso el equipo de Sito empezó a plasmar su superioridad. Panko vio canasta con facilidad, lo que lleva haciendo desde el inicio de temporada, y el factor sorpresa Adeleke siguió castigando a los pivots visitantes para abrir la primera brecha importante en el marcador (65-53). El nigeriano y Lorant, además, hicieron una labor encomiable detrás, parando a Doellman y Asselin, los grandes peligros manresanos y a los que Panko y Doblas no lograban detener. El Manresa, sin embargo, volvió a aferrarse a sus opciones para dejar el encuentro abierto al término del tercer cuarto (65-58).
En el último acto, surgió en todo su esplendor Baron, que metió dos triples marca de la casa y tres tiros libres para poner un 75-61 a seis minutos del final que parecía decantar definitivamente el choque. A partir de ahí, sin embargo, el Lagun Aro se metió en un bache, quizás influenciado por sus cinco derrotas del curso, todas ellas producidas en finales ajustados. Es posible que a los jugadores les entrara el miedo. Y llegaron las pérdidas y los fallos de concentración. Y el Manresa los aprovechó para ir recortando las diferencias: 75-66, 84-75, 84-82... pese a la superioridad local, el partido llegó a su último minuto con todo en el aire. Con el miedo instalado en el pabellón, Salgado acreditó su fama de especialista en finales apretados y se sacó de la manga una arriesgada asistencia a Adeleke que éste materializó en el 86-82. En el siguiente ataque, su excompañero en Bilbao Javi Rodríguez perdió la bola y el triunfo se quedó en casa. El Lagun Aro por fin respiró y sumó la necesaria primera victoria en casa. El futuro pinta un poco más amable, pero habrá que confirmarlo en las próximas citas.