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Egia Balonmano sin nostalgia

Hace 40 años que el club donostiarra emprendió su última campaña en la máxima categoría estatal

Egia Balonmano sin nostalgiaFoto: cedida

EL Club Deportivo Egia Eskubaloia está atravesando un momento dulce. El primer equipo masculino aspira a lograr el ascenso a la segunda máxima categoría del balonmano estatal, y la cantera de la entidad da cobijo a un número importante de jugadores y de conjuntos. El club, sin embargo, también ha vivido épocas mejores. El "equipo del barrio" donostiarra de Egia llegó a rozar la gloria en dos finales de Copa en 1968 y 1969, y jugó cuatro campañas consecutivas en la elite. Precisamente, su última aventura en la División de Honor fue en la temporada 1971-72, hace ahora cuatro décadas.

El presidente del Egia, Alex Elezgarai, no añora aquellos buenos tiempos: "Hay mucha gente que ya ni se acuerda de esto. Estamos hablando de cosas de hace 40 años. A algunos les suena, pero nostalgia, sobre todo, tendrán los jugadores. Para el club, hoy por hoy, estar en la máxima categoría es impensable. ¿La División de Honor Plata? Habría que ver, pero jugar en la Asobal es imposible".

Más que en el pasado, Elezgarai está centrado en gestionar un club en pleno crecimiento: "Ahora tenemos alrededor de 190 chavales y chavalas, un equipo senior masculino en el grupo B de Primera Nacional, donde también juegan el Zarautz, el Pulpo de Zumaia y el Ereintza de Errenteria, y otro en Segunda, y de ahí para abajo tenemos toda la escalera: un juvenil masculino y otro femenino, dos de cadetes, tres infantiles y tres o cuatro de alevines, tanto en chicos como en chicas. Es decir, todo el escalafón quitando las dos primeras categorías (Asobal y División de Honor B). Hace unos años que trabajamos con equipos femeninos. Tenemos un convenio con el Bera Bera, aunque cada uno tiene sus equipos. Entre Egia y Bera Bera también tenemos toda la escalera".

años de gloria

Dos finales consecutivas

El Egia irrumpió en la elite del balonmano estatal en 1968, cuando logró plantarse en la final de la entonces llamada Copa del Generalísimo. Los azulgranas cayeron por 17-14 en Bilbao frente al todopoderoso Atlético de Madrid que, junto al Barcelona y el Granollers, dominaba las clasificaciones de la época. Ese mismo año, el equipo donostiarra pudo celebrar el ascenso a la máxima categoría. En 1969, el Egia perdió su segunda final copera, esta vez con el Barcelona como rival en Madrid (20-14), pero logró conservar la categoría en la liga hasta 1972.

Las dos finales de Copa supusieron la cumbre del historial deportivo del club. El actual presidente del Egia, Alex Elezgarai, recuerda aquellos partidos como "un hito para el barrio y para San Sebastián. Cuando se jugaban los grandes partidos contra Atlético, Barcelona o Granollers, que eran los equipos punteros entonces, aquí les costaba mucho ganar. Si las finales se hubiesen jugado en Donostia, o a doble partido, igual hablaríamos de otra cosa. Ganar al Atlético o al Barcelona era imposible, pero podía haber sonado la flauta".

El dirigente egiatarra recuerda que "aquellos encuentros se llegaron a televisar. Eran partidos muy competidos. Tanto el Atlético como el Barcelona eran profesionales. En el Egia eran todos amateurs; salían de su currelo y se montaban en el autobús para irse a jugar. Las diferencias eran grandes, pero el grupo que habían formado les hacía acercarse al nivel de estos equipos. Además, hubo gente que no pudo ir por temas laborales. Se compitió a un gran nivel, y toda la prensa reconoció el mérito de aquel equipo de barrio contra los clubes más grandes".

La desaparición

"Un equipo de barrio"

La presencia de un "equipo de barrio" en la elite no era un fenómeno tan inexplicable. Elezgarai, recuerda que "antes no había tantas categorías. El balonmano estaba menos extendidos que ahora. Del Campeonato de Gipuzkoa pegabas el salto a segunda división, y luego llegabas a la máxima categoría. Ahora hay tres o cuatro divisiones más".

En sus primeros años en División de Honor, el equipo estuvo formado por jugadores del barrio, y luego la plantilla se abrió a toda Gipuzkoa.

