Cuando eran unos adolescentes, Ricardo Uriz y David Doblas soñaban con ser jugadores de baloncesto profesionales. Criados en Pamplona y Pedreña (Cantabria), respectivamente, no dudaron cuando el Taugrés les llamó para pasar a engrosar su cantera. Hicieron las maletas a Vitoria, donde no conocían a nadie. "Hola, soy David". "Hola, soy Ricardo". La amistad entre los actuales jugadores del Lagun Aro nació allí, donde compartieron piso durante un año con José Manuel Calderón, el base de los Raptors, e Iván Otegi.
"A esa edad, compartir piso un año es como hacerlo durante cinco años. Ahí crecimos mucho y me di cuenta de que el baloncesto podía ser mi profesión", recuerda con cariño Uriz. "Conocí a David y José Manuel, dos tíos fantásticos. Nos hacíamos las típicas putadillas de esa edad, pero lo pasábamos muy bien". Fue, como dice Uriz, apenas un año, pero la amistad perdura. De hecho, Calderón ha estado presente en los dos ascensos del GBC. Revolucionó el Gasca en aquel histórico partido contra el León y fue a Cáceres para animar a sus ex compañeros de piso. "A Calde le tenemos un cariño especial. Es un tío diferente, un tío NBA cercano, de la calle, que va a su campus de verano y se sienta con los niños a comer. Son los valores que nos transmitían en Vitoria. Quién nos iba a decir entonces que nosotros íbamos a estar en la ACB y él en la NBA", añade Doblas.
Años difíciles para Uriz
"Con 22 ó 23 años me planteé dejar el baloncesto"
Tras ese año en Vitoria, Uriz y Doblas separaron sus caminos, cada uno tratando de labrarse su futuro en el basket profesional. No resultó nada fácil llegar a lo que son ahora. Uriz siguió en Vitoria, debutó de forma testimonial en la ACB, pasó por Los Barrios, fichó por el Fórum Valladolid y, vistas las dificultades de hacerse un hueco en la elite, aceptó en 2002 la oferta del CAI Zaragoza en la LEB. Aquélla fue, sin embargo, su peor temporada, tal y como recuerda él mismo: "Empecé de titular, pero en diciembre me tuvieron que operar del tobillo. Me costó dos meses recuperarme y al volver estábamos peleando por no bajar. Al final nos salvamos en el play-off, pero la temporada fue mala". A la decepción deportiva se unió otra que le hizo replantearse su futuro: "Tenía 22 ó 23 años, tuve un problema con mi representante y me quedé en una situación complicada. Me planteé dejar el baloncesto y estudiar, estaba en una edad en la que ya tenía que tomar decisiones".
El "punto de inflexión", como dice él mismo, fue cambiar de representante y fichar por el Bilbao Basket, equipo con el que consiguió el ascenso a la ACB. El club vizcaino siguió contando con él en la elite, pero no jugó mucho -apenas 143 minutos repartidos en 17 partidos- y Uriz pensó en dar otra vuelta de tuerca más a su carrera. Arriesgó, bajó dos categorías y fichó por el Bruesa GBC, que entonces militaba en la LEB 2, para ayudarlo a ascender. Siempre negó que eso fuera un paso atrás. Aquel año el objetivo no se consiguió en la cancha, pero fue el inicio de su historia con el GBC que a día de hoy continúa.
Doblas, el 'viajero'
Una canasta rota en Rosalía y una decepción en Granada
Mientras tanto, David Doblas probó suerte en Melilla, Rosalía, Granada y Algeciras antes de aterrizar en Donostia. En el Rosalía empezó a hacerse un nombre en la LEB y también estuvo a punto de lesionarse de gravedad: tras hacer un mate a dos manos, la canasta se le cayó encima y sólo le provocó una rotura de peroné y ocho puntos en la cabeza. Salió andando por su propio pie de la cancha con la cara llena de sangre y recibiendo una espectacular ovación de la grada. Pudo haber sido mucho peor.
Pese a la lesión, dio el salto a la ACB de la mano del Granada. El equipo descendió y, pese a su participación en el retorno a la categoría perdida, el club nazarí le comunicó que no contaba con él: "Fue un mazazo. Estaba hundido y me costó mucho encontrar equipo. De hecho, no fiché por el Algeciras de LEB hasta el 1 de septiembre". Fue su última aventura antes de recibir la llamada del Gipuzkoa Basket, que curiosamente había comprado la plaza de LEB... del Algeciras.
La llamada de Porfi Fisac
"No seas gilipollas, y vente"
Ese verano, Doblas recibió la llamada de Porfi Fisac. "Me empezó a explicar el proyecto. Hay que ser sinceros, entonces el GBC era el último equipo de la LEB, porque era recién ascendido. Me empezó a decir nombres de gente que había fichado o que iba a fichar, y sólo conocía a Uriz. Le dije que quería jugar y que no lo veía claro. Yo, además, venía de una temporada normalita en Algeciras", cuenta el pívot. Tras otro rato de conversación, Fisac, ya casi agotados sus argumentos para convencerlo, le dijo: "Si quieres jugar no seas gilipollas, y vente". Doblas no necesitó más: "Vale".
Era el verano de 2005 y el primer entrenamiento de la pretemporada supuso el reencuentro. Pese a llevar muchos años separados, su amistad se había mantenido. Antes de la era de internet y de los teléfonos móviles, Uriz y Doblas solían mandarse cartas contando qué tal les iba en sus respectivos equipos. "Hace poco recordaba esa anécdota. En esa época no usábamos internet, aunque parezca mayor diciéndolo ahora, y nos escribíamos cartas Ricardo y yo, siendo adolescentes", recordaba Doblas en un reportaje que les dedicó hace tres semanas acb.com".
Ya juntos en Donostia no sólo fortalecieron su amistad, sino que relanzaron su carrera y poco a poco fueron trazando en la cancha el camino de un club del que ahora son dos emblemas. Desde ese 2005, han pasado muchos compañeros por el vestuario. "Ha venido gente excepcional a este club", señala Doblas. La única "decepción" fue Devin Davis. "Fue también una experiencia para el club. Tener un grupo compacto, con gente que va en la misma dirección, es clave".
Ambos se acuerdan de muchos compañeros. "Devin Smith era un tío genial, también Rubén Méndez, Galilea tenía un carisma especial. Me acuerdo de Salva Arco, de Isaac, de Alex Urtasun... un montón", repasa Doblas. Pero uno está por encima de los demás: Carlos Andrade. "Si hay un jugador al que echamos de menos es a Andrade. Se implicó desde el principio, es una persona que transmite mucho y que en los malos momentos nos hacía estar a tope. Si tengo que decir un nombre, es el de Carlos. Nos marcó", recuerda con nostalgia Uriz.