¿es Michael Robinson uno de los mejores entrevistadores televisivos? En la línea amable, sin duda. Sus encuentros con deportistas de élite en su programa Informe Robinson (Canal +) tienen el mérito de bordear el kitsch del agasajo excesivo sin acabar de caer nunca en él. Y el hecho de salir airoso de este equilibrio entre divulgación profunda y homenaje convierte a alguna de estas entrevistas en clásicas. Sólo hace falta comparar qué logra Robinson con Xavi e Iniesta en su programa y lo que se obtiene de ellos en otras tertulias deportivas.

En su último capítulo, Robinson se enfrentó, tablero por medio, con el genio del ajedrez Magnus Carlsen, un joven que se sabía los pueblos noruegos de memoria, y del que supo enseñarnos una parte de su mundo mental, hecho de una materia que combina la fuerza de convicción con el miedo al error, la causa, según Carlsen, del mayor sufrimiento de los ajedrecistas.

Pero en el mismo programa destacó otra pieza que no era una entrevista, sino un reportaje a dos aizcolaris que se habían retado a un enfrentamiento con premio en metálico para el vencedor. Con la cantidad de veces que he visto esta imagen en televisión y en cine, nunca había logrado comprender las raíces profundas de este deporte rural ni las características particulares de lo que quiere decir retarse. Vimos cómo se entrenaban el guipuzcoano Joseba Otaegui y el vizcaino Alex Txikon, las opiniones de su entorno, las expectativas puestas en el reto y el devenir del enfrentamiento, levantando más de veinte veces una piedra, cortando más de doce troncos y encadenando, sin descanso, con una carrera de varios kilómetros, para acabar fundidos en un abrazo entre vencedor y vencido. Pese a ser un reportaje conciso, estaba atravesado por lo que el profesor Gumbrecht llama "la belleza atlética", o lo que es lo mismo, comprender las razones que convierten una competición pura en un acto de goce colectivo.

El programa se emitió un jueves y, sólo tres días más tarde, se producía la muerte de un aizcolari histórico, Joxemari Mendizabal, como consecuencia del esfuerzo en su reto con Joxemari Olasagasti. La noticia en la prensa vasca decía que Mendizabal había tenido que retirarse, agotado, antes de terminar y que de vuelta a su casa murió, en el coche, de un ataque al corazón. Sentí esta muerte de manera singular gracias al programa de Robinson, porque había comprendido su causa.

* Artículo publicado en La Vanguardia el 30 de marzo.