Michelena y Alonso (los dos porteros), Villa, Erro, Irure, Jáuregui, Quique, Barcáiztegui, Lamarca, Aguirrezabala, De Andrés, Michelena II, Mugarza y Nardos representaron al club en al menos una de esas dos finales de 1968 y 1968.

Elezgarai afirma que "en aquellos tiempos era lo único que había en el barrio. Estaba Atocha, el fútbol y la Real, y el Egia. No se jugaba en el mismo barrio, pero se jugaba los domingos a mediodía y arrastraba mucha gente". El balonmano no se disputaba entonces en recintos cerrados, y el equipo tenía que trasladarse a la ciudad deportiva de Anoeta, donde jugaba cerca del actual frontón Atano, o en otra pista donde ahora se hallan las piscinas Paco Yoldi.

El presidente egiatarra explica que entonces "las reglas eran parecidas. A finales de 50 y principios de los 60 ya se dejó de jugar a once. Los marcadores de entonces eran mucho más bajos. Los jugadores física y técnicamente ahora son mucho mejores. En aquel equipo que jugó las copas el más grande mediría 1,80 metros".

La desaparición del club llegó como consecuencia de la retirada de una generación de jugadores: "Mientras aguantó esa gente el club estuvo arriba. El Egia fue bajando de categoría y empezaron a aparecer otros deportes. Con el traslado al Gasca se perdió la salsilla del balonmano al aire libre. Y la gente viene a ver al equipo siempre que esté bien".

refundación

Un club con presente y futuro

Tras el descenso desde la División de Honor, en 1972, el Egia inició una cuesta abajo que condujo a su extinción. Elezgarai relata que el club "fue descendiendo de categoría hasta que desapareció en 1975. Los jugadores de calidad lo fueron dejando, no había cantera y el club tampoco andaba muy boyante económicamente". Precisamente, el actual presidente azulgrana fue el último capitán del equipo. Con el paso del tiempo, Elezgarai vio "con naturalidad" cómo las referencias del balonmano guipuzcoano pasaban a ser Irun y Eibar.

El Egia permaneció muerto durante veinte años, hasta que la iniciativa de varios exjugadores y de algunos padres de alumnos del colegio Mundaiz lo resucitaron. Elezgarai recuerda que "los padres se encontraron que los chavales que terminaban el colegio con 16 años no tenían dónde jugar. Eso coincidió con la construcción del polideportivo del barrio en 1995, y plantearon a algunos exjugadores del club si les interesaría sacar un equipo en Egia. Montamos un equipo juvenil, y luego integramos a otro club de San Sebastián, el Bizkor, que estaba en Segunda División Nacional. A partir de ahí fuimos creciendo".

En los últimos años, de hecho, el club egiatarra ha sido la única referencia del balonmano donostiarra hasta la refundación del Salleko. Hoy en día el Egia cuenta en su cantera con cerca de 190 jugadores: "La dinámica es que cada vez vienen más chavales. Nos estamos llevando una sorpresa agradable. Desde hace tres o cuatro años, el concepto de equipo y de barrio se han unido otra vez y viene mucha gente a ver a los mayores. Todos saben que, al haber dos equipos seniors, generalmente los sábados a las ocho siempre hay algún partido".

El técnico del primer equipo, Aitor Santos, realiza también un trabajo "impagable" con la cantera, mientras que el staff femenino se encuentra toda una exinternacional como Tati Garmendia. También trabaja con las categorías inferiores la incorporación estrella del Egia, el veterano David Rodríguez.

Respecto a la primera plantilla, el presidente azulgrana tiene claro que el objetivo esta campaña es "disputar la fase de ascenso a División de Honor B. Si subimos, no nos endeudaríamos y no tendríamos profesionales. Arrate y Bidasoa han estado por encima de sus posibilidades. Nosotros, en el momento en que debamos un euro echamos la persiana".

El torneo que organiza el club en verano ha mantenido vivo el nombre del Egia en el balonmano de alto nivel y, además, como recuerda su presidente, supone "el único momento del año para ver balonmano de elite en San Sebastián".

Para el máximo mandatario egiatarra, un hipotético regreso a la máxima categoría es "imposible e impensable. En la Liga Asobal no hay muchos jugadores del territorio. La cantera está funcionando hasta un límite; la segunda categoría. Gipuzkoa puede tener uno o dos equipos en División de Honor B o cuatro o cinco en Primera, pero uno en la Asobal..." Para el Egia, la máxima categoría es un recuerdo que apenas genera un poco de nostalgia.