Donostia. Jornada de caras largas en el San Sebastián Arena. Tras el día de asueto que dio Pablo Laso a sus jugadores el lunes -se supone que para reflexionar sobre la deba-cle de Valladolid-, la plantilla regresó al trabajo ayer, habitual jornada de puertas abiertas para la prensa, por lo que le tocó dar explicaciones acerca de la histórica derrota.

Una excesiva relajación, falta de mentalización y un desacierto poco común en el tiro fueron algunos de los argumentos esgrimidos para explicar el desastre, aunque hubo uno que se repitió más que ningún otro: "No tiene explicación". Y es que nadie alcanza a entender cómo pudo el equipo pasar de ganar al Barcelona a perder de esa manera en el Polideportivo Pisuerga. Lo cierto es que la semana posterior al encuentro contra el Barcelona la plantilla vivió en una nube de elogios y algunos jugadores no llegaron a bajar a la tierra pese a los esfuerzos del cuerpo técnico. La presencia de 600 aficionados no sirvió de reacción.

Albert Miralles, que jugó infiltrado por un golpe en la mano derecha y que fue junto a Domen Lorbek el único que se salvó de la quema, reconoce que mentalmente no dieron la talla: "No pienso que desconectamos del partido. Seguimos las rutinas de siempre, pero está claro que por lo que sea no afrontamos el partido con la tensión necesaria".

El pívot resumió el sentir de la plantilla: "Nos dolió por la gente. Fueron 600 aficionados a apoyarnos haciendo un gran esfuerzo y se portaron de maravilla. Fue ejemplar. Nunca había vivido un desplazamiento así en un partido de la liga regular. Ahora nos toca darles una alegría ganando al Granada y logrando así la salvación".

Miralles tampoco entiende la transformación experimentada por el equipo de una semana a otra: "No puedo aportar nada nuevo ahí. En Valladolid nos salió todo mal. En dos semanas hemos jugado el mejor partido y el peor. Es difícil de explicar. Pero nos lo tenemos que sacar ya de la cabeza porque nos quedan tres partidos, estamos a una victoria de la salvación y queremos lograrla por méritos propios. Creo que estamos en condiciones de ganar al Granada, porque últimamente en casa hemos jugado a buen nivel".

El ex del Valencia admite que "jode mucho" haberse quedado en 39 puntos y haber marcado el récord negativo de la historia de la ACB: "Dimos la campanada contra el Barça, y en Valladolid dimos otra campanada, pero muy distinta". Tampoco se consuela con su buena actuación: "En un partido así no se salva nadie. Yo di el 100%, pero aquí perdemos o ganamos todos".