donostia. Hace más de una década que Ainhoa Ibarra Astelarra (Gernika, 27-X-1968) dio carpetazo a la alta competición, pero el manto blanco sigue formando gran parte de su vida. En los recuerdos y en el presente. Aunque luchó bajo la sombra de Blanca Fernández Ochoa, nada se puede reprochar a su bagaje, con cuatro participaciones en los Juegos Olímpicos, en siete Mundiales y 25 veces campeona estatal en los distintos escalones. El octavo puesto en Sierra Nevada figura en el apartado sobresaliente de esta menor de cinco hermanos que se desliza desde que de muy niña pisó Candanchú. Desde hace un lustro dirige su propia escuela (Ainhoa Copos Skiclub de Baqueira) tratando de educar a través del esquí a los más jóvenes y echando el ojo a las firmes promesas. "El esquí me lo ha dado todo en mi vida, le profeso un amor apasionado. Sigo disfrutando y he hecho de él mi profesión. Forma rasgos del carácter que pueden servirles en adelante", destaca.

Tantos fueron los instantes inolvidables que le es imposible retener uno solo. "Fueron un montón. Pero al margen de resultados como el de Sierra Nevada"96 me quedo con las vivencias personales y con los amigos que hice viajando por todo el mundo", evoca. "Unos Juegos te marcan, porque acudir una vez ya es complicado. Cuatro (Calgary"88, Albertville"92, Lillehammer"94 y Nagano"98 ), ni te digo. La experiencia es sublime. En el primero fui de forma más desenfadada". El donostiarra Paul De la Cuesta será el vasco que recoja su testigo. "Me hace mucha ilusión. Le vi en algún stage en Chile y tiene cualidades, es joven y está muy motivado".

¿Por qué no se ha dado el impulso necesario? "Es complejo resumirlo. Hay talento, hay montañas, y niños con ganas y potencial. Pero deben coincidir circunstancias: que deseen seguir, que quieran sus padres, recursos, un plan y apoyo desde abajo. Hay etapas que no se cubren bien. Esto es como una casa, si sopla una ráfaga de viento se cae abajo. Está bien que pueda haber unos Juegos en Jaca o Barcelona pero también varias Copas del Mundo al año. ¿Por qué triunfa el ciclismo en Euskal Herria? Porque hay continuamente carreras. No es cuestión de trabajar para cuatro años, sino a largo plazo", concreta. Así, apostilla que el tirón de una figura como Blanca, en su caso, no le fue beneficioso: "Tiene que haber medios económicos bien gestionados. Por desgracia, en mi época no los hubo, eché de menos entrenar en condiciones. Me hubiese gustado llegar en otra época, diez años después. Aunque haya materia prima, sólo con esperanza y deseo no se puede estar ahí".

¿Un deporte caro? "Lo es, el material, que ha pegado un cambio muy brusco, es caro a nivel de turista. Pero no es nada elitista. Con respaldo federativo y de los sponsors entraría dinero. La historia es cómo se reparte". Tras aparcar los esquís (se pasó dos años sin calzárselos) estudió turismo antes de enrolarse en su nueva aventura, y ahora tratará de no quitar ojo a las retransmisiones televisivas, cuya irrupción supone un plus. "Hay mayor reparto de poder entre los países, aunque las grandes potencias continúan siendo los de tradición alpina, como los suizos y austriacos. Ha ascendido la espectacularidad y la velocidad". Nada que ver con aquel día, con seis añitos, en que Ainhoa pisó la nieve de Candanchú.