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Todos los caminos llevan a Rotterdam

Contador es el aspirante al Tour que menos ha competido (29 días) y más ha ganado (8) Las grandes figuras compiten más que hace cinco años, pero sólo Basso, Evans y Sastre buscaron ganar el Giro

Todos los caminos llevan a RotterdamFoto: efe

donostia. Lejos quedan los tiempos de Eddy Merckx, incluso los de Bernard Hinault, que lo corrían todo y todavía eran capaces de doblegar el Tour de Francia. Miguel Indurain seleccionaba algo más sus objetivos, pero también coleccionaba victorias desde el inicio de temporada. Tres de sus cinco victorias en la Grande Boucle llegaron tras dos victorias y un tercer puesto en el Giro de Italia. Desde 1998 con Marco Pantani, ningún otro corredor se coronó la misma temporada en las pasarelas de Milán y París. De hecho, aquel año, en aquel maldito Tour de Francia, el ciclismo salió trasquilado y sufrió una metamorfosis total. Casi con el nuevo siglo cambió este deporte, sus hábitos, sus sistemas de preparación... Casi todo.

Bajo el paraguas de Lance Armstrong, se instauró una moda entre los hombres-Tour: competir poco y entrenar mucho. Para más inri, en muchas de ese puñado de carreras, los gallos se limitaban a pasearse con un dorsal sobre los bolsillos del maillot. El tejano llevó esta filosofía al extremo. En 2005, se plantó a la salida del que sería su séptimo triunfo en el Tour con tan sólo 20 días de competición, cifra similar a la que acumulaban los astros de la época: Ullrich, Klöden, Vinokourov, Leipheimer, Landis, Totschnig, Menchov, Mancebo... Se había impuesto una máxima: quien destacaba durante las carreras previas, pagaba los esfuerzos en la ronda gala. Iban Mayo fue el paradigma en 2004, con exhibiciones en País Vasco (2º), Alcobendas (1º), Naranco (1º), Asturias (1º), Clásica de los Alpes (2º) y Dauphiné Libéré (1º), con una estratosférica ascensión al Mont Ventoux, para hundirse luego en el Tour.

Lance corre más que en 2005 Aún no se ha llegado a tanto, pero las grandes figuras comienzan a prodigarse más que hace no tanto. Incluso, Lance Armstrong casi dobla el número de carreras con las que llegarán sus piernas al Tour, que el sábado saldrá de Rotterdam. Aunque con demasiados percances por el camino, el norteamericano suma 38 días de competición, en los que no ha logrado una sola victoria. Tras su caída en California y las dudas que despertó en las cronos de Murcia y Critérium Internacional, en Luxemburgo y Suiza demostró que hay que contar con él. Una proeza a sus 38 años.

Por el contrario, y aunque de su botín de triunfos -ocho- se podría desprender lo contrario, Alberto Contador es quien menos ha corrido, con sólo 29 jornadas en el pelotón, las mismas que Samuel Sánchez y Carlos Sastre, aunque ambos llevan temporadas completamente diferentes. El asturiano, que alcanzó un gran estado de forma en la Vuelta al País Vasco, renunció a las clásicas de las Ardenas y desde la contrarreloj de Orio sólo compitió en el Dauphiné Libéré, donde sólo se probó en Alpe d"Huez, y vio que está bien.

El abulense, en cambio, ha sido más fiel al patrón de una época pretérita, la suya misma. Quizá porque se pueda ver obligado a disputar la Vuelta para justificar la invitación a su Cervélo, el ganador del Tour de 2008 rizó el rizo al plantarse en el Giro, que lo calificó como su gran objetivo de la temporada, sin más carreras que la Volta a Catalunya y la Lieja. Sin embargo, en la corsa rosa acusó más las caídas que una posible falta de ritmo, y se vio muy por debajo de Ivan Basso y Cadel Evans, los dos grandes aspirantes a vencer en el Tour, junto a Contador y Andy Schleck, sin descartar al viejo héroe de Austin.

El varesino ya ha advertido a sus rivales de que buscará el hito de Pantani en 1998. En el Giro recordó a aquel joven italiano que descartaba el Giro para abordar el Tour. Parecía llamado a encumbrarse en los Campos Elíseos, hasta que llegó su sanción. Vuelve a ser el que fue.

El australiano, con más potencia que Contador pero sin su varita mágica, se asemeja al pinteño en que no concibe una prueba como preparación de otra. Si se pasa por el control de firmas, es para pelear después por el triunfo, que lo logró en la Flecha Valona y también en una etapa del Giro de Italia.

Brad Wiggins -45 días- es otro corredor que sufrió en los Dolomitas, aunque no se metió en la pelea por la general de una carrera que lideró al ganar la crono inicial. El británico, revelación en 2009, lleva todo el año agazapado, aunque estuvo delante en las cronos de Murcia y Andalucía. Menchov -31 días- ha brillado algo más, aunque sin mucho desgaste y ningún triunfo.

Tampoco se ha dejado ver demasiado Andy Schleck, más apagado que su hermano Frank. Tenían las clásicas como meta, pero se les escaparon con ataques a destiempo. El mayor de la saga se resarció en Suiza, y el menor espera ahora al Tour.

Los diez elegidos no son los únicos nombres llamados a brillar en el Tour, donde también sonarán los Klöden, Leipheimer, Kreuziger y compañía, pero el diseño de su temporada 2010, sus rendimientos a lo largo de las carreras previas al Tour de Francia, permiten afirmar que todos los caminos son válidos para llegar a Rotterdam, pero uno solo conducirá a París.