tourmalet. En el kilómetro 22 de la etapa, Samuel Sánchez pierde el control de la bicicleta, un bache, un salto de la cadena, el cambio, no se sabe muy bien qué, sale volando por encima de la bicicleta y el drama sobrevuela como un buitre a Euskaltel-Euskadi. El batacazo es tremendo y el ovetense está tirado en el suelo como un trapo, el agua del botellín esparcida por el asfalto? "Ha sido un momento crítico", reconoce luego Igor González de Galdeano. Principalmente, porque Samuel se quedó inmóvil, parecía desorientado, asfixiado, y hubo que quitarle el casco para que tomase algo de aire, que no le llegaba a los pulmones. El rostro de Tomás Amezaga, amigo y mecánico, era un poema. La escena tuvo a Euskaltel con el corazón palpitándole en un puño. Se iba el podio soñado, se acababa el Tour. En el pelotón la noticia cayó en los oídos de Alberto Contador, que reaccionó y detuvo el ritmo de sus compañeros para esperar. Lo hicieron todos menos Carlos Sastre, que atacó y se marchó solo. "No le apetecería parar y ha seguido", explicó luego el líder del Tour. Sastre y sus cosas. Samuel tardó cinco minutos en recuperarse, levantarse, ponerse el casco y volver a montar en la bicicleta. "Tenía un fuerte golpe en el pecho y en la clavícula derecha", reconoció el líder de Euskaltel, que lo empezó a pasar mal en el Marie Blanque, sufrió lo indecible en el Soulour, "un momento malísimo", y cuando el ataque de Andy Schleck y Contador anunciaba el fin al sueño del podio porque Menchov se había lanzado a por ellos, Samuel se reconstruyó, olvidó el dolor y se midió al ruso. "Se ha sorprendido a sí mismo", traza Galdeano.
La batalla entre ambos se desarrolló en la trastienda, a espaldas del duelo que dirimieron Contador y Andy Schleck por el Tour. "Me ha tocado sufrir una barbaridad durante toda la jornada pero hemos salvado el tipo. El equipo ha hecho un gran trabajo. Ni yo sé como he podido subir el Tourmalet tan bien con el golpe que llevaba. Cuando han atacado Schleck y Contador no he salido porque prefería ir a mi ritmo y llevar una buena marcha hasta arriba", dijo Samuel, que a ritmo aguantó a rueda de Menchov hasta que quiso ir más allá en el dolor, aceleró el paso a 150 metros de la cima del Tourmalet y encontró un premio inesperado: 8 segundos de renta. Un pequeño tesoro que le hará afrontar la crono con 21 sobre el líder del Rabobank. ¿Mucho? ¿Poco? "En el Tour nunca se sabe, todo es tan distinto", reflexiona el ovetense.
las cuentas de samuel En la cuesta del Tourmalet que desciende hasta la Mongie, donde ayer aguardaban todos los autobuses de los equipos, cuatro kilómetros entre la niebla y la lluvia para alcanzar la ducha, muestra, dicen, lo que el Tour aprecia a los ciclistas, signo, cuentan, de que esto ya no es lo que era, alguien le pregunta a Samuel, seco y abrigado, si considera que esos 21 segundos serán suficientes, si se puede salir tranquilo en la crono de 52 kilómetros de mañana con Menchov bufando en el cogote. El chico, la mirada aún extraviada, no dice nada, pero el gesto le delata. No las tiene todas consigo. Tan complicado lo ve, que quiere saber cuánto tiempo le ha sacado Andy, la otra alternativa al podio. "Más de dos minutos", le dicen. No le gusta. Corrigen. "No, no, sobre minuto y medio". Mejor, pero tampoco le agrada. "Nunca se sabe lo que van a valer ocho segundos, pero en principio la situación no varía mucho. 21 segundos, los que le llevo ahora a Menchov, es un margen muy pequeño para una crono tan larga". Es una certeza irrebatible, como también lo es que hasta el momento Samuel ha sido mejor que el ruso durante todo lo que ha respirado el Tour. Hay una certeza más. "Mañana -por hoy- estaré guapo. Ya veremos cómo estoy de los golpes, cómo duermo y, sobre todo, cómo recupero", zanja Samuel Sánchez, que se va cuesta abajo tras acercarse un poco más, ocho segundos más, al podio en el Tourmalet.