Tras la sexta llegó la séptima derrota consecutiva, como no podía ser de otra manera. El Lagun Aro GBC sigue en caída libre y ayer fue apalizado por el Unicaja más flojo de los últimos años por 97-72, un resultado que no requiere de grandes análisis ni explicaciones. La marcha del equipo en el último mes y medio sigue ofreciendo motivos para la preocupación, pese a que tanto los jugadores como los técnicos aseguren que no están cuesta abajo y que afrontan el bache con cierta tranquilidad. Pues es de esperar que mantengan la calma el próximo domingo cuando venga el Murcia, porque ya no habría más excusas para justificar un octavo tropiezo consecutivo.

El Lagun Aro se encuentra inmerso en una crisis de juego y resultados que está poniendo seriamente en peligro su continuidad en la ACB como la situación no se reconduzca inmediatamente. La buena defensa realizada ante el Cajasol no tuvo continuidad ayer, porque el Unicaja jugó demasiado fácil en ataque y metió 97 puntos. Recibiendo esa cifra es imposible ganar en el Martín Carpena, como es imposible hacerlo concediendo hasta catorce rebotes ofensivos o perdiendo 19 balones o haciendo un 48% en tiros de dos, números que te condenan a la derrota contra cualquier rival.

Dentro de esta crisis que está empezando a pesar en los jugadores, es especialmente preocupante el bajón ofensivo experimentado por el tridente exterior que forman Panko, Detrick y Barbour, sobre todo el de los dos escoltas. Cada día parece más claro que el equipo necesita un revulsivo. No puede ser que Barbour se quedara ayer en siete puntos (2/8 en tiros de campo) y que Detrick sólo anotara dos, ambos desde la línea de personal porque ni siquiera lanzó a canasta. Para un equipo modesto, es un lastre demasiado pesado que la supuesta referencia anotadora y su reserva apenas aporten en ataque. Urge encontrar una solución pronto, antes incluso de ese duelo contra el Murcia que promete ser dramático.

Ayer, el Lagun Aro le aguantó un cuarto al Unicaja. Después de unos diez minutos iniciales de tanteo, con más ataque que defensa y un marcador de 24-20, el equipo de Aíto subió uno o dos peldaños su intensidad defensiva y los de Laso se diluyeron de forma alarmante. Encajaron un parcial de 24-13 en el segundo cuarto y se fueron al descanso perdiendo por quince (48-33).

El panorama de cara a los dos últimos cuartos no era nada halagüeño, pero se oscureció totalmente en apenas un minuto, lo que tardó el Unicaja en hacer otro parcial de 5-0 y subir su renta a los veinte puntos. De ahí al final, el partido fue una fiesta para un Unicaja que estaba muy necesitado de alegrías, porque venía de dos duras derrotas, una en la ACB y otra en la Euroliga. También el Lagun Aro venía de un momento muy malo, pero al revés que su rival, no fue capaz de reaccionar. Ahora mismo, el equipo que entrena Laso parece incapaz de ganar a cualquier rival de la ACB con las ideas mínimamente claras.

La derrota, por 25 puntos, pudo ser incluso más hiriente, porque el Unicaja llegó a ir ganando por 30, una barbaridad. Redujeron ligeramente la desventaja los dos únicos jugadores inspirados en ataque, Sergio e Ignerski, aunque tampoco eso sirvió para mucho porque perder por 25 también es una paliza que no hace sino hurgar más en la herida del Lagun Aro, que está en una caída libre a la que no se le adivina el final, al menos por ahora. Sólo Laso y sus jugadores -y algún refuerzo- pueden dar la vuelta a esto y sólo hay una manera de hacerlo: ganando al Murcia dentro de siete días, porque si ya ni siquiera se gana al colista, apaga y vámonos.