Donostia. 19 de julio de 2010. A cinco etapas y una jornada de descanso de desembocar en París, el pelotón del Tour de Francia busca la meta en Bagnères de Luchon. Faltan algo más de 50 kilómetros, pues aún se desciende el col de Ares, un segunda de seis kilómetros. El grupo marcha estirado y Radio Tour escupe la palabra maldita: "Chute!" Iban Mayoz se retuerce en la cuneta izquierda mientras es atendido por el médico de carrera. Tras unos minutos de incertidumbre, el donostiarra reemprende la marcha muy magullado y con un fuerte golpe en el costado. Así superaría Balès, un coloso de categoría especial en el que Thomas Voeckler soltaría a Alessandro Ballan y Aitor Pérez Arrieta para adjudicarse la etapa. 30 minutos y 37 segundos después, Mayoz -compañero del zegamarra en el Footon- cruza la meta en última posición. Lo hace, por supuesto, en el más profundo anonimato. Mientras en la meta solo se habla del ataque de Contador en Balès cuando el cambio juega una mala pasada a Andy Schleck, Mayoz es evacuado al Hospital de Vielha: "Nunca pensé que ese sería mi último día como ciclista. Es curioso que pase de correr la mejor carrera del mundo al paro", rememora el donostiarra, que necesitó dos meses para recuperarse plenamente de la fractura de tres costillas y las fuertes contusiones en un pulmón y un riñón que se sumaron a la neumonía que venía arrastrando los días previos. "De Vielha me mandaron a Lleida y de aquí, pasé cinco días en Policlínica Gipuzkoa. Pasé quince días fatal, con mareos, y ocho ingresado. El final del Tour lo vi en la clínica".

El trompazo cortó la "mejor" de sus siete campañas de profesional, con la guinda del Giro de Italia, en el que acabó 21º en la general y acarició la gloria en Cesenático, cuando era el más fuerte de una fuga numerosa y al sprint claudicó ante dos buenos velocistas, Manuel Belletti y Greg Henderson. "Si hubiera acabado en subida -opina-, quizá habría ganado, pero las carreras son como son".

Como la vida, que lo ha mandado al paro con 29 años y tras completar su mejor campaña, dado que su equipo no le renovó para el actual Geox-TMC. "Me dijeron que estaban contentos conmigo como ciclista y como persona, que había andado bien y tal, pero que tenían compromisos y no tenía sitio. En el Giro y otras carreras demostré que tenía nivel para seguir, pero no me voy a lamentar, porque igual ahora me ha faltado la suerte que tuve otros años para renovar, siempre a última hora y habiendo andado menos, cuando conozco muchos aficionados que no tuvieron la oportunidad de pasar".

Su representante (González Salvador) trató en vano de encontrarle un dorsal para 2011. "Entre la crisis y los escándalos de dopaje, hay menos equipos y cada año en España nos vamos más de 50 ciclistas al paro".

"Al menos -agrega- durante siete años hice lo que me gusta y corrí buenas carreras con buenos equipos": Relax, Euskaltel-Euskadi, Karpin/Xacobeo y Footon-Servetto. "En todos estuve a gusto. Quizá los mejores recuerdos los tengo del Relax-Bodysol, porque era mi primer año y todo era ilusión. Con los años, el ciclismo es más un trabajo, aunque puedas tener tus sueños". Los suyos pasaban por "alzar alguna vez los brazos", porque nunca remató ninguna de sus innumerables fugas. "Para ganar, debes ser muy bueno o rápido. Yo no era ni una cosa ni otra, así que me buscaba la vida en escapadas, que, además de ganar clasificaciones de metas volantes o montaña, me hicieron un profesional digno, y es lo que más valoro".

Padre y estudiante Iban, aita de Lucas y Claudia, de dos y un año, tiene dos años de paro que aprovechará "para estar con la familia, porque pasaba más de cien días al año fuera de casa" y "retomar la carrera de Empresariales, que me quedan cinco asignaturas". Su futuro podría pasar por la hostelería, sector en el que su padre, el exciclista José Luis Mayoz, posee algún negocio: "Ya se verá. Ahora quiero tranquilidad, familia y algo de deporte. ¿Ciclismo? Lo seguiré como aficionado, porque me gusta y me lo ha dado todo".