Donostia. Esta temporada se hace raro contemplar la clasificación de la Liga San Miguel y encontrar clubes de renombre en la parte baja pugnando por huir de los puestos peligrosos. Castro, Orio y San Pedro están citándose regata tras regata en la tanda más humilde. Por ahora, el que peor parado ha salido ha sido el equipo pasaitarra. San Pedro ocupa el undécimo puesto de la tabla, el que obliga a disputar el play-off por la permanencia. Su entrenador, Gabi Larrinaga, reconoce que intuía un verano complicado: "Sin duda, esperaba una campaña así de difícil. No me sorprende estar penúltimos. Lo que no me esperaba es la mala suerte que estamos teniendo, pero sí que sabía que nos esperaba una temporada difícil".
El guipuzcoano confía en poder dar un salto clasificatorio y no cree que cuando termine la temporada regular sean los inquilinos de la plaza de play-off: "Claro que sí creo que vamos a remontar. Hemos empezado la Liga mal, sobre todo desde Camargo, que ya nos tocó la calle cuatro... Pero viendo los entrenamientos que estamos haciendo me invita a pensar que somos capaces de salir de ahí. Nos va a costar, pero veo al equipo capacitado para salir de ahí". Competir viéndose en una situación tan complicada es un hándicap para cualquiera. Larrinaga reconoce que sus chicos están deseando cambiar la inercia negativa en la que se encuentran inmersos: "Estar ahí abajo, sin duda, pesa psicológicamente. Es un lastre estar ahí desde el principio de la Liga. Pero es que llevamos una racha de mala suerte entre malas calles, lesionados en plena regata, romper tostas, coger plásticos... Hay una serie de cosas que nos han condicionado un montón los resultados y da rabia. Evidentemente, te pones nervioso". Para contrarrestar esos nervios, el entrenador se ha visto obligado a desempolvar otras facetas: "Me toca hacer mucho de psicólogo todos los días".
La pelea por eludir los últimos puestos es siempre muy complicada. Los equipos están condenados a un pulso en el que arañar un punto a sus rivales en cada regata es toda una gesta. Que esta temporada estén en esa pelea clubes de la talla de Castro o Orio desmoralizaría a cualquiera. Larrinaga prefiere pensar que el color de los rivales no es argumento suficiente para decidir quién se lleva el gato al agua: "Yo no miro los nombres de los equipos. Son los que están y también creo que están condicionados por la mala suerte. Pero al final esto es una Liga de doce, el último cae directo y el once juega un play-off. Hasta la última regata y hasta el último punto va a tocar sufrir y pelearlo. Lo tengo asumido".
La reacción no debe hacerse esperar, la Libia espera poder sacudirse sus temores y penurias cuanto antes: "Espero que a partir de esta semana empecemos a hacer unas regatas más normales, sin tantos factores externos que condicionen tanto el resultado final. Si puede ser este mismo fin de semana, mejor".
El sábado la Liga se traslada a su territorio, a Pasaia, lo cual es un arma de doble filo: "La gente se anima más por remar en casa y también te meten más presión porque casi estás obligado a hacer un buen resultado. En la regata se notan las dos facetas de competir en casa".