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Los secretos del Annapurna

El "ochomil" que está afrontando por segunda vez Edurne Pasaban pasa por ser el más complicado y exigente de todos, como demuestra el hecho de que sólo se hizo una cima en 2008 y ninguna el año pasado.

Los secretos del Annapurnaedurnepasaban.com

NI una sola cima en 2009, una en 2008, tres en 2007. El Annapurna principal (8.091 metros) es un problema de gigantescas dimensiones, alejado por completo de la aparente facilidad con la que en la última década se escalan otros ochomiles como el Everest, Cho Oyu o Gasherbrum II. El Annapurna no perdona ni siquiera a la elite y por eso la elite no suele ser muy amiga del Annapurna. Poca gente repite y, si lo hace, es obligada. Edurne Pasaban es una de esas personas que va a tener que enfrentarse por segunda vez a una montaña que más parece una película de intriga.

Si se mira de frente la cara norte del Annapurna, se comprueban tres grandes zonas. Una zona central dentro de la herradura, un enorme espolón a la izquierda y la arista de la derecha. La zona central, por la que ascendieron los franceses en 1950, es como enfrentarse a las corrientes de un río bravo justo por el lugar en el que el agua cae con más violencia. La acumulación de seracs, grietas glaciares y avalanchas, convierten la parte baja de la ruta (6.800 metros) en una lavadora en pleno centrifugado. Hay que descartarla. La arista de la derecha es la Ruta Polaca. Como su propio nombre indica, la Ruta Polaca es para polacos. No es que sólo les dejen pasar a ellos, pero cualquier escalador con más de dos dedos de frente sabe que si en una montaña hay una ruta polaca es mejor no acercarse a ella. Los polacos, como los soviéticos en su tiempo, juegan en otra división. Para ellos, un día de mal clima es un infierno para el resto; para ellos, un paso complicado es un imposible para los demás. No es que sean infinitamente superiores, pero así lo parece.

La ruta de los holandeses

El camino de Edurne

La ruta de Kukuzcka y Hazjer en 1987, descartada. Demasiado técnica, demasiado peligrosa, excesivamente exigente, con casi ninguna opción. Por lo tanto, queda el espolón de la izquierda: el espolón de los holandeses. Con el campo base ubicado a unos 4.100 ó 4.200 metros, el espolón de los holandeses, llamado así por la expedición holandesa que lo abrió en 1977, tiene una primera parte (5.500 metros) relativamente admisible. Desde el campo base, se comienza a ganar terreno por el glaciar hasta el campo 1 o campo base avanzado, situado al pie de la pared a unos 5.050 metros de altura. Es un terreno que puede llegar a exigir la instalación de algunos metros de cuerda fija para superar los tramos más duros. En 2007, en su primera visita a esta cara, Pasaban y los suyos fijaron 200 metros de cuerda. Esta vez han sido cerca de 400.

Entre el campo 1 (5.050 metros) y el campo 2 (5.500), ya en plena pared, la montaña va ganando todavía más verticalidad y de nuevo casi es necesario instalar cuerdas que permitan a los escaladores ganar terreno con mayor facilidad, ya que éste va ser un paso muy usado en sus idas y venidas por la montaña para ir instalando campos y completando el proceso de aclimatación. Se trata, precisamente, de la zona que la expedición de Pasaban está tratando de equipar este fin de semana.

La clave del Annapurna, o la principal de todas ellas, se encuentra entre el campo 2 (5.500 metros) y el 3 (6.500 metros ). Es un enorme espolón de roca y hielo con un gigantesco serac colgante en su parte superior de 800 metros de desnivel y con un enorme cono de avalanchas en medio. Es obligado pasar por el cono para ir negociando el espolón y, por tanto, los escaladores intentan subir lo más rápido que pueden para estar expuestos el menor tiempo posible. Sin embargo, ahí está el reto: plantarse en el campo 3 es costoso, requiere de un buen nivel de escalada y de nervios de acero, a pesar de que se cosa la montaña de cuerda fija.

A partir de ahí, el penúltimo gran escollo se encuentra a unos 6.800 metros. Se trata de otro brutal serac colgante, que cambia de condiciones de un año para otro y que nadie sabe si está dormido o en cualquier momento se va a desgajar en todo o en parte. Baste recordar que hace dos años el grandioso serac del Cuello de Botella del K2 se rompió levemente justo el día de cumbre y mató en el acto a varios escaladores y dejó sin cuerdas fijas a unos cuantos más. Once hombres perdieron la vida. El serac se desgajó de noche, cuando la teoría dice que por las bajas temperaturas debería ser más seguro.

Aquella no cima en 2007

Un serac conocido

Fue precisamente en este punto donde Edurne Pasaban, junto con su primo Asier Izagirre, Iñaki Ochoa de Olza y Horia Colibasanu, se dio la vuelta en 2007. Ochoa de Olza, el ecuatoriano Iván Vallejo y el ruso Sergei Bogomolov negociaron el serac en cabeza, abriendo el paso a los demás, pero al navarro no le gustaron las placas de hielo posteriores, considerando que estaban en unas condiciones muy inestables. Con esta información, decidió bajar, algo que también hicieron su compañero rumano y los primos Pasaban. Por el contrario, Vallejo, Bogomolov, el colombiano Fernando González Rubio y el australiano Andrew Lock tiraron para arriba y consiguieron establecer el campo 4 a unos 7.250 metros de altitud, tras una arriesgada pero destacable ascensión.

Desde los 7.250 metros, el Annapurna ya es un monte más o menos al uso en el Himalaya. Ni un respiro, ni un descuido, enorme y largo. Nada menos que 14 horas les costó a Vallejo, Lock y González -Bogomolov se dio la vuelta por ceguera de las nieves- llegar a la cima. Fueron los tres únicos escaladores que lo lograron en 2007. Al año siguiente, sólo lo consiguió el ruso Alexei Bolotov, por la arista este, el día que Iñaki Ochoa de Olza se dio la vuelta junto con Horia Colibasanu a escasos metros de la cima y sufrió un derrame cerebral. El año pasado, nadie puso sus botas en la cumbre. Tras un ascenso a través del Rock Noir -parecido pero no igual al que realizaron Alberto Iñurrategi y Jean Christophe Lafaille en 2002-, el checo Martin Minarik y la francesa Elisabeth Revol se plantaron en la cima este (8.026 metros), pero desistieron de seguir al día siguiente hacia la principal (a pesar de encontrarse relativamente cercanas hay que destrepar y hay por lo menos diez horas de trayecto). En el descenso, agotados, una tormenta les separó y Minarik no pudo completar la vuelta al campo base. Un intento quizá demasiado temprano, mediados de abril, y quizá demasiado osado para una cordada de dos.

Por tanto, el Annapurna es un señor problema, con todas las letras. Un asunto que demanda todas y cada una de las condiciones de los que la enfrentan y que va consumiendo paciencia, nervios y fuerzas a partes iguales durante varias semanas de cortejo. Salvo casos excepcionales beneficiados por condiciones extrañas, el que se encarama a lo más alto bien puede decir que se lo ha trabajado de principio a fin.

CAMPO 1

CAMPO 2

CAMPO 3

CAMPO 4

CIMA ESTE

8.026 metros

CIMA central

8.051 metros

cima principal

8.091 metros