EL pasado 9 de diciembre, un coche se saltó un stop en la carretera entre Itsasondo y Ordizia, y los huesos de Hasier Olea (Tolosa, 1988) crujieron contra él mientras se entrenaba en bicicleta. Se fracturó la pelvis en tres puntos, la mandíbula, el cúbito y el radio de la muñeca izquierda, y un dedo de la mano derecha. Se "machacó" el cartílago entre la pelvis y el fémur... El equipo Café Baqué, en el que iba a correr en 2010, le dio la baja. Pasó dos meses en la cama y varias semanas más para apoyar la pierna derecha en el suelo. Aún ayudado por las muletas, comenzó a rodar en bicicleta. No llegó a ponerse un dorsal, pero ha regresado a la competición. Como remero de Zarautz B. Su nueva vida.

Como recuerdo del atropello, "aún estoy algo cojo, la cadera la tengo girada, la mandíbula me saca ruido, me duele...". Pero no quiere mirar atrás: "Podría haber sido peor; al menos, lo puedo contar".

Tras el accidente, "vi que me iba a costar recuperarme y que con 22 años ya me iba a ser muy difícil pasar a profesionales. Me puse a trabajar con el aita, de electricista y montando puertas automáticas", explica Olea. Se tomó "la vida de otra forma, pero aún me tiraba la competición". Coincidió que su médico de toda la vida, Iñaki Arratibel, es también el galeno de los arraunlaris de San Juan, Getaria y Zarautz y que el remo "es un deporte que habíamos seguido en casa, porque tengo un primo, Lander Larrauri, que rema en San Pedro y antes en Hibaika y Hondarribia, y solíamos ir a verle". Arratibel "un día me vio en el ergómetro y me abrió la puerta de Zarautz", relata Olea. "En el club de Tolosa sólo hay bateles y juveniles", matiza.

El tolosarra llegó a la entidad que preside Antton Illarramendi "en mayo y sin tener ni idea de remar". Está muy agradecido a la familia de la Enbata, en especial a uno de sus técnicos, Hegoi Intxauspe, que "me ha enseñado a remar. Todos los días se venía conmigo al foso y tras enseñarme la técnica, después se iba él a entrenar. En cualquier otro sitio me habrían mandado a casa porque no es lo mismo empezar en invierno que con la temporada encima".

Disfruta de su nueva vida, que le supone "levantarme a las 5.30 horas para ir a trabajar y volver a casa de entrenar a las once de la noche". No ha vuelto a coger la bici, aunque "echo de menos el ciclismo, sobre todo cuando ves a gente como Gorka Izagirre, con quienes has corrido, y te alegras de que salen adelante". La dinámica de los entrenamientos ha cambiado rotundamente: "En la bici, es cuestión de meter horas, hacer fondo, fondo, fondo, casi siempre solo. En el remo no hace falta tanto para coger la forma porque los entrenamientos son de hora y pico y los haces en cuadrilla; psicológicamente es más llevadero. Pero ambos te exigen el mismo cuidado con la comida o con el descanso", asegura.

Incluso, mantiene la pelea con la báscula, aunque con diferente objetivo: "Como ciclista, pesaba 67 kilos y ahora peso 72,5 y me han dicho que para el año que viene tengo que llegar a 77-78. ¡No sé cómo lo voy a hacer!", se ríe. Le esperan "muchas horas de gimnasio, que es lo que no pude hacer el último invierno". Por ello, se sorprende de que en Zarautz B ha disputado todas las regatas salvo dos: una que él no pudo y la del domingo en Getaria, donde le tocó hacer ergómetro. Aún le faltan vatios, pero "parece que me arreglo bien con esto del remo", valora. A lo que no se acostumbra es a las llagas en las manos y en el culo: "No hay forma de que cierren". También le sorprende "lo reventado que acabas las regatas, siempre pienso que sería incapaz de remar cien metros más. La bici no es tan agónica".

En Zarautz, se ha encontrado "un pueblo con mucha afición. Hay juveniles que van muy bien. En el primer equipo están mentalizados para remar en 2010 en la ARC-1, pero mantienen la moral. Son una piña. Lo que pasa es que la plantilla pesa 75 kilos de media, y les faltan vatios. Se han volcado con los jóvenes, con la segunda trainera, con el fin de hacer cantera y fortalecer el proyecto".

A bordo de la Enbata, va olvidando su accidente. Le queda pendiente su rehabilitación y un juicio que no tendrá lugar mientras no reciba el alta médica. "No sé ni quién era la conductora del coche", la que con una imprudencia le condujo al remo.